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Fotografía tomada a las 6:00 de la mañana del sábado 23 de diciembre de 1972 por Nicolás López Maltez. LA PRENSA / Cortesía: Nicolás López Maltez.

Fotografía tomada a las 6:00 de la mañana del sábado 23 de diciembre de 1972 por Nicolás López Maltez. LA PRENSA / Cortesía: Nicolás López Maltez.

Terremoto de Managua de 1972: El día antes del apocalipsis

Managua colapsó en 1972 por un devastador terremoto. Reconstruimos el día antes del apocalipsis y la despedida de una capital que gustaba a sus habitantes.

Ojalá el famoso astrólogo Urbano Madel hubiese predicho el terremoto. Él hacía predicciones e incluso señalaba a los personajes que morirían el próximo año. O al menos así lo aseguraba su anuncio en el último diario LA PRENSA de 1972. Madel era algo así como el Walter Mercado de la época, pero su supuesta clarividencia no alcanzó a vislumbrar el infierno de medianoche que avisó dos veces. Primero con un crepúsculo rojo que extendió su tinte hasta entrada la noche. Luego con pequeños sismos heraldos, que parecieron tocar la puerta de la ciudad como avisando de la desgracia.

“Managua murió cantando”, titularía su crónica el periodista Danilo Aguirre en marzo de 1973, cuando LA PRENSA pudo al fin reponerse del colapso de su sede en el antiguo centro de la capital y levantó su redacción en un edificio de Carretera Norte, donde se escriben estas líneas. Aquella edición, la del jueves 1 de marzo, es también la del famoso y lamentable titular de primera plana: “En 30 segundos, solo Hiroshima, y Managua!”

Hojeando el último diario del diciembre fatal y hablando con testigos del día anterior al terremoto que desfiguró Managua, reconstruimos aquel 22 de diciembre de una capital que gustaba a sus habitantes. Un puñado de calles diseñadas para caminar, donde trabajo y diversión competían para ver cuál latía más fuerte.


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 La Avenida Roosevelt de la Managua preterremoto era de una de las calles más concurridas de la capital. LA PRENSA / Cortesía: Nicolás López Maltez
La Avenida Roosevelt de la Managua preterremoto era de una de las calles más concurridas de la capital.
LA PRENSA / Cortesía: Nicolás López Maltez.

UN DÍA NORMAL

Uno de los problemas más grandes de ese día fueron unos grafitis que aparecieron sobre la tez blanca de algunos edificios. Rótulos que universitarios osaron dibujar durante una manifestación realizada la noche del miércoles. “FSLN”, escribieron. Los dueños de algunos locales se quejaron por los rayonazos y también porque luego, “sujetos no identificados” llegaron a taparlos con pintura negra, dejando feas manchas en las fachadas. Ese acto vandálico contra la férrea dictadura somocista tomó lugar a dos cuadras del teatro González.

En el González, el 22 de diciembre de 1972, estaban presentando “Los Aristogatos”, el clásico de Disney. Tandas a las 5:00 de la tarde, a las 7:00 y a las 9:00 de la noche. “Para celebrar las fiestas navideñas nada mejor que asistir al Teatro González para ver la mejor y más entretenida cinta de dibujos animados”. Siete córdobas la admisión general y 4 la de niños. Gatos parlanchines y músicos, trompetistas y guitarristas, para finalizar el año. Nada mal.

Es que aquel viernes era normal. En el cine Aguerri estaba “Águila o Sol”, con Cantinflas. “La película que marcó el inicio del más grande cómico de habla hispana”, decía el anuncio. La sala del Margot presentaba “Los diablos con alas”, pero anunciaba que a partir del lunes 25 comenzaban las tandas de “Si yo fuera diputado”, también con el popular Cantinflas. La siempre buena opción del autocinema, por su parte, presentaba “El arquero de fuego”. Aquí la entrada general se cobraba por vehículo, y salía en 12 córdobas.


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Panorámica del parque Rubén Darío en la antigua Managua. A la derecha, la catedral, en el centro histórico capitalino. LA PRENSA / Archivo
Panorámica del parque Rubén Darío en la antigua Managua. A la derecha, la catedral, en el centro histórico capitalino.
LA PRENSA / Cortesía: Nicolás López Maltez.

“No era necesario andar en carro en esa Managua. Todo estaba juntito. Bancos, iglesias, oficinas de Gobierno, restaurantes, cines. Todo a pie. Era una ciudad para fraternizar”, recuerda el historiador Bayardo Cuadra, quien ese día fue a trabajar y a recoger su último cheque del año. Lo dejó en una gaveta de su escritorio, porque pensó recogerlo en la mañana del día siguiente para hacer diligencias.

