Cuando Óscar Pineda cruzó el umbral de la puerta pudo ver que la habitación estaba casi vacÃa. Adentro hacÃa frÃo y sobre una cama estaba esperándolo uno de sus primeros clientes del dÃa. Era un poco más tarde de la una de la mañana y al entrar no dijo nada. Puso su maletÃn con maquillaje en una mesa que estaba cerca de la cama y sin titubeos comenzó masajeando los músculos de la cara de su cliente. Después sacó el maquillaje y comenzó a aplicarlo en el rostro cuidando que el color verdoso de la cara se cubriera bien. De repente escuchó un quejido, pero siguió en lo suyo a pesar de que él era la única persona viva que estaba en esa habitación de la funeraria.
Desde hace mucho está acostumbrado a ese tipo de reacciones. A veces mientras está preparando y maquillando los cadáveres ve como estos mueven sus manos y en más de una ocasión le han dado manotazos o han abierto los ojos de par en par mientras se voltea. La última vez que se llevó uno de esos sustos fue hace menos de un año cuando estaba arreglándole las manos a un muchacho que tenÃa 20 minutos de fallecido y este le apretó el dedo meñique. Por eso ya está tan acostumbrado que cuando oye ruidos simplemente los ignora, pues sabe que se trata de movimientos post mortem.
En Nicaragua Óscar es uno de los pocos, por no decir el único, que se dedica a preparación y maquillaje de muertos, conocido como tanoestética y tanatopraxia. Lo que lo diferencia de los morgueros que componen cadáveres es que él se especializa en borrar las marcas y expresiones de dolor que el cuerpo pueda tener. Además, reconstruye quebraduras y hace ver a los muertos como que si estuvieran dormidos. En este proceso pasa hasta cinco horas y lo hace solo por pasión, pues él es diseñador gráfico, mercadólogo, tenor y presentador de noticias de Canal 10.
Fascinación por la muerte
La primera vez que Óscar vio un cadáver tenÃa menos de 8 años. VivÃa en Matagalpa y fue con su mamá a la vela de un vecino. Después de ver el cadáver sintió una extraña fascinación por saber qué pasa con el cuerpo después de morir y su curiosidad creció tanto que cada vez que oÃa que alguien morÃa, le pedÃa a su mamá que fueran a verlo.
Al principio se conformaba con ver a los muertos durante sus velatorios. Se sentaba lo más cerca posible de los ataúdes y se levantaba en secreto para inspeccionar si el cuerpo habÃa cambiado. SentÃa tanta curiosidad, pero no se explicaba por qué. SabÃa que no era morbo, más bien era querer aprender qué pasa con el cuerpo. Fue hasta que uno de sus mejores amigos murió desangrado durante un enfrentamiento, que decidió investigar sobre la tanatopraxia, porque al verlo en la funeraria notó cómo habÃan golpeado su rostro mientras lo preparaban. Estaba irreconocible. TenÃa unas puntadas en la cabeza, le habÃan pegado los ojos, sus pestañas estaban por caérsele y su rostro muy inflamado.
“Ese fue el detonante que me llevó a decir, a ver si vas a ver a tu ser querido miralo de la mejor manera. Recordarlo como era en vida, con su mejor semblante, miralo como que está dormidoâ€, dice.
Después de eso comenzó a investigar y se enteró de que una brigada de patólogos y forenses darÃan un curso sobre tanatologÃa donde podrÃa aprender a preparar cadáveres. Luego ingresó en un curso de maquillaje profesional donde aprendió a devolverle el color real de la piel, las expresiones al rostro, los rasgos que antes tenÃan. Por eso cuando se encarga de un cuerpo le pregunta a la familia cómo eran ellos, cómo se peinaban, si usaban maquillaje y a veces hasta les piden que le lleven sus pinturas y perfumes favoritos.
Lea también: Katherine Espinal: La pianista que venció a la muerte
La transformación
De profesión Oscar Pineda es diseñador gráfico, pero ha trabajado en todo lo que ha podido. Es presentador de noticias, organiza eventos y también se dedica a la música. Y en ratos libre se dedica a maquillar a vivos y a muertos. Pues, además, de maquillar cadáveres arregla misses y novias. Lo curioso es que lo hace de la misma forma en que maquilla a los muertos: acostados. Según cuenta, para él es más fácil asà y muchas de sus clientas hasta se han dormido mientras lo hace.
Hasta ahora ninguna de las novias se ha negado a que él las maquille después de saber a lo que se dedica. Es más, muchas se entusiasman y acuerdan una cita con él y durante las maquillas no paran de preguntarle cómo es.
 Profesión de la muerte
La tanatologÃa es la ciencia que se encarga de entender la muerte y sus procesos y ritos. Y es allà donde nacen dos disciplinas que cada vez cobran más relevancia: la tanoestética y la tanatopraxia. La primera de ellas se encarga de preparar, arreglar y maquillar los cadáveres, disimulando los moretones y reconstruyendo expresiones. La segunda se encarga de la preservación tradicional del cuerpo como higienización, embalsamamiento para que el cuerpo pueda ser expuesto.
En Nicaragua solo se practica la tanatopraxia. Sin embargo, no todos los cuerpos pueden ser restaurados. Por ejemplo, las personas que fallecen de meningitis, hepatitis, tifus, sida o que tienen un alto proceso de descomposición no pueden ser tocadas ni veladas. Óscar Pineda antes de aceptar componer un cadáver pide el historial médico.
No tengo miedo
Son muchas las personas que le han pedido a Óscar acompañarlo en el proceso de preparación y maquillaje de cadáveres. Pero la mayorÃa, cuenta, después de estar unos minutos con él se desmayan al ver los movimientos post mortem de los cuerpos, o bien al sentir el hedor que emanan algunos. Por eso prefiere que lo dejen solo cuando lo contratan.
De las cosas más difÃciles de su trabajo como tanatoestética es el hedor. Por ejemplo, cuando debe preparar a personas que murieron de cáncer el olor es más fuerte porque estos tienen los órganos podridos, dice. Puede sentir el hedor hasta por dos dÃas.
A los únicos que Óscar se rehúsa a maquillar y preparar son los niños. “No sé, los niños son tan delicados, no me gustarÃa, no tendrÃa el corazón de preparar un niñoâ€, dice. Tampoco se siente capaz de preparar a alguien de su familia. Cuando su papá murió dice que no fue capaz de tocarlo cuando estaba muerto, aunque su mamá le pidió que le retocara el maquillaje porque le habÃan dejado la piel oscura.
—La muerte toda la tenemos asegurada. Yo trabajo tanto con ella que solamente le pido a Dios que mi muerte no sea tan trágica —dice.
—¿Le tiene miedo?
—No. Le tengo miedo al dolor. A la tortura. Al sofoque. Si voy a morir que sea de un solo.
—¿Y ya ha pensado en su funeral?
—SÃ, y no quiero que me dejen ver. A mi mamá le digo que si llego a morir antes que todos, yo no quiero que me dejen ver. Que me cierren el ataúd y si es posible que me cremen —dice.