Mediante la iniciativa de una ordenanza municipal para frenar el uso de bolsas de plástico en el municipio de Granada, el Centro Nicaragüense de Conservación Ambiental (Cenica), pretende fomentar el tema, ya que esta es una tarea que está paralizada a nivel de las municipalidades y el país, sostuvo Bernis Cunningham, de Cenica.
Cunningham, explicó que cuatro negocios pequeños de Granada han dejado de utilizar bolsas de plástico y las remplazaron por bolsas de papel o reutilizables. A través de la campaña “Desemplastica tu mente” se espera un mayor alcance en cuanto al número de participantes.
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El objeto de la ordenanza, que esperan presentar a los autoridades de la comuna de la Gran Sultana es “regular por medio de (impuestos) municipales, la comercialización y consumo de bolsas plásticas no biodegradables e incentivar por medio de exoneración de impuestos municipales, la producción y comercialización de bolsas plásticas biodegradables”.
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De acuerdo con Cunningham esta práctica se ha implementado en otros países y ha tenido buenos resultados, por ende, también podría tener un impacto positivo en el país.
Según la propuesta, que esperan presentar a la alcaldesa Julia Mena, que acaba de iniciar con su segundo período, se deberá cobrar una tasa municipal especial a todos los negocios que entreguen bolsas plásticas no biodegradables, y con dicho dinero financiar la limpieza constante de campos verdes, las costas del Lago Cocibolca y las comunidades del departamento de Granada. El monto a cobrarse sería de mil córdobas al mes para negocios pequeños, cinco mil para negocios medianos y para los grandes, incluyendo los supermercados, diez mil córdobas.
El problema del plástico es a nivel mundial; sin embargo, el Gobierno de Nicaragua no ha dado señales para disminuir el uso del mismo y evitar que se sigan contaminando los cuerpos de agua. Según estimaciones de la Organización de Naciones Unidas Medioambiente, más de ocho millones de toneladas de plástico acaban en los océanos al año.
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Asimismo, se han encontrado cientos de zonas muertas en el océano, que son considerados “desiertos subacuáticos desprovistos de vida”. Sumado a esto, las prácticas de pesca que impactan el lecho marino como la pesca con bomba o de arrastre son otras de las amenazas a los que se enfrentan los ecosistemas.