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Óscar Chavarría

El valor de la tenacidad

En la noche de la Navidad se nos presentaba a un Jesús, nacido en un pesebre, pobre como cualquier pobre y visitado por los pastores, símbolo de los más pobres y marginados de aquel tiempo.

San Mateo nos pone a otros grandes personajes que arriesgaron hasta su misma vida para llegar a la meta que se habían propuesto: encontrar al Rey de los judíos (Mt. 2, 2). Estos personajes son los Magos: símbolo de los pueblos paganos, de los aparentemente sin fe para el pueblo creyente judío. Los Magos buscaron, encontraron a Jesús y ese encuentro les cambió sus vidas: “Se volvieron por otro camino a sus casas”. (Mt. 2, 12).

Solo quienes son capaces de arriesgar, los insatisfechos porque saben que aún pueden ser más, los que buscan con ilusión, los que se proponen una meta y se lanzan a conseguirla, son capaces de sentir la alegría, como los Magos, de ver cómo su esfuerzo acaba siempre en éxito (Mt. 2, 10).

Los magos son figura de quienes son audaces y se arriesgan con tal de conseguir las metas que se han trazado en su vida. Dejaron todo: su patria, su familia, sus comodidades, con tal de encontrarse con el Rey de los judíos que había nacido.

Ante cualquier imprevisto o dificultad, se lanzaron con tenacidad para seguir adelante y conseguir lo que pretendían. No miraron sacrificios ni fatigas. Su mirada estaba en conseguir la meta que se habían propuesto. Y gracias a esa tenacidad consiguieron lo que querían: encontrarse con el Rey de los judíos (Mt. 2, 11) y, además, se llenaron de la presencia de Dios, de la luz verdadera, cosa que les sirvió, a sí mismos, para cambiar de vida.

Nosotros, ante cualquier dificultad, revés o riesgo, lo primero que nos viene a la mente, es tirar la toalla. Vivimos en un mundo en el que la cultura del facilismo se nos ha metido hasta por los huesos; por eso, nos encantan los populismos, los paternalismos, los mesianismos y todo cuanto sea recibir sin esfuerzo alguno de nuestra parte.

La tenacidad es un valor humano y cristiano que nunca debe faltar en nuestra vida, si queremos alcanzar las metas que nos proponemos. La palabra “tenacidad” viene del verbo latino “tenere” y significa “retener, mantenerse”. Ser tenaz es, pues, mantener la dirección y las metas que soñamos llevar a cabo. Mantenerse fiel a las tareas emprendidas, aunque se nos pierda la estrella.

Por eso, la tenacidad va acompañada siempre de otros valores, como son: la valentía y el buen ánimo, el coraje y la audacia. La animosidad y el poner el alma en todo cuanto se emprende. El abrigar la esperanza de que sí es posible conseguir aquello que pretendemos, a pesar de que se presenten obstáculos.

Nuestro mundo, nuestra sociedad, necesitan, no de paternalismos que nos convierten en inútiles y vividores, sino de gente tenaz, capaz de arriesgar, como los Magos, con el fin de poder llegar a nuestro propio desarrollo y al desarrollo del país. La vida es una aventura apasionante y solo quienes se lanzan a vivirla con tenacidad, como los magos, son capaces de gozar de la alegría que supone vivirla.

Solo podemos sentir la alegría de llegar a Belén, a gozar de la luz de la estrella, a sentir la alegría de ver los sueños realizados, quienes, como los magos, se lanzan con tenacidad y sin temor al riesgo a la aventura de la vida, de la fe, de sentir el orgullo y la alegría de conseguir lo que nos hemos propuesto. Este es pues el propósito de este nuevo año.

El autor es sacerdote.

Opinión tenacidad Valor archivo
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