“Managua era en realidad una ciudad pequeña, compacta, de dimensiones humanas, muy humanas, debido a su poca población. Muchísimos capitalinos caminaban a sus trabajos, a sus escuelas y a sus gestiones diarias haciendo todos los días la misma ruta a pie (popularmente se decía ‘a pincel’), y de tanto verlos pasar ya eran ‘caras conocidas’”, describe el periodista e historiador Nicolás López Maltez, que recuerda la víspera del terremoto como si fuera ayer.

Si uno venía de Carretera Sur, un rótulo daba la bienvenida a la capital de Nicaragua. “Bienvenidos a Managua. 410,000 habitantes”. No era una metrópolis, pero los historiadores y habitantes de sus venas la describen como una capital que no envidiaba ni un parque a sus capitales homólogas de Centroamérica.

“Una constante en aquella Managua era la constitución de la gran mayoría de sus barrios. En cada cuadra compartían la vida trabajadores, clase media, pequeños negociantes y destacados magnates. Ricos, medianos y pobres se conocían por sus nombres y se saludaban con respeto y cortesía”, recuerda López Maltez, miembro de la Academia de Historia de Nicaragua.


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El 22 de diciembre fue como la despedida de esa capital. Que “murió cantando”, según aquella memorable crónica. Algunos fueron esa noche, a las 8:00, al Night Club Versalles, a ver en vivo al “fabuloso conjunto” Los Galos, con actuación especial de las bailarinas Vicky Riquelme y Marie Adamo. Algunos otros quizás no salieron pero tenían su tique para el “Gran Baile de despedida del Año 1972, este 31 de diciembre, en el Gran Hotel”. La intransmisible valía la cara suma de 45 córdobas pero incluía “una cena de pavo o jamón a la hawaiana”.

Otro sitio que aglomeraba por entonces a no pocos comensales era La Espuela, un salón cervecero. Ahí convergían profesionales para platicar entre vasos y botellas de cebada u otros cereales fermentados en agua, malta y lúpulo. También estaban como opciones de esparcimiento El Colonial o El Club Social de Managua, que desaparecería para siempre en cuestión de horas.

“La capital de Nicaragua se divertía en vísperas de Navidad”, escribió Danilo Aguirre. “Su masa de noctámbulos que orgullosos pregonaban que ya Managua sí tenía vida nocturna, alardeando de un dudoso privilegio, apenas si repararon en los sismos que inútilmente alertaban sobre la gran desgracia”.

El historiador Nicolás López Maltez, autor de esta fotografía, llamaba a la Avenida Roosevelt “la primera arteria de Managua”. Abundaban comercios y transeúntes. LA PRENSA / Cortesía: Nicolás López Maltez.
El historiador Nicolás López Maltez, autor de esta fotografía, llamaba a la Avenida Roosevelt “la primera arteria de Managua”. Abundaban comercios y transeúntes.
LA PRENSA / Cortesía: Nicolás López Maltez.

Ficha científica del terremoto de 1972

Fecha: 23 de diciembre de 1972
Tiempo de origen: 00:29:44 (hora local)
Actividad sísmica: Sismos comenzaron alrededor de las 10:00 p.m. (hora local) el 22 de diciembre de 1972, el terremoto ocurrió a las 00:29 y a las 1:18 y 1:20 dos grandes réplicas sacudieron la ciudad.
Magnitud: 6.2 grados (escala de Richter).
Epicentro: 2 km dentro del lago de Managua, al noreste de la Planta Eléctrica Managua.
Intensidad: IX (muy destructivo, según la escala sismológica de Mercalli).
Muertos: Entre 10 mil y 11 mil personas
Heridos: 20 mil.
Destrucción: 60% de la ciudad en escombros.
Costo de daños: 845 millones de dólares (en la época).
FUENTE: Agencia para el Desarrollo Internacional de los Estados Unidos (USAID).


NOTICIAS EN LA PRENSA

Fue un día común y corriente y la edición de LA PRENSA fue común y corriente. Por aquellos años todo el diario era blanco y negro, y las notas que comenzaban en portada viajaban hasta la página 16 y se desplegaban en largas columnas de texto sin fotos, como sábanas de información. Otras páginas sí tenían fotografías en escala de grises, y también venían recuadritos internacionales, como por ejemplo el de un suceso rarísimo que ocurrió en Montevideo, Uruguay: “Hombre muerde a perro… y se lo come”.

La página 1, de hecho, contenía titulares foráneos. Bombardeos en Vietnam, asesinato de catedrático en México; pero también un importante mensaje del monseñor Bosco Vivas, vicario general de la Curia Episcopal nica. El escrito criticaba, aunque no explícitamente, a los nacionales serviles de Somoza, que en plena dictadura eran muchos.

“El servilismo constituye un pecado de idolatría, ya que coloca al hombre con pies de barro en el lugar que le corresponde a Dios”, se expresaba monseñor.

