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Luis Sánchez Sancho

PJChC y mi conversión democrática

Comencé a relacionarme con el doctor Pedro Joaquín Chamorro Cardenal (PJChC) en 1970, cuando representantes de varios partidos antisomocistas iniciamos pláticas sobre la necesidad y posibilidad de formar una alianza amplia contra la dictadura somocista. Coalición Opositora Nacional (CON) se le llamó a aquel embrión de alianza democrática pluralista y se convino que por táctica no debería mencionarse públicamente como uno de sus integrantes, al marxista Partido Socialista Nicaragüense (PSN) del que yo era secretario general.

Aquella posibilidad de alianza política se abrió a partir de que el doctor Chamorro Cardenal dijo públicamente, que era necesaria una alianza de los partidos democráticos “hasta con los socialistas”, para poder derrotar a la dictadura de la familia Somoza. Esa declaración fue en octubre de 1966, en el marco de la campaña electoral de la primera Unión Nacional Opositora (UNO) y al regresar de un viaje a los Estados Unidos el doctor Fernando Agüero —su candidato presidencial—, quien fue recibido con una multitudinaria concentración popular en la Plaza de la República.

Estaba yo preso en la cárcel de La Aviación (donde ahora es el cuartel policial Ajax Delgado), en 1971, cuando me informaron que la incipiente CON se había disuelto porque uno de los partidos miembros se opuso de manera intransigente a la propuesta del doctor Chamorro Cardenal, de incorporar al Movimiento Liberal Constitucionalista (MLC) organizado por el doctor Ramiro Sacasa Guerrero e integrado por antiguos miembros del régimen somocista, que habían pasado a la disidencia democrática.

Después de la CON, el doctor Chamorro Cardenal y el doctor Sacasa Guerrero crearon en 1973 un movimiento llamado Movilización Nacional, con participación de distinguidas personalidades democráticas.

La creación de Movilización Nacional fue la oportunidad de relanzar el proyecto de alianza opositora pluralista, hasta fundar en diciembre de 1974, en Masaya, la Unión Democrática de Liberación (UDEL), de la que el doctor Chamorro Cardenal fue su primer presidente y líder nacional.

La relación política en el marco de UDEL permitió cultivar vínculos personales que poco a poco fueron forjando una genuina amistad entre aquellas personas, que teníamos distintas concepciones ideológicas pero coincidíamos en la necesidad de crear una Nicaragua libre y democrática, en la que todos tuviéramos cabida y el pueblo pudiera escoger libremente a sus gobernantes.

En las pláticas amistosas que sosteníamos después de cada actividad formal de UDEL, hablábamos con franqueza, pero con respeto, de nuestras diferencias ideológicas. El doctor Chamorro Cardenal solía decirme que no podía entender cómo, alguien como yo que luchaba sinceramente contra la dictadura somocista y por la democracia, sin embargo, como marxista-leninista era defensor de la dictadura del proletariado que se había impuesto en Rusia y otros países de Europa y Asia, inclusive en Cuba de América Latina.

¡Ah!, le replicaba yo al doctor Chamorro. Es que son cuestiones completamente distintas. El somocismo es una dictadura reaccionaria, al servicio de los explotadores que oprimen a la clase obrera y los campesinos pobres. En cambio, la dictadura del proletariado es el poder político de los obreros y campesinos, que además es un régimen transitorio, solo para mientras se construyen el socialismo y el comunismo en los que desaparecen las clases sociales, se logra la igualdad y la felicidad de todas las personas y entonces ya no será necesaria ninguna forma de poder político ni Estado.

Nada de eso es válido, replicaba el doctor Chamorro, dictadura es dictadura llámese de la burguesía, del proletariado o de cualquier otra clase, y vos que luchás por la democracia te vas a convencer de eso más temprano que tarde. Y así fue, en efecto.

Finalmente admití que el doctor Chamorro Cardenal tenía razón. Sus persuasivos argumentos calaron en mi mente abierta y fueron socavando mis convicciones marxistas-leninistas, que yo creía inconmovibles desde los tiempos que estudié en Moscú, capital de la extinta Unión Soviética que en ese tiempo era la Meca o el Vaticano del comunismo mundial.

Han pasado cuarenta años desde que las fuerzas tenebrosas asesinaron al doctor Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, pero el paso del tiempo aumenta mi gratitud al doctor Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, por haberme ayudado a la conversión democrática de la cual me siento inmensamente orgulloso.

Opinión conversión PJCHC archivo
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