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Magdalena de Rodríguez

“Soluciones prácticas para una alianza”

El editorial del doctor Pedro Joaquín Chamorro en LA PRENSA del 8 de septiembre de 1966 y publicado como remembranza el 5 del mes en curso en la sección creada por el mismo periódico como “Pensamientos de PJCH”, con el título que me permito adoptar para este escrito, contiene todos los elementos prácticos aplicables para una posible alianza que permita a la fragmentada oposición nicaragüense, enfrentar, participar y triunfar en las elecciones del 2021 como contendora del Frente Sandinista de Daniel y Rosario.

Ya sin el socio inmutable Roberto Rivas Reyes, quien probablemente dejará el cargo porque renuncie o lo renuncien debido al vergonzoso escándalo que significa la inclusión de su nombre en la lista de sancionados por corruptos según la Ley Magnitsky, la Asamblea Nacional podría elegir al sustituto idóneo que espero no sea tan difícil encontrar —como el Justo que nuestro padre Abraham no pudo hallar para evitar la destrucción de Sodoma— y se haga de la Presidencia del Poder Electoral.

Aunque eso no es todo lo que necesitamos los nicaragüenses para no continuar proclamando: Yo no boto mi voto. Es una reforma profunda de la Ley Electoral, la que bien puede discutir y aprobar la Asamblea si los diputados actuales se llenan de voluntad política razonable y patriótica. Además en el año 2019 termina el período de los magistrados del Consejo Electoral. Legalmente deben ser removidos y sustituidos por ciudadanos que despierten la confianza de los electores nicaragüenses y todos nos decidamos a participar en las elecciones generales del 2021.

La Unión Nacional Opositora (UNO) en su momento, no sé si históricamente se inspiraría en el pensamiento del doctor Chamorro vertido en el editorial que he mencionado, pero sí, en él, Chamorro no aconseja unidad sino alianza. La unidad solo es posible entre disidentes dentro del mismo pensamiento político, distanciados por razones ajenas a sus principios filosóficos.

Las alianzas son posibles y saludables en momentos electorales donde caben todas las tendencias ideológicas. En la UNO de 1989 figuraron 12 partidos políticos, tres ya históricos aunque separados por siglas únicamente, algunos nuevos y dos centrales obreras. La UNO funcionó, no obstante la diversidad de pensamientos y no fue jefeada por ningún líder sino por dirigentes políticos de sus respectivos partidos. Incluso, algunos de los dirigentes esenciales de la Alianza como el Jefe de Campaña y el de Organización Territorial y de Control Electoral, no ostentaban filiaciones políticas, eran solo patriotas empeñados en cambiar el estado en que habíamos caído los nicaragüenses por causa de los desaciertos que durante once años había practicado el FSLN en el gobierno.

Muchísimos nicaragüenses no creemos en la eficacia de los líderes. Todos los que hemos conocido, al paso del tiempo, se han convertido en caudillos insoportables. Un ejemplo reciente, pues apenas data de mediados del siglo pasado, el doctor Fernando Agüero Rocha, que realizó algunas cosas buenas, al final de su liderazgo, ya como triunviro, fue un caudillo implacable según algunos críticos de sus partidarios, quienes afirmaban que cuando fue defenestrado por Anastasio Somoza D., el dictador de turno, y sustituido por Edmundo Paguaga, vulgarmente apodado “piojo peinado” hubo un cierto aire de libertad y satisfacción, porque salieron de una terrible férula política y de acción. De modo que no añoremos líderes que conduzcan a la oposición. Las sociedades políticamente maduras ya no precisan líderes, se conducen con dirigentes.

Se dice que las condiciones actuales difieren mucho de las vividas en los años ochenta. Sin embargo, fuera del servicio militar obligatorio impuesto por el FSLN y la presencia de la Resistencia armada poco ha cambiado en la situación política y social. Persisten, la absorción total de todos los poderes del Estado por el poder ejecutivo. Aquí mandan Daniel y la compañera Rosario. La sumisión del Ejército y de la Policía a la pareja presidencial es visible. El secretismo de los actos gubernamentales y la atomización de la oposición son los mismos.

En la Boleta electoral del 90 fuera de la UNO y del FSLN figuraron otras ocho organizaciones opositoras. Eran 10 los partidos contendores, el FSLN y nueve opositores. Solamente no existían las organizaciones de la sociedad civil. Si estas, a la hora de una Alianza patriótica participan en ella sin exigir perfección en el candidato único (la perfección humana no existe), las elecciones se ganarían con el esfuerzo de todos, para que en Nicaragua renazca la república que tantos anhelamos.

La autora es maestra.

Opinión democracia dictadura FSLN Roberto Rivas archivo
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