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Nochebuena
Julio César Castillo Ortiz

Todos los días podemos tener Nochebuena

La historia del nacimiento del Salvador de la humanidad inició con un rechazo. En todo el pueblo no había lugar para una mujer embarazada que estaba a punto de dar a luz. En el Evangelio de Lucas se nos relata: “Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón”.

El inicio de la venida al mundo del Emmanuel, Dios con nosotros, tiene un significado profundo que manifiesta lo que sería su estadía en esta tierra, desde siempre humilde, sincero, sin apego a nada terrenal, y también enfrentando constantemente el rechazo de la sociedad.

Actualmente hemos desviado el sentido del nacimiento de Jesús, la celebración está rodeada de reuniones, fiestas, posadas y un sinnúmero de actividades que hacen del mes de diciembre la época más dinámica del año, sin embargo, parece ser que se nos olvida lo más importante, darle un lugar en nuestro “mesón” al cumpleañero.

La Nochebuena es una fecha especial para las familias, de una u otra manera nos reunimos para una cena especial, entregarnos regalos y disfrutar de una noche de fiesta. Incluso dentro de la costumbre, está el adornar nuestros hogares, decorando de colores llamativos, principalmente la sala y la entrada de las casas.

No soy un detractor de la celebración de la Navidad, lo que pretendo es hacer una reflexión sobre lo trascendental que es para nuestra vida el invitar a Jesús a que permanezca en nuestro hogar, que no sea un simple huésped en cada Nochebuena, o peor aún, que ni siquiera esté invitado a la celebración, porque no podemos olvidar que la Navidad, es Jesús.

Si bien es cierto, Jesús como Hijo del Dios Vivo, es omnipresente, pues tiene la virtud de estar en todos lados por medio de su Espíritu Santo, como cristianos no podemos conformarnos con saber que Él es el dueño del espacio, y por tanto, tiene acceso a todo lugar, porque lo que en realidad anhela el Señor es poder tocar a la puerta de nuestra casa y de nuestro corazón, para que nosotros nos dispongamos a abrirle e invitarlo a pasar. “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenará con él y él conmigo”, Apocalipsis 3:20.

Solo podremos vivir una verdadera Nochebuena cuando escuchemos qué es lo que quiere de nosotros el Señor, pues más que regalos, arreglos y fiesta, lo que Jesucristo quiere es un “lugar en nuestro mesón”, quiere albergar en nuestro corazón. Pues les aseguro que solo así, la cena, los villancicos y el compartir cobran sentido en nuestra vida, porque estaremos llenos del amor de Dios, dispuestos a ser testimonios vivos de Jesús, como aquel Hombre, que se despojó de su gloria celestial para hacerse uno de los más pequeños en la humanidad.

Lo más importante de que Jesús ingrese a nuestro hogar, para quedarse como Señor de nuestra vida, es que no tendremos que esperar una fecha específica del año para vivir la Nochebuena, pues cuando Él se convierte en nuestro Señor, cambiamos todas nuestras noches en noches de Navidad, donde sin necesidad de tener arreglos, villancicos y cenas de gala, en nuestro hogar siempre se respirará el amor, el gozo y la paz que solo su presencia nos da.

El autor es presidente Asociación Cristiana Jesús está Vivo.

Opinión dias Navidad nochebuena archivo

COMENTARIOS

  1. El Observador
    Hace 6 años

    Está muy bueno el relato que nos hace el señor Castillo a cerca del nacimiento de Jesús. Lo que no dice, es como si todo eso estaba programado divinamente para que asi sucediera hay que repetirlo siempre. Otra cosa: se dice en los evangelios que unos Reyes magos visitaron a los padres de Jesús y que les trajeron Oro, Incienzo y Mirra, si eso fuera cierto, desde ahi mismo José y María dejaron de ser pobres, pues se supone que les trajeron mucho oro y además les han de haber ofrecido ayuda para proteger al recien nacido, pues ellos ya sabian que era un enviado de Dios

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