El presidente Donald Trump, supuestamente calificó como “agujeros de mierda” a los países atrasados que envían migrantes pobres a los Estados Unidos (EE.UU.). Lógicamente, esto ha causado una gran indignación internacional.
En realidad no consta que Trump dijera tal cosa, pero así lo aseguraron algunos congresistas demócratas que participaron en una reunión cerrada con el presidente, para hablar sobre el problema de los migrantes. Trump negó que lo hubiera dicho y los congresistas republicanos que estuvieron en la misma reunión, dijeron no recordar que el presidente pronunciara esas palabras.
Conociendo la ligereza con que Trump suele hablar de temas delicados, y su reputación de racista, es posible que haya calificado de esa manera a los países exportadores de migrantes. Pero los países no pueden ser ofendidos porque no son personas naturales, son conceptos jurídicos convencionales para el manejo de las relaciones internacionales. Los países son unos más grandes que otros, tienen mejor o peor ubicación geográfica, poseen más o menos territorio y recursos naturales, pero en sí mismos no son buenos ni malos.
En realidad, si el presidente Trump quería ofender a los responsables de que mucha gente pobre emigre a los EE.UU., debió referirse a las personas, o mejor dicho, a los gobernantes de esos países donde impera la pobreza, la violencia y la falta de libertad y derechos, por lo cual muchos se van en busca de una vida mejor.
En este orden, la escritora venezolana Eleonora Bruzual, quien vive en el exilio obligada por la dictadura bolivariana, ha escrito en el diario Las Américas de Miami que no es adecuado “que un presidente y además de la nación más poderosa del planeta, califique de ‘países de mierda’ a naciones y poblaciones” de otros países. Pero advierte que hay que cuestionarse por qué tantas personas de los países mencionados por Trump, abandonan su tierra, arriesgan la vida y prefieren el rechazo en el extranjero con tal de salir de sus “infiernos patrios”.
La señora Bruzual pone como ejemplo el caso de Haití, uno de los países supuestamente calificados por Trump como “agujeros de mierda”. Allí, dice la escritora venezolana, los gobernantes “después de la caída de Francois Duvalier continuaron la misma política del robo, de la mentira, de las formas de esclavitud revestidas de populismo”. Por eso a Haití, que es considerado el país más pobre de las Américas, le llega en ayuda extranjera (de los EE.UU., Canadá y la Unión Europea) aproximadamente el 30-40 por ciento del presupuesto nacional.
Eleonora Bruzual menciona también a su propio país, Venezuela, “que de ser el quinto productor de petróleo del mundo, padece (hoy) una hambruna que mata a su gente” y la dictadura ha obligado a centenares de miles de venezolanos de todos los estratos sociales a emigrar hacia los países vecinos, EE.UU. y Europa.
Ciertamente, no son los países atrasados los que merecen el procaz calificativo de Trump, sino sus gobernantes, que los han saqueado y empobrecido.