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El dictador que todos llevamos dentro

¿Quién está seguro que teniendo el poder que tiene Daniel Ortega o tuvo Somoza en su tiempo no se vaya a convertir en una cosa parecida a ellos?

Tráfico

¿Quién no se ha sentido fastidiado más de alguna vez con el tráfico de Managua? Uno sale de su casa con la mayor sonrisa del mundo, pero en la bocacalle un taxista trata de convencer a algún peatón y tapa la salida, las calles están llenas porque ahora siempre es hora pico y entre pitazos y frenazos uno tiene que hacer un gran esfuerzo por no maldecir ni perder la sonrisa. En el primer semáforo hago la fila de siempre. Se pone en verde, pero el tipo de adelante no arranca, y lo hace justo cuando solo puede pasar él. No quiero pitar. La sonrisa se desdibuja un poco. Ni que decir del busero que casi me embiste en la rotonda, ni del momento que me quedé atrapado en un carril porque había un vehículo parqueado y del otro carril nadie, nadie, da entrada, o de cuando un motociclista se me cruzó temerariamente frente de la trompa del carro atenido a que yo tengo que frenar para no montarme sobre él. ¡En fin! Ya no hay sonrisa. En el último semáforo, que dura pocos segundos, justo cuando voy a cruzar el verde aparece alguien que no quiso hacer fila y se mete intempestivamente. En su maniobra no deja pasar a nadie más. Pito furiosamente y maldigo en voz alta. Cuando llego al parqueo del periódico, la sonrisa se ha ido al carajo.

Valores

Circular en Managua tiene que ver mucho con la forma como nos conducimos como sociedad. En esa acción cotidiana de conducir un vehículo por las calles atiborradas de la capital mostramos con mucha frecuencia los pecados que muchas veces criticamos en el comportamiento de quienes nos gobiernan. ¿Tenemos acaso el gobierno que tenemos porque somos lo que somos? El tráfico de las calles siempre me ha parecido un buen escenario para reflexionar bajo aquella vieja premisa de ¿qué es primero? ¿El huevo o la gallina? O lo que sería lo mismo: ¿para que cambie la forma de gobernar debemos cambiar los ciudadanos o es este tipo de gobierno abusivo el que hace ciudadanos abusivos? ¿O ambos?

Abuso y cortesía

El abuso tiene la capacidad de reproducirse por sí solo. Como un monstruo de mil cabezas. Cuando uno recibe un abuso tiene la tendencia a comportarse así con otro en la calle, de tal forma que el abuso que alguien cometió se va reproduciendo de uno en otro y puede incluso regresar al mismo que lo originó. Pero también la cortesía tiene la virtud de reproducirse. Uno de esos días en que uno decide dejar de ser el tonto de las calles y acepta que conducir es una guerra, sin dar ni pedir cuartel, me ha sucedido que estando atrapado en un tráfico infernal sale a mi rescate quien menos lo esperaba. Tal vez un taxista, que me da pasada con un gesto cortés. Avergonzado trato de pagar esa cortesía siendo cortés con los otros en el camino. Y me hace pensar que si soy cortés con más frecuencia, es posible que esa cortesía regrese también con frecuencia a mi algún día.

Doble rasero

Fíjense bien que es en el tráfico de las calles donde se ve más claramente ese mal que padecemos como sociedad: creer que las leyes, las normas, son para los otros y nunca para nosotros. Ese doble rasero que nos condena. Todos queremos que nadie dé vuelta en U, que nadie se tire el semáforo en rojo, que quien cometa una infracción sea multado correspondientemente por la Policía, pero, no nos mintamos, a la hora que nos toca, somos nosotros mismos los que damos vuelta en U, nos tiramos el semáforo en rojo y nos enojamos porque nos multó el policía. Y ya ni digamos de aquellos que por tener alguna pata en el gobierno, manejan sin respeto a ley alguna, con placas que en vez de numero ostentan el nombre de su partido o usando sirenas que no les corresponden.

La ley

Alguna vez conté que vi a un policía cruzar un semáforo en rojo con su moto, en la cual llevaba mujer y niño, sin cascos todos, y que cuando el vehículo que le correspondía pasar casi lo choca se detuvo enojado pidiendo un respeto que estaba muy lejos de merecer. Es su forma de decir: “Yo soy la ley y hago lo que me ronca” como ve hacer a sus superiores.

Dictadores

No digo nada nuevo si digo que padecemos una crisis de valores. Tolerancia a las ideas contrarias, cortesía con conocidos y desconocidos, repudiar los comportamientos abusivos y no verlos como vivezas normales, son valores que nos están haciendo falta. A algunos más que otros, obviamente. El germen del dictador lo podemos tener todos adentro. ¿Quién está seguro que teniendo el poder que tiene Daniel Ortega o tuvo Somoza en su tiempo no se vaya a convertir en una cosa parecida a ellos? ¿Cómo creen ustedes que Ortega llegó a hacer exactamente las mismas cosas por las que una vez quiso derrocar a Somoza? Si Nicaragua tiene que cambiar no basta con cambiar el gobierno. Tenemos que cambiar nosotros también. Y el tráfico de las calles es un buen espacio para reflexionar sobre ello. Y para iniciarlo.

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