Este lunes, a las 8:00 de la mañana, inicia el juicio contra Gerardo Alfonso Ríos Mairena, de 34 años, el costarricense sospechoso de asesinar a cinco estudiantes universitarios, entre ellos un nicaragüense, en un apartamento ubicado en Liberia, Guanacaste, norte de Costa Rica.
El juicio se desarrollará en el Tribunal Penal de Liberia entre el 22 y 26 de enero, en el cual participarán 13 testigos, además de las partes. El Poder Judicial aplicará toda una logística de acceso regulado a medios de prensa, por razones de seguridad.
La Fiscalía acusa a Ríos Mairena de cinco delitos de homicidio calificado, una tentativa de homicidio y un abuso sexual en perjuicio de una persona mayor de edad.
El 29 de enero del 2017, de acuerdo con la acusación, el sospechoso ingresó a la vivienda donde se encontraban las víctimas Joseph Briones, de 22 años; Ariel Vargas (nicaragüense), Stephanie Hernández, Dayana Martínez e Ingrid Méndez; estos cuatro últimos de 24 años. Una adolescente de 14 años sobrevivió a la matanza.
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Los cuatro costarricenses fallecidos eran originarios de Upala, cantón fronterizo con Nicaragua, y alquilaban el apartamento a familiares de su victimario en Liberia, mientras cursaban lecciones de verano en la Universidad de Costa Rica.
El joven nicaragüense estaba de visita porque tenían una relación de noviazgo con Ingrid Méndez. Supuestamente el imputado ató a los jóvenes de manos y pies para darles muerte con un arma blanca. Es decir, los degolló durante la madrugada de ese día.
Luego se habría retirado del sitio al pensar que había dado muerte a la sexta víctima, la menor de 14 años, quien horas después fue trasladada a un centro médico donde se recuperó de sus lesiones.
La sobreviviente colaboró en las investigaciones judiciales para describir los hechos y armar el retrato hablado mientras Ríos se mantenía en fuga. Posterior a su captura, un perro adiestrado del Organismo de Investigación Judicial (OIJ) encontró unos zapatos tipo tenis, una pantaloneta blanca y un cuchillo que sería el arma homicida. Todas estas pruebas contenían rastros de sangre.
Según el director del OIJ, Wálter Espinoza, Ríos actuó motivado por una pasión compulsiva hacia una de las jóvenes y bajo efectos de alguna droga.
“Este sujeto tiene rasgos de personalidad paranoica, narcisista, tiene una visión disociada de la realidad, es sumamente agresivo, hostil, le cuesta hacer empatía y pensamos que la motivación de este hecho criminal se relaciona con una fantasía social de naturaleza compulsiva que fue alimentada por algún tiempo y que fue producto del contacto que él tenía con las víctimas”, añadió Espinoza en febrero del año pasado, cuando el OIJ capturó al sospechoso.