Ese día el periódico del doctor Pedro Joaquín Chamorro también arremetía contra el polémico negocio del plasma, que daba dinero a nicas a cambio de su sangre. “Un negocio que no tiene nada de bondadoso y que funciona como cualquier otro, es realmente el Centro de Plasmaféresis que está instalado al oriente de la ciudad capital, con el agravante de que la materia prima es el ser humano y su objeto la explotación”, se leía en la edición.

En la página 18 un artículo de balance económico: “Exportación de ganado subió el 20% en el 72”. Se mencionaba aquí la idea de levantar un edificio de la Asociación de Ganaderos que dignificara al gremio en la explanada de Tiscapa, cuya destrucción estaba en cuenta regresiva.

Anuncio de la película Los Aristogatos del Cine González en la última edición de LA PRENSA de 1972, el día 22 de diciembre. LA PRENSA / Reproducción
Anuncio de la película Los Aristogatos del Cine González en la última edición de LA PRENSA de 1972, el día 22 de diciembre.
LA PRENSA / Reproducción.

¿CIUDAD MAL CONSTRUIDA?

Echarle la culpa a Managua como ciudad por lo que estaba a punto de acontecer es quizás fuerte, pero muchos de sus inmuebles adolecían de construcciones de mediana calidad y en todo caso incapaces de resistir sismos.

Los edificios más altos de la ciudad —cuenta el historiador Bayardo Cuadra— eran el Banco de América (la torre de tono naranja que se encuentra hoy al lado de la Asamblea Nacional) y el Banco Central. “El Banco Central se derrumbó. De 12 pisos que tenía quedaron solo tres”, dice Cuadra. Otros edificios nuevos o dizque nuevos de la época eran el Zacarías Guerra y los Edificios Silva, que también colapsaron.

“Si vos construís bien, la afectación de un terremoto no es tan grande o no es mayor”, recalca Cuadra. “Tenés el ejemplo del Teatro Rubén Darío, construido en 1969. Lo que está bien construido soporta un terremoto fuerte. Pero el teatro y la torre del Banco de América tuvieron la participación de firmas internacionales en su edificación. El Banco de América fue financiado por Wells Fargo, un poderoso banco de California, y ellos exigieron una comitiva internacional con código californiano antisísmico”.

En las siguientes semanas rotativos internacionales compararían el destino de Managua con el de Pompeya, desaparecida por una violenta erupción del volcán Vesubio en el siglo I. “Una ciudad muerta”, la llamaría un diario de Brasil, con una fotografía de escombros sin humanos.

Pero a las 7:00 p.m. del 22 de diciembre, sin embargo, Managua seguía viva.


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¡Sáquenos de aquí!

El historiador Bayardo Cuadra recuerda que la muerte se convirtió en algo normal poco después del terremoto de 1972. Los miles de cadáveres iban apareciendo y sus familiares iban lamentándolos. Un episodio que lo marcó particularmente fue el de un padre que no podía rescatar a sus hijos vivos de los escombros, y que estos le pedían desesperados que los salvara, prometiendo: “¡Papá, sáquenos de aquí! No vamos a ser traviesos. Venga ayúdenos por favor. Nos vamos a portar bien”.
Las voces de esos niños se apagaron junto con sus vidas.
Cuadra también atestiguó asesinatos. Un chileno amigo de él estaba en Managua y llevaba un revólver, y al ver a un tipo que cortaba los dedos de las manos de un cadáver para robarle los anillos, le disparó en la cabeza.
En la mañana del sábado 23 de diciembre de 1972, el historiador Nicolás López Maltez tomó una foto del drama del terremoto que luego fue publicada en numerosas oportunidades. Anastasio Somoza Debayle ilustró su libro “Nicaragua traicionada” con ella y durante el gobierno de Enrique Bolaños se hizo una estampilla con la misma imagen.

Un cadáver es incinerado la noche del terremoto de Managua de 1972. LA PRENSA / Reproducción.
Un cadáver es incinerado la noche del terremoto de Managua de 1972. LA PRENSA / Reproducción.

LA DESPEDIDA Y EL CIELO ROJO

Nicolás López Maltez recuerda la noche de viernes 22. Estaba feliz porque sus alumnos de Fotografía y Televisión Publicitaria de la Universidad Politécnica (Upoli) le anunciaron por la mañana que lo honrarían dedicándole su promoción de graduados. “Para corresponderles les invité a un convivio en mi hogar —en Jardines de Santa Clara, 214—, que comenzó a las 7:00 de la noche del 22 de diciembre”.

A las 10:00 p.m. —cuenta el historiador—, se sintió un fuerte temblor y los padres de las alumnas llamaron por teléfono preocupados. López Maltez y su esposa detuvieron el convivio y fueron a dejar a los estudiantes a sus casas en vehículo. Después de dejar al grupo, ya pasada la medianoche, pasaron por la Farmacia 22-24, que nunca cerraba, comprando revistas. Se enrumbaron por la Carretera a Masaya en dirección hacia Tiscapa y fue entonces cuando “ocurrió el gran terremoto”.

