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alcaraván, Aniceto,
Fabio Gadea Mantilla

¿Y el señor quién es?

Querida Nicaragua: La pregunta me la hizo un ciudadano ecuatoriano que vino a pasar vacaciones con su familia. Es casado con una de mis muchas sobrinas, una bella segoviana que desde hace años vive en Quito. La familia vino a pasar unos días de vacaciones. Naturalmente hubo que enseñarle algunas de las atracciones y paisajes que tiene nuestro país: el cráter del Santiago, el mercado de Masaya, un recorrido por los pueblos blancos, Granada, las isletas, etc.

Hicimos un recorrido por el centro histórico de Managua y a lo largo de la avenida Bolívar. Quedaron extrañados del enorme perfil del comandante Chávez al inicio de la avenida, pero como seguramente conocían los vínculos de este gobierno con el de Venezuela no preguntaron nada. Cuando bajamos hacia el lago observaron a la izquierda los altos promontorios en memoria de algunos personajes de América a quienes rinden culto permanente. Unas diez varas hacia la izquierda sobre la calle se encuentra como minimizada, como para que nadie se fije en ella, como medio escondida la estatua del Mártir de las Libertades Públicas y Héroe Nacional, Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, asesinado el 10 de enero de 1978, cuarenta años atrás. Fue cuando mi amigo ecuatoriano me preguntó: ¿y el señor quién es?

Cuando le dije que era la estatua de Pedro Joaquín Chamorro se quedó sorprendido. Por supuesto que he leído algo de su gesta libertaria, lo que me extraña es que no tenga una estatua en un lugar más visible, expresó. Bueno, le dije, las estatuas se erigen de acuerdo con lo que piensen los gobiernos de turno y duran tanto como los propios gobiernos que las hicieron. Si el gobierno reconociera el martirio y el heroísmo de Pedro Joaquín Chamorro, su estatua estaría en un lugar prominente donde todo el pueblo pudiera rendirle su permanente homenaje.

Pedro Joaquín era un revolucionario diferente. Usó todas las formas de lucha a favor de la libertad y en contra de las dictaduras. Cuando creyó llegadas las condiciones para la lucha armada, tomó el fusil y con un grupo de patriotas como él intentó un movimiento armado que lo llevó a la prisión, pero su lucha principal fue con la pluma en el diario LA PRENSA, al que se le llama con razón “la república de papel”.

Sus convicciones democráticas y la defensa de los valores políticos, sociales y humanos fueron la meta de vida del periodista brillante y ciudadano ejemplar. Él quería una revolución verdadera y así lo expresaba en sus escritos que en estos días reproduce el diario LA PRENSA: “Parece mentira, pero quien implantara en Nicaragua la honestidad administrativa con todo el rigor que esta expresión tiene, haría en nuestro país la más elemental y necesaria de todas las revoluciones”. Este y otros centenares de pensamientos hacían resaltar la personalidad de Pedro Joaquín Chamorro, quien sufrió prisiones, torturas, deportaciones a lugares remotos del país, exilios y toda clase de amenazas de muerte.

Pedro dejó escrito su pensamiento político y sus anhelos por una patria verdaderamente libre. Su libro Estirpe Sangrienta, los Somoza, describe sus días de confinamiento en San Carlos, Río San Juan, que en aquellos tiempos era un pequeño pueblecito de pescadores, semiabandonado al otro lado del Cocibolca en su margen sureste, a pocos kilómetros de la línea fronteriza con Costa Rica. El relato de Pedro Joaquín es trágico, histórico, apasionante y lleno de suspenso. Parece una novela de ficción, pero fue la pura realidad que vivió con su esposa doña Violeta Barrios en medio de la negrura de la noche, en la fuga hacia Costa Rica a través de la selva virgen y mediante un baqueano que logró abrirles el camino. Varios libros y cuentos completan la producción literaria de Pedro Joaquín, pero nada comparable con su lucha diaria, su valentía permanente y su amor por la democracia.

En el 40 aniversario de su muerte, Pedro sigue viviendo en el corazón de su patria.

El autor es director general de Radio Corporación.

COMENTARIOS

  1. El Observador
    Hace 6 años

    Escribí algo acerca del Artículo de don Fabio respecto a la pequeña estatua erigida al doctor Pedro Joaquín Chamorro Cardenal y no aparece mi comentario. Supongo que por haber dicho que durante el gobierno de la Sra Violeta Barrios, bien pudo haberse hecho un verdadero monumento a su memoria. Ahora que recuerdo, doña Violeta no gobernó Nicaragua, ella fue solamente una figura de decorativa, pues quien se asegura tomaba todas las decisiones era su yerno Antonio Lacayo. Asi que no creo que este comentario me lo publiquen, pero me da igual, al menos saben lo que pienso del “diario de los nicaragüenses”

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