La semana pasada se produjeron dos acontecimientos que, con toda probabilidad, tendrán un impacto sobre la economía nicaragüense. El primero se refiere a las sanciones impuestas por el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos sobre el Presidente del Consejo Supremo Electoral (CSE), Roberto Rivas, en aplicación de la denominada Ley Magnitsky. El segundo se refiere a la introducción al Consejo de Relaciones Exteriores del Senado, por parte de siete senadores, Republicanos y Demócratas, de una versión más comprensiva de la Nica-Act.
Sin embargo, es importante analizar las vías o canales a través de los cuales estos eventos podrían tener un impacto sobre nuestra economía. La medida que, en apariencia, impondría costos más elevados al país sería la Nica-Act, en tanto la Ley Magnitsky se aplica a individuos específicos.
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La Nica-Act estipula que el presidente de Estados Unidos instruirá al director ejecutivo de cada institución financiera a que use la voz y el voto de los Estados Unidos para oponerse a cualquier préstamo al Gobierno de Nicaragua que no sea para atender las necesidades humanas básicas, o para promover la democracia a menos que el Gobierno de Nicaragua esté tomando medidas eficaces para celebrar elecciones libres, justas y transparentes, combatir la corrupción, respetar las libertades civiles, entre otros fines.
A primera vista, la Nica-Act afectaría severamente al Programa de Inversión Pública, el cual depende, para su financiamiento, en alrededor de la mitad, de los préstamos de los organismos financieros multilaterales. Sin embargo, al evaluar el impacto económico potencial de esta iniciativa de ley sobre el Programa de Inversión Pública debe considerarse, primero, que Estados Unidos carece, a estas alturas, de poder de veto para la aprobación de préstamos en el seno de los Directorios tanto del Banco Interamericano de Desarrollo como del Banco Mundial.
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Segundo, la Nica-Act afectaría la aprobación de nuevos préstamos, pero no a los prestamos ya aprobados, y el Gobierno de Nicaragua se ha adelantado, desde que se anuncio por primera vez la introducción de la Nica-Act al Congreso norteamericano, a acelerar la aprobación de préstamos por parte de estos organismos, de manera que para el próximo quinquenio se proyecta un incremento de los desembolsos de préstamos externos.
Esto nos permite concluir que el impacto económico de los eventos mencionados no vendrá por el lado del voto negativo norteamericano con respecto a la aprobación de nuevos préstamos, sino por el efecto que, sobre los inversionistas privados, podrían tener ambos hechos, considerados en sí mismos.
Estos eventos hacen aparecer a la potencia más poderosa del planeta imponiendo, como en los 80, severas sanciones económicas sobre Nicaragua, las cuales involucran tanto medidas expresas del Poder Ejecutivo, orientadas a sancionar a funcionarios considerados corruptos y/o violadores de los derechos humanos, como el avance de una ley con apoyo bipartidista.
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Al respecto, conviene recordar que la inversión privada constituye, siempre, el componente más volátil de la demanda agregada, porque depende de los ¨animal spirits¨ de los inversionistas que, como lo muestra la evidencia, resultan ser extremadamente sensibles a toda nueva información que involucre un incremento en la percepción de riesgo, y en particular, un incremento radical en la incertidumbre.
Dado que una decisión de inversión significa inmovilizar importantes montos de capital por un plazo indeterminado, en presencia de incertidumbre los inversionistas reaccionan de posponiendo las decisiones de inversión, provocando una caída interanual de la misma.
De hecho, lo que normalmente provoca las caídas de la economía es, en gran medida, la caída de la inversión privada.
Si la inversión privada, y sobre todo la inversión directa extranjera, se retrajese como resultado de los eventos mencionados, lo más probable es que se produzca una contracción de la actividad económica. El colapso de la denominada “cooperación petrolera” de Venezuela ya se ha estado reflejando en una visible desaceleración económica, de manera que este impacto adicional vendría a empujar más la economía hacía abajo.
*Economista