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Trabajo infantil, enfermedades
Danilo A. Hernández Romero

Mujer, historia y dolor

La negación es una de las condiciones que vive a flor de piel el ser humano. Esta condición nos obliga a repetir simples errores o incalculables injusticias. En el pliego histórico de la humanidad, la mujer es víctima obligada en su contexto histórico, en nada ayuda el revictimizarla, sino enaltecerla a como merece y se ha ganado.

Indiscutibles son las acciones del Estado e Iglesia que ejecutaron a miles de mujeres en la época oscura, bajo el ignorante término de brujas. Juicios soportados en moralismos, costumbres y fe distorsionada que muchos prefieren dar por olvidada, pero descrita magistralmente por la feminista incansable Silvia Federici (escritora e historiadora italiana).

La indignante celebración de la hispanidad, una espada que traspasa el pecho de la mujer indígena. Incontables fueron asesinadas, ejecutadas, violadas, esclavizadas, cazadas, prostituidas, infectadas, intercambiadas, usadas de comida para perros por diversión, teniéndoles en menor estima que las bestias de carga traídas por los vanagloriosos y lujuriosos conquistadores.

Cientos de indias nativas americanas exterminadas por tropas estadounidenses (Sand Creek; noviembre, 29-30, 1864) que, no bastándole con despojarlas de su derecho a la tierra, también eran brutalmente mutiladas y sus restos utilizados como adornos gloriosos de una victoria, infame y repugnante.

La entrada de las tropas aliadas a Berlín, fue celebrada con violaciones masivas de miles de mujeres alemanas por parte del Ejército Rojo, descritas por Vladimir Gelfand (abril, 1945). Un hecho sangriento sin precedentes, encubierto y denigrante en el que nadie fue culpado, sino más bien, aplaudido por dirigentes de la época. Más vergüenza causa el hecho que aquellos que no participaron, no hicieron nada por evitar tal barbarie.

El sacrificio de la mujer por conseguir el derecho al voto, igualdad, justicia, voz contra la guerra y condiciones laborales dignas, ha llevado a un incontable número de muertes hasta alcanzarlo (al menos en papel). No aceptamos que vivimos un periodo de juicio contra las féminas sin fundamento, carente de legalidad, exponencialmente de terror y donde le hemos negado el derecho a decidir incluso, sobre su propio cuerpo.

Las leyes han evolucionado poco, cambios tímidos, sigue en penumbras, sino más que en oscuridad. El temor de que la mujer tome las riendas de un sistema sigue siendo motivo de miedo. No existe un verdadero gobierno que proteja sus derechos, las razones políticas y económicas pesan más que la lógica y la ciencia. La mujer vive más, produce más, resuelve más, es más estable en el trabajo, renuncia menos y aun así sigue siendo condenada a la pobreza.

La mujer es y seguirá siendo el pilar fundamental de la economía, que sabe tomar ventaja de su necesidad de trabajo. Son mayoría en casi la totalidad de las áreas productivas. Si cada mujer decidiese no trabajar mañana, el colapso económico no se haría esperar, el sistema actual desaparecería y sería interesante ver la súplica global por hacerla regresar a un sistema que la daña, explota, humilla y continúa siendo injusto ante su sacrificio histórico permanente.

Cada mujer asesinada significa la muerte de nosotros mismos, nos condenamos, nos rodeamos de tinieblas, nos tornamos cómplices al no hacer nada, somos estopa e inexcusables esbozos de lo que deberíamos ser, si dejamos en abandono lo más valioso: ¡Nuestra mujer nicaragüense!

El autor es Ph.L. en Medicina Ocupacional y Ambiental
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Opinión hispanidad mujeres archivo
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