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templos vivos, Dios, Jesús, Iglesia Católica
Oscar Chavarría

Te invito a ser “pescador de hombres”

Escuchando la canción Pescador de hombres, que es linda y “llegadora”, siempre me llamó la atención el porqué Jesús llamó a sus primeros discípulos “pescadores de hombres” (Mc. 1, 14-20), y desde ahí, reflexionaba sobre las características de un pescador.

La gran virtud de un pescador es la paciencia, la otra es saber elegir el lugar correcto para tirar las redes o el anzuelo y posteriormente elegir los peces más propicios como alimento. Teniendo en cuenta que al pez no se les puede obligar a morder la carnada, esta debe ser la adecuada para que el pez sienta interés en morderla y quedar atrapado. Exactamente lo mismo pasa con el Evangelio.

Ser pescador de hombres es tejer redes de amor y amistad que permitan socializar en armonía con aquellos que se enfrentan a un nuevo modo de vida, renovado y fresco y, no es pescarlos para luego echarlos, como los peces, a la barca del olvido y dejarlos allí para que se atrofien, sino favorecerlos con el oxígeno de la libertad. Es sacar al ser humano de lo profundo del mar de confusión y lejanía de Dios, para darles a conocer la renovación de la vida en el recién descubierto y esperanzador reino de Dios.

Ser pescador de hombres es sacarlos del agua, no para que mueran, sino para que vivan. Para que dejen de respirar por sus propios medios y respiren a través del poder del Espíritu. No significa conseguir piezas de trofeo o motivos de una sesión fotográfica, sino conseguir personas para crecer juntos en la feliz amistad que genera vivir una renovada relación con nuestro Padre bueno.

Ser pescador de hombres es fiarse de la Palabra de Jesús, echando las redes al lado y a la hora impropia, sin temor ni desconfianza, sino entregados en la esperanza de la Palabra certera y atreverse a ir al mar bravío, de peligroso oleaje a lanzar la red de amor que emana del Creador, dejando la seguridad y comodidad de tierra firme que se mantiene de la falsa creencia de que “la cercanía al peligro nos perderá”.

Ser pescador de hombres no es atrapar piezas de colección y sacarlas del mundo para encapsularlas con la intención de esterilizarlas para librarlas de cualquier contaminación, sino vacunarlas con la Palabra y con el gozo de vivir ahora en el reino de Dios para que contagien al mundo del amor del Padre. No es conseguir que haya un número más, sino un esclavo menos y significa ser pescador de seres humanos: hombres, mujeres y niños, sin discriminación alguna, porque para nuestro Padre todos somos suyos. No hay judío, ni griego; no hay esclavo, ni libre; no hay hombre ni mujer, porque todos somos uno en Cristo Jesús.

No es conseguir quién sostenga las estructuras de las iglesias, sino conseguir hombres y mujeres que se sostengan en la estructura de la felicidad del Reino de Dios y desear ser salvadores como Jesús, desde la individual posibilidad. Sanando, enseñando, alentando, abrazando, amando. Imitando a Jesús, quien llegó al límite de su existencia con el único fin de conseguir aunque fuera un solo pez al cual mostrarle la verdadera naturaleza de su Padre, su infinito amor por los seres humanos.

Por eso confiado puedo decir: quiero ser pescador de hombres, “enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas, haz que camine con lealtad, enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador” (Sal. 24, 4-5). Por eso confiado también, te puedo invitar a que juntos seamos en nuestras casas, pueblos y comunidades: “Pescadores de hombres”.

El autor es sacerdote.

Opinión amor Jesús Pescador de Hombres archivo
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