“Mientras el vehículo brincaba como balón, vimos desde la parte alta de la Avenida Bolívar cómo se apagaban las luces de Managua y seguidamente surgían las llamas de los múltiples incendios que iluminaban una enorme nube de polvo elevándose a gran altura”, describe López Maltez.

El 60 por ciento de la capital se derrumbó con el terremoto, destuyendo también vehículos. LA PRENSA / Reproducción.
El 60 por ciento de la capital se derrumbó con el terremoto, destuyendo también vehículos.
LA PRENSA / Reproducción.

Lea la crónica Ensayo del juicio final, escrita por el periodista Horacio Ruiz


Horas atrás muchos testigos recuerdan haber visto un cielo rojizo. El historiador Bayardo Cuadra dice que ahora hay quienes piensan que ese detalle lo añaden como efecto de drama, pero él también lo vio. “Eso tiene una explicación científica, que tiene que ver con los movimientos telúricos, la fricción de placas”, comenta.

Por su parte, el entonces comandante bombero de Managua, René Selva, como figura en un reciente reportaje de Domingo, había ordenado al jefe de turno de la estación que sacara las cisternas a la calle “porque no le gustaba el color rojizo que tenía el cielo esa noche ni el calor que estaba haciendo”, pero cuando lo reemplazó otro jefe de turno, mandó a guardar las 16 cisternas, que quedarían aplastadas mientras la capital ardía.

La casa presidencial de los Somoza, en la loma de Tiscapa, quedó destruida con el terremoto. LA PRENSA / Reproducción.
La casa presidencial de los Somoza, en la loma de Tiscapa, quedó destruida con el terremoto.
LA PRENSA / Reproducción.

El periódico LA PRENSA no volvió a salir hasta el 1 de marzo de 1973. Dos meses habían pasado desde la desgracia, pero la edición lucía como la del día siguiente. Crónicas de la noche mortal, noticias de agencias con fecha de nueve semanas anteriores, galerías de fotografías espeluznantes, como la de un cadáver incinerado en plena calle o la de dos niños que quedaron huérfanos y miran a la cámara con la expresión vacía.

El último diario de 1972, por el contrario, fue un periódico normal, porque aquel fue, en realidad, un día normal. Managua no estaba preparada para el apocalipsis, pero ¿quién lo está? Imagínese que incluso iban anuncios de adivinos como el del astrólogo Urbano Madel, que prometía vislumbrar el futuro, pero que no pudo anticipar el rojo del firmamento, ni supo avisar de la ira de la naturaleza, que no entiende de humanos ni ciudades.

La primera edición del diario LA PRENSA de 1973 fue publicada el jueves 1 de marzo, cuando el periódico se repuso del colapso de su edificio en el centro histórico de Managua. LA PRENSA / Reproducción.
La primera edición del diario LA PRENSA de 1973 fue publicada el jueves 1 de marzo, cuando el periódico se repuso del colapso de su edificio en el centro histórico de Managua. LA PRENSA / Reproducción.

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COMENTARIOS

  1. Octavio H Morales Cruz
    Hace 6 años

    El edificio del Banco Central de Nicaragua NO SE DERRUMBO. si hay que reconocer que por la ineficiente construction de la constructora Solórzano Villa Pereira (SOVIPE); quedo muy dañado y hubo que demoler parte de su estructura. Yo soy Ingeniero Electro*Mecánico graduado de la UCA trabajé en 1975 para Sertesa; subsidiara de Constructora Técnica SA (Contectsa) y nosotros ganamos la licitación para demoler los pisos superiores del Bando Central de Nicaragua.

  2. EL Indu
    Hace 6 años

    Yo vivia contiguo a lo que fue la luneta del cine Tropical cuando el terremoto.
    Mi hermana tenia un restaurante y hospedaje. Recuerdo que uno de los huespedes era un frances que formaba parte de un equipo cientifico a que estaban haciendo estudios geologicos en Managua desde unas semanas antes del sismo. Pero unos dias antes, nos dijo que se iba porque su compromiso ya habia terminado y nos advirtio que algo catastrofico estaba por ocurrir en Managua. Nosotros no le dimos importacia a su advertencia. Vino lo inesperado y fue ahi que entonces nos dimos cuenta de lo que nos quiso advertir el cientifico frances con su mensage. Lastima que el Ing Berroteran ya fallecido y un gran especialista en estudios geologicos me hubiese corroborado la participacion del frances en ese equipo cientifico haciendo ese estudio geologico. Lo extraño fue su advertencia que nosotros no la tomamos con seriedad. Gracias a Dios ningun miembro de mi familia fallecio en ese percance.

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