Desde Ted Williams, pasando por Cal Yastrzemski, Jim Rice y Dwight Evans, hasta desembocar en David Ortiz, los Medias Rojas han sido sinónimo de poder al bate.
Sin embargo en 2017 fueron últimos en jonrones conectados en la Liga Americana con 168, una cifra superada incluso por el esfuerzo combinado de cuatro bateadores que los Yanquis tendrán en su line up este año: Stanton (59), Judge (52), Sánchez (33) y Gregorius (25).
De ahí la exigencia de los fanáticos y la sugerencia de la prensa de Boston, de que los Medias Rojas agreguen un toletero de poder a una alineación que ha carecido de un líder desde la salida de Ortiz, tras la campaña del 2016.
Estamos hablando a la vez, de un equipo que ganó 93 partidos el año pasado y se impuso en la División Este. El problema ha sido ir más allá de la primera ronda de los playoffs. Además los Yanquis se han armado y eso requiere una respuesta de sus rivales más enconados.
La mejor opción en el mercado es J. D. Martínez, el artillero de Miami, quien viene de meter 45 pelotas a las tribunas con Detroit y Arizona en 2017. Su evolución como bateador es admirable. Dave Magadan, su coach en los Diamondbacks, lo considera un estudioso del bateo.
El problema es el precio. Su agente, Scott Boras, aspira a un contrato por el orden de los 210 millones de dólares en ocho años. A los Medias Rojas les parece mucha plata, pero sobre todo, muchos años. Según el USA Today, ellos le ofrecen cinco años, aunque no se habla de plata en el reporte.
No obstante, mientras se determina si hay acuerdo o no, quizá la clave de Boston este año sea David Price, más que un artillero de poder. Price saludable, haría un dúo fantástico con Chris Sale. El año pasado se vio limitado a 74 innings por lesiones, pero había lanzado 200 innings en seis campañas anteriores.
“Los Yanquis tienen una gran artillería, pero nosotros tenemos un gran picheo”, dijo Xander Bogaerts. Y es cierto. Pero para ello, Price es demasiado importante, incluso más que un bateador, pero conociendo la rivalidad Yanquis-Bston, los Medias Rojas necesitan dar un golpe en la mesa.