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Hombres de poca fe, Dios
/ Gonzalo Cardenal M.

Solo para pedigüeños (VI)

Continuando con el tema de nuestra oración de petición abordado por el señor Mántica, vamos a terminar de analizar las lecciones que nos ha dejado nuestro padre Abraham:

“Tengo una pregunta para ustedes mis estimados lectores: Después de ver la respuesta de Dios ante la intercesión de Abraham por Sodoma y Gomorra, y después de repasar estas parábolas de Jesús, ¿cómo creen ustedes que reaccionará Dios ante la insistencia de nuestras peticiones y de nuestra intercesión, ante nuestra fregadera? ¿Ustedes creen que se va a molestar con nosotros?… Jesús mismo nos responde esta pregunta de la siguiente manera (Lucas 18:7-8): “… ¿acaso Dios no defenderá también a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Los hará esperar? Les digo que los defenderá al instante”.

“Es posible que hasta hoy algunos de nosotros hemos estado pidiendo o intercediendo ante Dios al estilo de Abraham, es decir, desde la perspectiva de un simple hombre ante “el Señor Todopoderoso”. Y eso es correcto, pero se queda corto. Porque gracias a Jesús hoy sabemos que Dios ciertamente es Todopoderoso y Eterno, terrible y justiciero; pero que ante todo es padre, tierno y compasivo, lento a la ira, y rico en misericordia y el perdón. Podemos pedirle ahora desde la confianza de un hijo con su padre, lo cual marca una enorme diferencia en nuestra relación con Él”.

“Por otro lado y a diferencia de los tiempos de Abraham, hoy contamos con un Hermano Mayor, Dios Hijo, quien en la persona de sus primeros discípulos nos dijo (Juan 14:13): “Y todo lo que ustedes pidan en mi nombre, yo lo haré, para que por el Hijo se muestre la gloria del Padre”. Y en (Juan 16:24) nos advirtió: “Hasta ahora, ustedes no han pedido nada en mi nombre; pidan y recibirán, para que su alegría sea completa”.
“Estimado, lector, pedile al Señor aquello que más estás necesitando en tu vida. Si todavía no hay gozo y paz en tu vida, necesitás pedir, para que —como dice el mismo Jesús— tu “… alegría sea completa”.

“Debemos pedir con insistencia a nuestro Padre Dios, en el nombre de Jesús su Hijo, y el de su Espíritu, y a la vez con la certeza de que Dios siempre nos concederá lo que es mejor para nosotros, porque (Romanos 8:28): “Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman…”.

“Por último, es importante recordar que no estamos solos en nuestras peticiones. Que a diferencia de los tiempos de Abraham, ahora también tenemos a una Madre en el cielo que intercede perennemente por nosotros sus hijos. La Virgen María dijo a los jóvenes de Medjugorie que a ella no deben pedirle nada, sino solo que interceda por nosotros; porque ella no tiene voluntad propia, y solo quiere y puede hacer la voluntad de Dios. Como intercesora puede conseguirlo todo, y debemos darle gracias a ella por su intercesión; pero es al Padre a quien debemos dar gracias por los beneficios recibidos”.

“Que la Señora tiene influencias, no se discute. Y por eso, este día (y todas las restantes de nuestra vida) pidamos y pidamos, e intercedamos por los demás, pidiéndole al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo, pidiendo también por intercesión de nuestra madre María”. Pudiera ser que a algunos de ustedes el Señor le esté hablando a través de estos artículos. No lo hagamos esperar.

EL AUTOR ES MIEMBRO DEL CONSEJO DE COORDINADORES DE LA CIUDAD DE DIOS
[email protected]

Opinión Abraham Dios Sodoma y Gomorra archivo
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