Durante una conversación con un grupo de alumnos, estudiantes y estudiosos de periodismo (son personajes diferentes) sobre la influencia de Rubén Darío en la literatura y el periodismo, uno de ellos preguntó por qué siendo tanta la presencia del bardo, no fue ni siquiera candidato al Premio Nobel.
Parte de la respuesta la encontré en el más reciente libro de Armando Zambrana, escritor, dariano, investigador y miembro de la Academia de Historia y Geografía de Nicaragua.
Bajo el título de “Prosa Crítica, Literaria y Periodística de Rubén Darío”, bajo la edición de la colega Sapjha Hamad y el auspicio del FDL, el escritor concita en un amplio ensayo la genialidad y erudición del poeta que traspasó las fronteras regionales y su influencia fue reconocida por Pablo Neruda, Gabriela Mistral, Miguel Ángel Asturias, Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa, latinoamericanos ganadores del Nobel.
¿Entonces por qué Rubén nunca fue candidato a este premio? ¿Tenía posibilidad un advenedizo en la literatura hispanoamericana originario de un país que apenas aparecía en el mapa? ¿Tendría alguna oportunidad un muchacho imberbe que llegó a Chile en busca de nuevos horizontes con valija de madera ripiosa, cabello abundante y desordenado y un traje donado por algún difunto?
Si no ha sido por don Juan Valera, quien dijo “Ninguno de los hombres de letras que he conocido de la Península, con más espíritu cosmopolita… me haya parecido tan compenetrado del espíritu de Francia”, el poeta se hubiera quedado divagando y peregrinando en los medios.
Darío sabía tanto de los griegos como si hubiera nacido allí. De los españoles más que sus propios cronistas. De los clásicos europeos sin hacer gala de ello… como dijo don Juan. Recibió homenajes además de los ilustrados europeos, de los norteamericanos, cubanos, latinoamericanos, en fin, trascendió su propia nacionalidad.
Nicaragua era conocida en ese tiempo por la ruta del tránsito, aun curándose las heridas de la desafortunada y dolorosa guerra nacional que nos dejó un presidente norteamericano, y el intento de las potencias que percibieron la posibilidad de un canal, las cruentas luchas de caudillos, las dictaduras expansionistas como la de Zelaya, en fin… un país asediado por la rapiña y las ambiciones de sus políticos.
¿Cómo explicar que surgiera de un país tan conflictivo un escritor que deslumbraría a América y Europa con una poesía y prosa que no pudo ser superado por ninguno de sus contemporáneos?
Vargas Vila lo reconoció cuando dijo que “las letras castellanas no tienen ni rememoran un poeta de su talla.
No tuvo antecesores ni tendrá sucesores… a pesar de sus imitadores Darío fue inimitable!”.
Desafortunadamente en las escuelas de periodismo aún obligan a los alumnos a leer “Rubén Darío periodista”, libro de crónicas que para entenderlo, sospechando la vaguedad de los conocimientos juveniles, necesitarían al menos un diccionario al lado.
Armando Zambrana con su libro ha resuelto parte de ese problema. No se puede estudiar periodismo sin conocer a Darío. Sin duda alguna el más extraordinario periodista de su época. Cronista, reportero, editorialista, comentarista, entrevistador, ensayista, corresponsal, director, columnista y maestro sin haber estudiado periodismo.
Pensemos en Darío en esta época de globalización. Redes sociales, propaganda mediática, y con la personalidad de un hombre culto, bohemio, académico, caballero, y sobre todo periodista honesto, libre y valiente.
Si conociera las actuales escuelas de periodismo, no se equivocó cuando dijo “periodistas que no saben escribir. Quienes tienen ideas y quienes no las tienen “.
Al reconocer el Premio Cervantes para Sergio Ramírez, ya Nicaragua no es la Nicaragua del siglo pasado o antepasado… ya no es la Nicaragua donde nació Darío. Ojalá la Real Academia reconozca que ahora sí existimos
El autor es periodista y abogado.