Estos Gigantes de San Francisco, cuya inhabilidad para ganar los hizo lucir como enanos en la temporada pasada, han sido, sin embargo, uno de los equipos más exitosos en la actual década en las Grandes Ligas.
Ganaron tres Series Mundiales en este período (2010, 2012 y 2014), lo cual es impresionante si consideramos que habían conseguido solo cinco títulos del clásico de octubre en sus primeros 126 años de existencia.
Pero en la campaña pasada, se hundieron tanto, que un analista señaló, mientras daba un vistazo retrospectivo al 2017, que para evaluar los desempeños, quizá era necesaria una disección entre lo bueno, lo malo y los Gigantes.
Ciertamente, lo hicieron feo. Su balance de 64-98 (igual que Detroit), fue el peor de las Mayores, lo que resultó trágico si se considera que disponen de Madison Bumgarner, Buster Posey, Johnny Cueto y Brandon Crawford.
Este miércoles, los Gigantes hicieron un movimiento con la pretensión de mostrar una mejor cara en el 2018, al adquirir desde Tampa a Evan Longoria, pero para ellos, debieron entregar a su mejor prospecto, Christian Arroyo.
Junto a Arroyo, un shortstop que ha bateado sobre .300 en sus 368 juegos en las Menores, también cedieron a los jóvenes lanzadores Matt Krook y Stephen Woods, más Denard Spahn y consideraciones económicas.
Longoria no es la solución, pero es una parte valiosa de ese esfuerzo. Es un bateador de .270 en su carrera, con 261 jonrones y 892 impulsadas. Debe tener un gran impacto, en un equipo que fue último en cuadrangulares (128), slugging (.380) y penúltimo en anotadas (639) en 2017.
Para Tampa no debe haber sido fácil salir de su jugador insignia. Pero se le deben 81 millones y eso daba poco margen de maniobra para un equipo de mercado pequeño y presupuesto reducido. Así que no había otra salida.
Eso es lo que les toca a clubes como Tampa, que en años recientes, debió cambiar a David Price, James Shields, Ben Zobrist, Melvin Upton y Scott Kazmir. Pero con Arroyo y los demás, han dejado claro que tienen un futuro prometedor.
Mientras tanto, Longoria se va a hacer historia a la zona de la Bahía, donde no han tenido un antesalista estable desde los días de Pablo Sandoval. Ahora viene la era de Longoria.