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Narrador y ensayista nicaragüense Roberto Carlos Pérez. LA PRENSA/Archivo

Publican en Washington el libro Rubén Darío: una modernidad confrontada, escrito por Roberto Carlos Pérez

Basta traer a colación el juicio sobre “Los motivos del lobo” del único latinoamericano ganador de los premios Reina Sofía y Cervantes: José Emilio Pacheco

Una notable sorpresa acaba de dar el narrador y ensayista nicaragüense Roberto Carlos Pérez (Granada, 1976), residente en Washington. Se trata de seis extensos ensayos reunidos en el volumen Rubén Darío: una modernidad confrontada (Casasola Editores, 2018).

Ya conocía algunos, como el publicado en Mas es mía el alba de oro (memoria del Encuentro Internacional Dariano organizado en diciembre de 2015 por la Academia de Geografía e Historia de Nicaragua y la Asamblea Nacional) y el que encabeza su libro Cien años después: Darío y el modernismo.

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Tal ensayo sirve de introducción a un vasto público, incluidos jóvenes, a fin de que puedan adentrarse sin temor en el insoslayable universo rubendariano.

La cita oportuna de críticos autorizados no falta en todas estas páginas marcadas por un admirable conocimiento y un sostenido amor intelectual a nuestro padre y maestro mágico, inexistente entre sus coetáneos.

Relectura de Los motivos del lobo

Basta traer a colación el juicio sobre “Los motivos del lobo” del único latinoamericano ganador de los premios Reina Sofía y Cervantes: José Emilio Pacheco. Este consideraba esa recreación narrativa en verso de 1913 “una de las obras maestras de la poesía en español y un prodigio de versificación por lo variado e inesperado de las rimas”.

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Según Roberto Carlos, Darío “desafía la historia y transforma la leyenda de la Umbría italiana para darnos inigualables lecciones sobre el comportamiento humano”. Además, analiza el poema de Rubén a la luz del “Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres” del filósofo ginebrino Jean Jacques Rousseau (1712-1778).

Calderón de la Barca y su influencia

Pasando el segundo ensayo, “Calderón de la Barca en Rubén Darío”, no puedo menos que reconocer la crítica perspicaz que realiza Pérez del clásico español y su decisoria influencia en el adolescente centroamericano, “equiparable a la que de niño ejercieron sobre él Las mil y una noches”.

Al respecto, revalora el estudio de Darío publicado en El Diario Nicaragüense de Granada (del 23-27 de septiembre de 1884) sobre el autor de La vida es sueño. Frisaba Darío en los 17 años.

Darío: Chopin de nuestra lengua

“Rubén Darío no debe ni puede morir” —frase rubendariana— es el título del tercer ensayo, en el cual se presenta al paisano inevitable —expresión coroneliana— como pionero escritor profesional de América Latina y puntualiza su fecundación ejercida en grandes poetas del siglo veinte, entre ellos Pablo Neruda, Octavio Paz y Jorge Luis Borges.

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En el cuarto, “Sonatina: la bella durmiente en el divertimento y la tertulia”, se revaloran los alejandrinos anapésticos del tercer poema de Prosas profanas (1846) y su léxico precioso, exactitud verbal, intachable musicalidad (Darío fue el Mozart de nuestra lengua) e intemporalidad.

Un verdadero dariano

En los últimos ensayos —uno sobre Lo fatal, el otro sobre el adjetivo en Darío y en otros poetas modernistas— su autor magnifica —con sostenida erudición, el famoso poema culminante de Cantos de vida y esperanza (1905) y un vasto recurso dariano de carácter estilístico, sustentado en una obra que me deslumbró en mis años mozos: El epíteto en la lírica española de Gonzalo Sobejano.

Resumiendo: Roberto Carlos Pérez —un verdadero dariano— abre nuevas perspectivas de estudio e interpretación y debo, puedo y quiero felicitarlo por ese logro ejemplar.

*Escritor

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