José Hilario Olivas Umanzor, de 50 años, fue declarado culpable y condenado este martes a la pena máxima de 30 años de prisión por el asesinato de Oneyvin Borge Acuña, de 21 años, en Wiwilí, Jinotega. Borge murió decapitado el 25 de diciembre de 2016 mientras estaba en un comedor en la comunidad Maleconcito.
A pesar que Ramón Blandón, abogado defensor de Olivas, pidió 15 años de prisión y la Fiscalía 20 años, la jueza Liz María Centeno Kauffman, del Juzgado de Segundo Distrito Penal, decidió que por la gravedad del delito se debía dar la pena máxima.
Centeno dijo que la pena terminará el 25 de diciembre del 2046, pues se tomó en cuenta la fecha en que fue detenido el acusado. El hombre escuchó en silencio la sentencia, sin embargo, la defensa comentó a LA PRENSA que se haría una apelación, pues se pedía una medida de seguridad en lugar de prisión. La medida no pudo ser tomada en cuenta por la falta del examen psicológico que debía realizarse a Olivas.
A la lectura de sentencia asistió Paula Acuña y Joiner Borge Acuña, la madre y el hermano mayor de la víctima quienes estaban en Jinotega desde este lunes para escuchar la resolución del caso.
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Olivas es originario de San Juan de Río Coco, departamento de Madriz, y cuando sucedieron los hechos estaba trabajando en una finca de una comunidad aledaña como cortador de café. Tras el crimen, el hombre intentó escapar sin éxito y fue capturado y golpeado por pobladores que presenciaron los hechos. Por los golpes que recibió Olivas estuvo internado un mes en el hospital Militar, en Managua.
Un machetazo
Borge Acuña y su primo Elvin Ramón Olivas, de 18 años, salieron a las 6:00 a.m. de una finca cafetalera cerca de Maleconcito, porque pretendían ir de visita donde un tío de ellos, residente en la comunidad Aguas Amarillas.
En el cafetín compraron gaseosas y, sentados en sillas de plástico, escuchaban música con audífonos conectados a sus celulares. Ninguno se percató que Olivas —según sus familiares tiene problemas psicológicos provocados por la guerra de los 80— se acercaba por detrás de la víctima, a quien asestó un machetazo desprendiéndole la cabeza.