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Gina Montaner

Oscar Pérez: cita con la historia

Por mucho que el gobernante venezolano Nicolás Maduro se empeñe en negarlo, Oscar Pérez será recordado como un mártir de la lucha antichavista. Lo paradójico de este último episodio, que oscila entre el drama y el delirio de un país sumido en el caos, es que hasta hace muy poco el expolicía que acabó acribillado junto a otros seis acompañantes en las afueras de Caracas era un personaje sin relevancia en los círculos de la oposición.

De la noche a la mañana este hombre de grandes ojos verdes y con rasgos de galán apareció en una serie de insólitos videos en los que realizaba acciones subversivas contra el gobierno de Maduro. Eran filmaciones propias de esta era atrapada en el bucle de las redes sociales. Videoclips con hazañas bélicas en las que Pérez y otros compañeros lanzaban granadas contra el Ministerio del Interior y el Tribunal Supremo de Justicia, proclamando la insurrección para acabar de una vez con el régimen despótico de la revolución bolivariana que instauró Hugo Chávez.

A decir verdad, aquellos videos que parecían avances de un filme de acción protagonizado por un agente del orden que dominaba el buceo, el paracaidismo y el pilotaje de aviones, en un primer momento fueron recibidos con escepticismo por los líderes opositores y por la opinión pública, sin entender a ciencia cierta a qué podían obedecer estas gestas suicidas frente a un gobierno dispuesto a todo con tal de aferrarse al poder en medio del abismo al que ha llevado al pueblo venezolano.

Me temo que no hay nada que produzca más desconfianza que la voluntad de uno o varios individuos de dar la vida por un ideal o una creencia. Y el recelo nace de la incapacidad de la mayoría de los mortales para atreverse a dar un paso semejante con el propósito, o al menos la esperanza, de que podría desencadenar la liberación y el fin de un prolongado atropello.

Tener madera de superhombre para dirigirse a la hoguera o encontrar al final del camino a los verdugos es lo más parecido (por no decir lo mismo) a una experiencia religiosa. Una inexplicable revelación que confiere una fuerza interior para encarar la inmolación. Es evidente —queda de manifiesto en los videos y audios grabados en las últimas horas de sus vidas sitiadas— que Oscar Pérez y sus compañeros estaban listos para abrazar la muerte en una crónica de una ejecución anunciada por Maduro (“plomo con ellos, compadre”) y encargada a sus esbirros.

Ahora que Oscar Pérez ya es una leyenda circunscrita a la inmortalidad del primer plano de su fotogénico rostro anticipando la agonía, no hay duda de que sus intenciones, por quijotescas que estas fueran, eran las de “recuperar a nuestra amada Venezuela”. Un llamado que le hizo tanto a civiles como a militares, pero al que solo se sumó un puñado de hombres y una mujer dispuestos, al igual que él, a recorrer una senda sin retorno.

Tres años antes Pérez había participado en una película de ficción titulada Muerte suspendida en la que encarnaba a su alter ego, un intrépido oficial de las Brigadas de Acciones Especiales a cargo de operaciones aéreas. En aquel entonces el hoy recordado policía le dijo a los medios: “Soy un hombre que sale a la calle sin saber si va a volver a la casa porque la muerte forma parte de la evolución”. Ya anticipaba su fin, metido de lleno en el papel del héroe. ©FIRMAS PRESS

La autora es periodista.
Twitter: @ginamontaner

Opinión Nicolás Maduro Oscar Pérez Venezuela archivo
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