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presos políticos, Nicaragua, crisis, protestas
LA PRENSA

La gesta del 22 de enero

Desde que Daniel Ortega puso fin a la breve historia de elecciones justas y limpias en Nicaragua, que comenzó en 1990 y terminó en 2006, hemos venido insistiendo en la importancia de conmemorar los acontecimientos del 22 de enero de 1967 y la necesidad de aprender de aquella trágica pero muy aleccionadora experiencia.

Por lo general los sucesos del 22 de enero de 1967 son recordados y conmemorados como una matanza somocista, que dejó un saldo de víctimas, muertos y heridos, que nunca se pudo cifrar con exactitud.

Pero lo ocurrido en aquella histórica fecha hay que reconocerlo también como una gesta (un hecho heroico extraordinario y trascendental) del pueblo nicaragüense, en su larga lucha por elecciones libres y transparentes, y por la alternabilidad en el poder, que son la base de una democracia decente y verdadera.

El 22 de enero de 1967, durante una multitudinaria concentración popular que llenó la Plaza de la República y la antigua Avenida Roosevelt de Managua, la dirigencia y las bases opositoras al somocismo se plantaron para demandar que las elecciones del 5 de febrero, fueran pospuestas mientras la oposición y el Gobierno somocista que presidía el doctor Lorenzo Guerrero Gutiérrez, celebraran un diálogo nacional para acordar las condiciones de verdaderos comicios democráticos.

Algunas personas llegaron a la plaza armadas con pistolas, rifles de cacería y escopetas, con el propósito de convertir la manifestación en una rebelión popular para obligar al Estado Mayor de la Guardia Nacional a aceptar la demanda opositora, de posponer las elecciones de febrero y reprogramarlas bajo nuevas condiciones democráticas. La composición de aquellos insurrectos era plural, entre ellos había partidarios conservadores y liberales independientes, socialcristianos y militantes sandinistas y socialistas.

El doctor Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, de quien en estos días hemos conmemorado y seguimos conmemorando el 40 aniversario de su asesinato, fue uno de los dirigentes de la jornada del 22 de enero de 1967, como coordinador que era de la Unión Nacional Opositora (UNO). Ese mismo día el doctor Chamorro Cardenal hizo en LA PRENSA un vehemente llamado a los militares, recordándoles que las Fuerzas Armadas son para proteger los derechos de los ciudadanos, incluyendo el de votar y elegir con libertad.

Pero los militares permanecieron fieles a la voz del amo, no quisieron oír la justa demanda del pueblo opositor y el resultado fue un enfrentamiento armado desigual, que terminó en dolorosa derrota de la oposición y una salvaje masacre perpetrada por la dictadura somocista, tal como quedó registrada en la historia.

Casi dos meses después, al salir de la cárcel, el doctor Pedro Joaquín Chamorro Cardenal analizó aquella trágica experiencia en varios editoriales de LA PRENSA, asegurando que seguía “la lucha para que se reconozca a los nicaragüenses el derecho de elegir libremente a sus gobernantes”. Una lucha que continúa, pero ahora no contra la dictadura dinástica somocista, que ya no existe, sino contra la dictadura dinástica orteguista que ha ocupado su lugar.

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