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DD.HH.
Uriel Pineda Quinteros

Pobreza y Derechos Humanos

Las violaciones a Derechos Humanos (DD.HH.) no solo derivan de los abusos del régimen, sino de la ineficacia por falta de enfoque de Derechos Humanos en las políticas públicas para reducir la pobreza. Tendencias jurídicas actuales sostienen que la erradicación de la pobreza no es un simple deber moral, sino una obligación legal con fundamento en el Derecho Internacional de los Derechos Humanos, una realidad aún muy distante de Nicaragua.

La visión del régimen de reducción de pobreza me recuerda un chiste sobre Fidel Castro. Imaginen a Fidel Castro diciendo un discurso ante una multitud, donde afirma que en Cuba nadie se va a la cama sin comer. En ese instante, un cubano interrumpe el discurso y le grita al dictador diciéndole que él no ha comido, Castro se enfurece y manda a traer al osado hombre a la tarima. Frente a la multitud, Castro ordena le den de tomar agua en reiteradas ocasiones, hasta que el hombre dice ya no querer más, acto seguido el dictador le pregunta al hombre si tiene hambre y este tímidamente le contesta afirmando que no tiene hambre, a lo cual Castro replica ante la multitud expectante: Te fijas chico, tú tenías sed, no hambre.

Los voceros del régimen dirán que somos los menos quienes no queremos ver los logros en este tema, pero objetivamente, quienes ganan menos de 4 dólares al día son pobres según el monitoreo de pobreza y desigualdad en América Latina y el Caribe, publicado en abril de 2016 por el Banco Mundial. En ese segmento poblacional está la enorme mayoría de nicaragüenses, aunque no lo reconozca a quien le pagan por escribir diciendo que son los más.

Recientemente, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos publicó en su informe Pobreza y Derechos Humanos que: “La pobreza constituye un problema de derechos humanos que se traduce en obstáculos para el goce y ejercicio de los derechos humanos en condiciones de igualdad real por parte de las personas, grupos y colectividades que viven en dicha situación” (par 2, 2017).

Es natural que nos indignemos por los asesinatos, detenciones ilegales, agresiones que comete el régimen, sin embargo, se ha invisibilizado a quienes no acceden a educación, no tienen medicamentos o atención médica y los niños que están por debajo de su talla y peso por desnutrición. El informe de Naciones Unidas, Principios Rectores sobre la Extrema Pobreza y Derechos Humanos (2012) se refiere a principios básicos en virtud de los cuales debe construirse una política pública para atender a la extrema pobreza, de los cuales me interesa destacar: participación y empoderamiento; transparencia y acceso a la información, y rendición de cuenta.

En Nicaragua, la inclusión de una persona en un programa de asistencia social pasa por la Juventud Sandinista y los beneficiarios deben agradecer al régimen, eso es lacerante a la dignidad de los más necesitados. Asimismo, la falta de transparencia sobre criterios, universo de beneficiarios y segmentación de los mismos, impiden la auditoría social sobre estos programas y promover desde la sociedad civil cualquier ajuste que mejore el impacto o cualquier alternativa que pudiera tener mejor impacto. Por último, en lo concerniente a la rendición de cuentas, no hay que perder de vista que esto sale de los impuestos de todos, nuestros impuestos no pueden pagar la promoción de la imagen del dictador o el mantenimiento de sus estructuras político-partidarias.

Existe un estancamiento en la reducción de la pobreza en Latinoamérica y Nicaragua no es la excepción, ocultar esta realidad y no atenderla con una adecuada política pública, únicamente condena a más generaciones a vivir en la pobreza. Votar y expresarnos libremente es importante, pero siguiendo a Amartya Sen, seremos una sociedad verdaderamente libre cuando no exista pobreza.

El autor es maestro en Derechos Humanos

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