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presos políticos, Nicaragua, crisis, protestas
LA PRENSA

Falacias de un Libro Blanco

Las autoridades civiles y militares siguen sin atender la demanda de doña Elea Valle, de que se aclaren las muertes de su esposo y dos de sus hijos menores que fueron masacrados por miembros del Ejército. O que por lo menos le entreguen los cadáveres, para sepultarlos como a seres humanos.

El marido de doña Elea, Francisco Pérez Dávila, murió junto con otras cinco personas en un supuesto choque armado con el Ejército. Dos de los muertos, Francisco Alexander y Yojeisel Pérez Valle, eran menores de edad, de 12 y 16 años respectivamente, hijos de Pérez Dávila y doña Elea. La matanza ocurrió el 12 de noviembre del año pasado en la comarca San Pablo 22, del municipio de La Cruz de Río Grande, en la región del Caribe Sur.

Según voceros del Ejército y la Policía, las seis personas muertas, incluyendo los dos menores edad, eran delincuentes muy peligrosos que habían cometido innumerables fechorías y mantenían aterrorizados a los productores de aquella alejada región de Nicaragua.

Sin embargo, la señora Valle sostiene que su esposo y los otros tres adultos masacrados el 12 de noviembre, eran alzados en armas contra el régimen de Daniel Ortega. Y sus hijos, los menores Yojeisel y Francisco, estaban con ellos porque fueron a visitar a su padre en el lugar donde los militares los sorprendieron y mataron.

Dos meses después de aquel trágico acontecimiento el régimen no responde a la justa demanda de doña Elea Valle, quien ha sido respaldada por los organismos defensores de los derechos humanos, altos representantes de la Iglesia católica y todos los nicaragüenses que conservan los sentimientos de compasión y solidaridad.

En vez de responder a doña Elea, lo que ha hecho el régimen orteguista es presentar al Cuerpo Diplomático acr.editado en Nicaragua un documento llamado Libro Blanco sobre la actividad delincuencial en el país durante los últimos diez años, en el cual entre otras cosas se pretende justificar la matanza de La Cruz de Río Blanco

Con este documento presentado el martes 16 de enero, el régimen quiere convencer a los diplomáticos extranjeros de que en Nicaragua no ha habido ni hay alzados en armas y que todas las personas que han muerto en enfrentamientos armados o emboscadas por el Ejército y la Policía, han sido despreciables delincuentes. Lo mismo que decía la dictadura somocista de los guerrilleros sandinistas.

Al parecer, quienes hicieron el tal Libro Blanco creen que los diplomáticos extranjeros son personas de escasa inteligencia, como los docilizados seguidores del orteguismo que se tragan sin reflexionar cualquier mentira que les cuenten los de arriba. Pero los diplomáticos extranjeros están muy bien informados y por eso tienen que saber que aquí nadie está inventando nada contra el Ejército, la Policía y el Gobierno. Lo que denuncian los valerosos defensores de los derechos humanos e informan los pocos medios de comunicación independientes que quedan en el país, son hechos que han ocurrido realmente, como la matanza de La Cruz de Río Grande y otros similares.

Al Ejército y la Policía no los desacredita nadie. Son ellos mismos, o mejor dicho sus mandos y combatientes, los que se encargan de hacerlo con sus acciones.

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