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Una rebelión de tuza

La pasada elección de la junta directiva de la Cámara de Comercio Americana Nicaragüense (Amcham) acaparó la atención nacional como ninguna otra. Esto se debió a la percepción de que el gran capital y el Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep) estaban tratando de absorberla. A partir de esa especulación, las setenta y dos horas previas a dicha elección fueron de un intenso cabildeo en donde directivos del Cosep, banqueros e inclusive uno de los capitalistas más icónicos del país se involucraron en el esfuerzo de imponer su plancha, la que la opinión pública calificó como gobiernista o afín al gobierno.

Esto disparó más de una alarma y para nadie es un secreto que la Embajada Americana en la voz de la embajadora Laura Dogu tuvo que explicar públicamente la razón de ser de una cámara como Amcham. A partir de ese momento las llamadas telefónicas se dispararon tratando de conseguir los votos necesarios para asegurar el triunfo de la plancha apoyada por el Cosep. Es en ese escenario que la empresa transnacional Cargill propone a una de sus ejecutivas a la presidencia de Amcham, dama poseedora de un currículo impresionante y cuyo triunfo podría garantizar la imparcialidad de esa cámara. Como reza el adagio popular: pueblo chiquito, infierno grande. Comenzaron a filtrarse los esfuerzos de uno y otro bando para imponer a sus respectivos candidatos, fue así que llegaron a mis oídos las diferentes conspiraciones por llamarlas de alguna manera, conspiraciones que hoy son anécdotas y que son la razón de este artículo.

Me comentó un amigo que se sorprendió al recibir tres llamadas nada usuales. La primera fue para preguntarle que si iba a estar en la votación, la segunda fue para solicitarle el voto por la plancha que llevaba como candidato al actual presidente que aspiraba a la reelección y la tercera para conminarlo a votar por el mismo señor, ya que eso agradaría a quienes hacían negocios con él. Este comentario despertó mi curiosidad y llamé a varios amigos miembros de Amcham y todos habían recibido su respectiva llamada solicitándoles el voto, hubo uno que me comentó que les dijo que no podría asistir porque estaba fuera de Managua y le ofrecieron mandarlo a buscar.

En esa maraña de llamadas, se dieron dos que también valen la pena comentar, ya que fueron a un miembro respetable del cuerpo diplomático. Llamadas que puedo asegurarles que dejaron un mal sabor tanto a los que las hicieron como al que las recibió. El final de la historia ya todos lo conocemos, la candidata de la transnacional se alzó con la presidencia con una votación unánime, con lo que se aseguró según algunos la independencia de Amcham.

Moraleja: se confirma aquello de que no hay nada más impredecible que un millón de dólares, a lo que considero valedero añadirle, que no hay mejor olfato que el de un millón de dólares. Si lo dudan véanse la foto oficial de la nueva junta directiva aparecida en LA PRENSA. Para finalizar, les comparto las palabras de la honorable embajadora de los Estados Unidos (EE. UU.) el día de la votación: “Las relaciones de Nicaragua con EE. UU. son muy importantes, y es importante tener una junta directiva con mucho poder en Nicaragua, que pueda trabajar con el Congreso de EE. UU. y con oficiales de EE. UU., pero trabajar también con las autoridades de Nicaragua”.

Para los que preguntan qué paso con el otro candidato, solo puedo decirles que sigue sorprendido.

El autor es analista político.

Opinión Amcham cosep Estados Unidos Laura Dogu archivo
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