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/ Arnoldo R. Martínez Ramírez

Las generaciones de los siglos XX y XXI

Estas generaciones tuvieron nombres y rasgos sui generis. Los Interbellum (1900-1914) fueron muy jóvenes para alistarse en la Primera Guerra Mundial y mayores para la Segunda. La Grandiosa (1915-1925), afectados por ambas guerras, antepusieron el interés público al personal. La Silenciosa (1926-1944), afectados por la Guerra de Corea y la gran depresión de 1929, pertenecieron a una sociedad más estable. Los Baby Boomers (1945-1964) nacieron después de medio siglo de guerras en un período de incremento de la población.

Suspicaces y menos optimistas, debatieron valores de la sociedad. Fue la época de los Beatles, los asesinatos de Kennedy, Luther King, Gandhi, la Guerra de Vietnam, el primer hombre en la luna, los movimientos sociales, las sustancias ilegales. A los nacidos después de 1955 los marcó la Guerra Fría, el Watergate, la crisis petrolera.
La Generación X (1965-1981), hijos de padres divorciados, de vida acelerada, individualistas, inmersos en un mundo globalizado e incomprendidos por las generaciones previas. Vieron caer el Muro de Berlín e iniciaron la ruta de la era digital. Las drogas fueron su tabernáculo. Los millennials o Y (1982-1999) son gente del mundo globalizado y redes sociales; interesados por el medioambiente, crecer y dejar el hogar de sus padres.

Tienen grandes aspiraciones académicas. Son indecisos, cómodos, buscan su gratificación inmediata, que miden en “likes”. Comparten sus vidas en las redes, incluidos miedos e inseguridades; les preocupa la imagen que proyectan, aprecian los “selfies”. Se les dificulta manejar sus ansiedades, frustraciones. Se sienten incomprendidos por sus padres. El 63 por ciento de la población nicaragüense es menor de 31 años, el 48 por ciento son millennials.

Comparados con generaciones anteriores los millennials tienen cualidades novedosas: se adaptan rápido al entorno; buscan desafíos; son críticos, polivalentes y trabajan muy bien en equipo. Su entorno laboral les demanda mentalidad multicultural para laborar con personas de otras naciones, culturas y religiones. Son agentes de cambio, atienden novedosas logísticas de mercado, incluidas las relaciones entre público y proveedor, la distribución y atención al cliente y la creatividad, como condición para subsistir en el mercado de servicio/consumo.

La Generación Z o centennials (2000…) están impactados por actos terroristas, volatilidad de mercados, inestabilidad geopolítica, desigualdades sociales, migraciones masivas, rebrotes epidémicos. Están absorbidos por lo digital. Nacen con un teléfono inteligente en una mano y una tableta en la otra. Se calcula que hay 2,000 millones de millennials y 2,400 millones de centennials, 27 por ciento y 32 por ciento respectivamente de la población mundial (7,400 millones). Se estima que en el año 2025 manejarán el 47 por ciento de los recursos económicos, y el 85 por ciento vivirá en países de mercados emergentes, con altas tasas de desempleo.

Lo anterior indica que las estructuras sociales, económicas y laborales deberán ser transformadas acordes a la personalidad y talento de las nuevas generaciones. Ellos claman por enseñanza innovadora, creativa, analítica y crítica, para formarse como optimizadores, transformadores, expansionistas, éticos, que identifiquen puntos de inflexión y entiendan su entorno. Ante los nuevos estilos de vida, mercados laborales y hábitos de consumo, el reto más importante es la educación y formación de docentes, los pénsums académicos y métodos de aprendizaje. Se deben rediseñar modelos de aprendizaje y enseñanza acordes a las necesidades del 59 % de la población mundial. Se trata de cultivar una generación de: ciudadanos del mundo, con posturas más críticas y sensibles al medio, con empleos diseñados por ellos, sin jerarquías ni control, con derecho a expresarse, con horarios flexibles, comprometidos primordialmente con la calidad y servicio a sus clientes.

La pregunta central es: ¿qué prevalece en la vida de estas generaciones: la tecnología o la humanidad? Ante un mundo inmensamente solitario, enlazado a través de redes sociales, pero aislado del contacto humano, los jóvenes están esclavizados por la tecnología, perdiendo su dignidad, apartando su naturaleza de ser. Es responsabilidad de los padres, científicos sociales, docentes, gobiernos y personas de las generaciones Y y Z, reinventar un proceso humanista, que revise las raíces de los desencuentros sociales (armonizar la esencia del ser con la escalada ilimitada de la tecnología).

Adicionalmente, Nicaragua sigue viviendo una crisis de valores éticos; violencia; acoso físico y sexual en el hogar, colegios, trabajos. Venta desenfrenada y propaganda “irreverente a la dignidad de la mujer” invitando al consumo de alcohol, drogas. Traumada por la posguerra, diáspora, inequidad, injusticia. Indiferente al sufrimiento de los menesterosos, corrupción e impunidad.

Como padres de familia tenemos la responsabilidad primordial a través de nuestro ejemplo de ser mentores de nuestros hijos en respetar la dignidad de los demás, honradez, observar las leyes, justicia social, amor al prójimo, humildad, civismo, servir a los necesitados, cuidar la naturaleza, responsabilidad, trabajo, apertura a otras culturas, razas, credos.

El autor es contador.

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