14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.
José Antonio Peraza Collado

¿Son creíbles los datos del CSE?

El método utilizado por el Consejo Supremo Electoral (CSE) desde 1990 hasta 2012 para calcular la participación electoral era muy sencillo, se dividían los votos válidos entre los inscritos en el padrón electoral.

No obstante, el mejor método para calcular la participación ciudadana es dividir los votos depositados (votos válidos más votos nulos) entre los inscritos en el padrón. Este último método no se ha implementado porque desde la elección del 2004 el CSE dejó de publicar los votos depositados.

Es fácil percibir un descenso de la participación política desde 1990 hasta hoy. Para elecciones presidenciales la participación pasó del 86.23 % en 1990 al 58.05 % en 2011. Únicamente, en la elección presidencial 2016 (según CSE) aumentó la participación en un 10 % con respecto al 2011 con un 68 % de participación. En elecciones municipales la participación ha oscilado entre un 57.02 % (2000) y un 50 % (2004).

En 2011, Ética y Transparencia denunció que los partidos opositores no habían podido fiscalizar el 30 % de las Juntas Receptoras de Votos (JRV), y que en ese 30%, la votación para el FSLN aumentó en un 30 %. Más grave aún, que el FSLN se había adjudicado entre ocho y doce diputados que no se correspondían con el nivel de votación. Asimismo, estas elecciones mostraron un patrón de comportamiento nunca antes observado, que los candidatos a diputados obtuvieron más votos que los votos para presidente.

Nicaragua utiliza el sistema electoral proporcional para asignar escaños, por tanto, los porcentajes totales de votos recibidos por los partidos políticos son casi siempre iguales a los escaños recibidos. El FSLN obtuvo en 2006 un 38.04 % de los votos y obtuvo 38 diputados; en 2011, supuestamente obtuvo 62.46 % de la votación y recibió 62 diputados; en 2016 obtuvo 72.50 % de la votación y obtuvo setenta diputados. El FSLN recibió en 2011 un diputado por cada 25,311 votos. Por ende, si el FSLN se adjudicó doce diputados de más, eso significa, que se otorgó unos 303,732 (25,311 x 12) votos de más para obtener 62 diputados; si a los 1,569,287 votos asignados al FSLN por el CSE le restamos los 303,732 fraudulentos la votación real del FSLN en 2011 pudo rondar los 1,265,555 votos, pero el CSE reportó 1,569,287.

En la elección del 2016, con base en el primer método cálculo, supuestamente hubo 2,488,199 votos válidos y un padrón de 4,990,020 personas; por tanto, el nivel de participación fue de 49.86 % y la abstención de 50.13 %. Entonces, por qué los datos del CSE son diferentes a los mostrados aquí. Simple, el CSE calculó los resultados utilizando los votos depositados 2,578,445 y los dividió entre el padrón real, definido por el CSE, en 3,800,000. Así el CSE redujo la abstención en un 18 %. Pero el CSE reportó una votación récord de 2,578,445 personas. Esta votación hubiese requerido que votaran 171 personas en las 14,582 por JRV durante 11 horas, una persona votando cada 4 minutos. Ese comportamiento los nicaragüenses no lo vimos por ningún lado.

En 2016, el CSE reportó que el FSLN recibió 1,803,994 votos, por tanto, si dividimos los votos recibidos entre el número de diputados adjudicados, el FSLN recibió un diputado por cada 25,772 votos. Si asumimos que votaron por el FSLN los mismos 1,265,555 que en el 2011, tomando en cuenta la enorme abstención del 2016 y el escandaloso aumento de votos ilegítimos en 2011, y los dividimos entre los 25,772 votos por diputado, el resultado es que el FSLN debió haber obtenido 49 diputados o menos en una elección libre y transparente.

En 2017, el CSE calculó la participación, tomando los 2,015,124 (votos depositados) y los dividió entre un padrón definitivo de 3,894,104 que arrojó una participación del 51.74 % y una abstención del 48.26 %. Si el CSE hubiese hecho el cálculo tomado los 1,962,326 votos válidos entre los 5,095,745 inscritos en el padrón la participación hubiese sido del 38.5 % y una abstención del 61.5 %.

El FSLN obtuvo, en elecciones municipales junto a las presidenciales, en 1996, 664,909 votos válidos que representaron un porcentaje del 37.83 %. En la elección municipal del 2000, elecciones presidenciales y municipales separadas, el FSLN obtuvo 618,821 votos válidos para un porcentaje del 39.58 %. En 2004, la votación para el FSLN fue de 730,893 votos válidos que representó un 43.61 % de participación.

En números absolutos el FSLN aumentó su votación en 112,072 votos válidos con respecto al 2004 para un aumento porcentual del 18 % (único dato comprobable por los fraudes) de votos con respecto a la elección del 2000. Si se toma el aumento del 18 % como aumento natural del FSLN de una elección municipal a otra, el FSLN debió obtener en el 2008, más o menos, 862,454 votos válidos, 1,117,695 en 2012 y 1,200,881 en 2017; no obstante, según el CSE el FSLN obtuvo en 2008 1,009,178 votos, 1,371,710 en 2012 y 1,335,493 en 2017; la diferencia entre lo reportado por el CSE y nuestros cálculos oscilan entre 130,000 y 350,000 votos para elecciones municipales; esto sin estimar los efectos de la abstención general y al interior del FSLN.

El deterioro de la participación es manifiesto desde 1996, por tanto, es incomprensible que el CSE reporte un aumento en 2016, más bien, parece un intento de legitimar los fraudes; ha quedado demostrada la incapacidad de los partidos opositores para poner fiscales en cada JRV y defender el voto; se infiere que el FSLN se asignó de forma ilegal más de 300,000 votos en las elección del 2011 y más 600,000 en 2016; es muy difícil que el FSLN pueda alcanzar más allá de los 1,200,000 votos en su mejor votación; a partir de la elección del 2012 son más las personas que se abstienen que las que votan; los datos electorales proporcionados por el CSE a partir del 2008 no son consistentes.

El autor es politólogo.

Opinión CSE datos elecciones archivo

COMENTARIOS

  1. El Observador
    Hace 6 años

    Es de suponerse, que todo lo que relata el señor Peraza Collado, es real. Lo curioso es, que dentro de todos los grupos llamados partidos que dicen oponerse al Gobierno de Ortega, no hay consenso para plantarle cara a esa situación. Porque, no creo que dentro de esos grupos no hayan personas capaces de analizar todo lo que expone Peraza Collado. Entonces, solamente queda la duda de si realmente los que se dicen adversarios de Ortega, son verdaderos colaboradores solapados, y por eso como se dice popularmente, se hacen los chanchos, hablando pupulucas como los picaditos de cantinas de barrio pobre.

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí