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fraudes electorales, elecciones municipales
Fernando Bárcenas

¿Usted es un periodista acucioso?

El asesor económico de Ortega pregunta: ¿Ustedes, que son periodistas acuciosos, me pueden decir cuáles son los actos de corrupción y de violación de derechos humanos por los que acusaron a Roberto Rivas?

Más que ser acucioso hay que usar la lógica. Antes de indagar las causas de corrupción por las cuales a Roberto Rivas le sanciona un gobierno extranjero, uno debe preguntarse si el funcionario en mención es corrupto y si viola los derechos humanos en Nicaragua. Si así fuese, ya no es necesario investigar las razones para que sea sancionado por tales delitos en el extranjero.

Obviamente, si fuese inocente, tal sanción causaría sorpresa. Pero, en este caso, no hay nadie en Nicaragua sorprendido por las sanciones fijadas a Rivas, salvo el asesor económico.

Luego que periodistas acuciosos han publicado en los medios sus investigaciones, a lo largo de diez años, sobre los actos de corrupción de Rivas, la sorpresa del asesor económico podría parecer cínica, porque defendería con descaro un comportamiento denunciado con pruebas como deshonesto e impúdico. Sin embargo, la posición del asesor no debe ser vista desde una óptica moral. Tampoco como una defensa legal, de quien por oficio debe intentar refutar las pruebas contra un acusado. Se trata, simplemente, de la coherencia insensata del asesor con la impunidad del régimen. Es una posición política, aunque desvergonzada.

Un régimen dictatorial es, por fuerza, un poder impune. De modo, que una sanción cualquiera contra alguien cercano es inconcebible desde el poder dictatorial. Desde el orden jurídico corrupto, que tiene como fuente de derecho la voluntad personal del dictador, cualquier denuncia contra la impunidad es considerada subversiva e ilegal. En ese mundo al revés, son los seres humanos, con sus aspiraciones cívicas, los que violan el derecho dictatorial. Y, con esa óptica perversa Rivas es visto por el asesor como una víctima. Por lo cual, califica sin rodeos la decisión de Washington contra Rivas como arrebato imperial.

Arrebato imperial es un acto agresivo de Estados Unidos contra una fuerza progresista. No es el caso cuando actúa contra alguien comprometido en fraudes electorales y otros delitos. En tales circunstancias, el pueblo, a diferencia del asesor, no tiene interés en pronunciarse siquiera a favor de Rivas y, más bien, analiza cuánto las sanciones debilitan al régimen impune.

El orteguismo ha quedado paralizado ante la aplicación de la ley Magnitsky a Roberto Rivas. A esta parálisis, o entierro en silencio de la cabeza por tierra, como hace el avestruz, le llaman reacción con cautela… Si el régimen no despide a Rivas, da pábulo a sanciones más significativas. Si le renuncia, transmite un mensaje de debilidad. Y cuando una dictadura da muestras de debilidad hay una tendencia a la deserción dentro de sus filas, y las de sus aliados; y hay un auge reivindicativo de los ciudadanos para reconquistar derechos confiscados.

Rivas no solo ha organizado, al frente del Consejo Supremo Electoral, los fraudes electorales más evidentes, sino, que ha podido hacerlo por ser funcionario sumiso de un gobierno que viola los derechos políticos. De modo que, con las sanciones a Roberto Rivas, es fácil concluir que el Departamento de Estado más que contra el funcionario individual lo que pretende es avanzar una estrategia contra el gobierno de Ortega, aprovechando su descrédito por el avasallamiento imprudente del Estado de derecho.

La estrategia norteamericana tiene sus propios intereses geopolíticos, aunque se cubra ideológicamente con argumentos democráticos. La Nica Act o la ley Magnitsky pueden debilitar a Ortega. Y existe la tentación ingenua de aceptar como positivo todo aquello que debilite a Ortega. Algo así como “después de Ortega cualquier cosa”. Pero ello, lo hemos visto, no es políticamente correcto.

Los fines y los intereses de la política norteamericana no tienen nada de progresivo. No por ello, bajo ninguna circunstancia, se debe defender a Ortega.

La fuerza y la debilidad son relativas. Lo importante es la correlación de fuerzas entre la dictadura de Ortega y la nación. Lo fundamental es que cuando Ortega se debilite, al mismo tiempo se fortalezca la nación. De forma tal, que toda debilidad de Ortega, producto de la estrategia norteamericana, hay que verla en este contexto: ¿cómo se manifiesta tal debilidad en la lucha por una alternativa nacional, progresista e independiente, en contra de Ortega?

El autor es ingeniero eléctrico

Opinión corrupción Roberto Rivas sanciones archivo
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