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matrimonio gay
Pedro David González Pérez

Costa Rica y el matrimonio gay

El gobierno de Costa Rica que preside Luis Guillermo Solís hizo una consulta a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), la cual le ordenó garantizar a las parejas del mismo sexo todos los derechos existentes en la legislación costarricense, incluido el derecho al matrimonio sin discriminación con respecto a las parejas heterosexuales. Además, según la opinión de la CIDH, las personas deben poder cambiar su nombre, derecho que el Estado debe garantizarlo de manera expedita.

El gobierno costarricense calificó la Opinión Consultiva de la CIDH como “histórica” y dijo que pondrán en práctica las recomendaciones de inmediato.

Me pregunto: ¿hará el gobierno de Nicaragua lo mismo que hizo su similar de Costa Rica ante la Opinión de la CIDH? A mi juicio podemos estar seguros de que la reacción de las iglesias cristianas, católica y evangélicas, no se haría esperar. Al reflexionar sobre esto recuerdo la película Amén, de Costa-Gavras, en la que el gran realizador plantea la tolerancia del Vaticano hacia el régimen nazi ante el exterminio de los judíos en la Segunda Guerra Mundial.

En Nicaragua, donde la religión católica ocupa un lugar significativo y existe la libertad de culto, veo poco probable que ocurra lo mismo que en Costa Rica, porque los jerarcas de la Iglesia católica y los pastores evangélicos conservan buenas relaciones con el Gobierno y el pueblo mismo tiene un pensamiento muy conservador.

La comunidad homosexual, estigmatizada en Nicaragua, pide respeto, sobre todo igualdad de derechos y que no se les discrimine por su orientación sexual. Sin embargo, aunque la homofobia en Nicaragua es un mal social no ha llegado a una gran escala contra la comunidad gay. Se han desarrollado libremente marchas por el “orgullo gay” de las personas lesbianas, gais, bisexuales, transexuales e intersexuales (LGBTI). Hay varias opiniones sobre esto, pero a mi juicio verlos estrujados de la mano y besándose en plena vía pública no es lo correcto.

Humanizar al ser humano no significa la aprobación de una ley que permita el matrimonio de homosexuales o lesbianas, pues esto atenta contra los sagrados principios dictados por Dios (Mateo 19:4). Dios estipuló que el matrimonio fuese una unión de carácter permanente entre hombre y mujer. Ambos seres están diseñados para complementarse a fin de tener hijos y satisfacer mutuamente sus necesidades y deseos de orden espiritual, emocional y sexual.

Pienso que modificar la Constitución para permitir el matrimonio de personas del mismo sexo no es correcto. Me gusta la idea del obispo auxiliar de Managua, quien ha dicho que “como pastores de la iglesia guardamos un profundo respeto hacia las personas de orientación sexual diferente a la que ordinariamente constituye la base de una familia, el hombre y la mujer”.

Por su parte, el presidente de la Conferencia Episcopal de Costa Rica, monseñor Oscar Fernández Guillén, en un comunicado emitido el 10 de enero en curso dice en uno de los puntos: “Como Pastores de la Iglesia Católica, llamamos a todos nuestros fieles a unirnos en la más íntima convicción sobre la familia y el matrimonio que se extraen de la palabra de Dios y del derecho natural”.

Ojalá que no caigamos en la trampa de considerar que si esto ocurrió en Costa Rica, ¿por qué no en Nicaragua? En este país florece la fe, pero además ir en contra de esas pretensiones no significa negar derechos ni estimular la violencia.

El autor es periodista, miembro de la APN.

Opinión Costa Rica matrimonio gay archivo
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