La novela Un amor, del escritor barcelonés Alejandro Palomas, recién premiada en la 74 edición del premio Nadal, es una obra que tiene como protagonista a una familia conducida por Amalia, la omnipresente y protectora madre de tres hijos.
Palomas ha revelado que su novela “transcurre en 24 horas, y el núcleo fundamental es una familia de pocos miembros preparando una boda, la de la hija mediana, una familia como cualquiera de las nuestras, en una ciudad como cualquiera, pero es un color y una intensidad muy Palomas”.
Hay una historia de trasfondo: “Cuando preparas las cosas y crees que controlas la vida, la vida juega sus cartas, y en esta novela juega muchas cartas; y los personajes tienen que reordenarse constantemente para mostrar su mejor versión”.
Personajes se ríen de si
Un amor, es, a decir de Palomas, “una apuesta por mostrar el mejor lado del alma humana” y no falta mucho sentido del humor, con “personajes que se ríen mucho de sí mismo, con muchas emociones muy contenidas y la voluntad de acompañar al lector”.
Aunque en la novela parece que hay una protagonista, la madre, sin embargo “a medida que se van abriendo las distintas capas y se descubren secretos que jamás se habrían imaginado, los protagonismos cambian porque las necesidades cambian”.
Palomas piensa que la novela puede ser considerada “autobiográfica”, pues “siempre hay una parte de ti, porque eres tú quien escribe” y ha puntualizado que “coinciden algunos hechos con mi vida, pero no con los personajes a los que se los atribuyo”.
Al respecto, Palomas se siente como “un ceramista que moldea a sus personajes”.
Como en novelas anteriores, Palomas trabaja con “pocos personajes”, una madre, dos hijas y un hijo, una hija que se va a casar, y una amiga de la madre que es viuda y está jubilada. “Son pocos, porque me gustan las acciones con una visión teatral”.
Acción transcurre durante un día
Preguntado por las profesiones de esos personajes, Palomas ha confesado que no le interesa demasiado su dedicación, y menos en esta ocasión, en la que la acción transcurre durante un día.
“Trabajan poco pero ya los hago sudar emocionalmente, me gusta que sean muy orgánicos, como en el teatro”, ha dicho.
Para el escritor, resulta más difícil hacer reír que hacer llorar, y sobre el “color” de su novela, ha precisado que es “una mezcla de paletazos, que en momentos es rojo, en otros hay ausencia de color, o aparece un blanco entre líneas, pero nunca es un blanco y negro, que me aburre, básicamente porque da la imagen de un Alejandro que no arriesga”.