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Revolución

Fuego en el vecindario

La agudización dictatorial de Maduro pone los focos sobre el autoritarismo de Ortega, al extremo que uno de los precandidatos presidenciales venezolanos dijo que “no podemos ir a elecciones si son a la nicaragüense”

En los últimos días se ha presentado una sucesión de eventos internacionales que nos competen directamente, un verdadero fuego en el vecindario, y la reacción visible del gobierno de Ortega da la impresión que los subvalora, con lo cual ese fuego del vecindario amenaza con trasladarse a nuestra casa.

El centro de esos eventos es Venezuela. El fin de la petropolítica se ha traducido en disminución de la influencia internacional y en una pavorosa crisis humanitaria y migratoria.

La oposición a Maduro, sobre el contexto de la crisis socioeconómica, ganó abrumadoramente las elecciones legislativas hace dos años. Hasta ahí llegaron las elecciones creíblemente democráticas en Venezuela. A partir de entonces, el régimen de Maduro agudizó sus rasgos dictatoriales.

La crisis de Venezuela y sus coletazos ensombrecen las perspectivas autoritarias del régimen nicaragüense, si Ortega persiste en las mismas, de igual forma que la petropolítica venezolana ayudó notablemente a su consolidación. Ya no es así, ni nacional ni internacionalmente.

En la articulación de ese nuevo contexto internacional y nacional, está la muy comedida declaración final de la misión del Fondo Monetario Internacional (FMI), emitida el recién pasado 6 de febrero después de concluir su evaluación de la economía nacional. En la misma, y a propósito de los principales retos de política, se lee: Los riesgos para las perspectivas de crecimiento de Nicaragua parecen estar, en general, equilibrados en el corto plazo, pero continúan inclinándose a la baja en el mediano plazo”.

¿Por qué las perspectivas de crecimiento económico se inclinan a la baja en el mediano plazo? La misma declaración del FMI lo dice: “Esto, dice refiriéndose a otras dimensiones de la política económica internacional de los Estados Unidos (EE.UU.), coincide con la posible aprobación de la Ley de Condicionalidad de la Inversión Nicaragüense (conocida como Nica Act) por el Senado de EE.UU., en un contexto en el que la cooperación venezolana en materia de petróleo ya no juega un papel sustancial”.

Ortega ha puesto abono a esa eventual aprobación en el Senado de EE.UU. Así como inició un diálogo con la OEA para detener la Nica Act, la intempestiva aprobación de una reforma a la Ley Electoral como reacción a la sanción impuesta al presidente del Consejo Supremo Electoral (CSE) con base en la Ley Magnitsky, revela que ese diálogo se lo toma como jugarreta. Y todo sobre el trasfondo antidemocrático de destitución de alcaldes recién electos, y drástica reducción de transferencias a las pocas alcaldías que no se asignó.

La crisis venezolana ha quedado subrayada por algunos hechos recientes: la gira del secretario de Estado norteamericano, Rex Tillerson, centrada en ese país, y antecedida de un discurso en Austin que es la primera definición de política hacia el hemisferio, más allá de los temas migratorios y del tratado de libre comercio con Canadá y México; como contrapartida, el canciller venezolano realizó una gira por la menguada zona de influencia de la petropolítica internacional, incluyendo a nuestro país, donde obtuvo la solidaridad de Ortega; finalmente, la fijación de fecha de las precipitadas elecciones presidenciales en Venezuela, en tales condiciones antidemocráticas que se ha roto el diálogo con la oposición y muchos países han declarado que no reconocerán sus resultados.

La agudización dictatorial de Maduro pone los focos sobre el autoritarismo de Ortega, al extremo que uno de los precandidatos presidenciales venezolanos dijo que “no podemos ir a elecciones si son a la nicaragüense”.

En el discurso de Tillerson en la Universidad de Austin hay una actualización de la doctrina Monroe, que tantas consecuencias negativas tuvo para el continente. Esa actualización es frente a China y Rusia. Mientras la influencia de China es fundamentalmente sudamericana, la referencia a Rusia no puede ser ignorada por Nicaragua: “La creciente presencia de Rusia en la región es también alarmante, mientras continúa la venta de armas y equipo militar a regímenes inamistosos que no comparten o respetan valores democráticos”.

Geopolítica pura y dura. El correlato de la toma de Crimea por Rusia, y la declaración de independencia de Abjasia y Osetia del Sur, a cuyo reconocimiento se sumó Ortega en un arresto de gran geopolítica que una vez más nos puede salir cara.

El autor es economista.

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