Para Ramón Rodríguez la música y el teatro son su vida. Trabaja todos los días y en sus tiempos libres le gusta cocinar comida asiática y leer sobre aviación. Es instrumentista de oboe, uno de los fundadores de la Camerata Bach y vivió varios años en Alemania.
¿Tiene algún apodo?
Me dicen Moncho Oboe porque soy Ramón y toco el oboe. Y en mi infancia, en Jinotega, me decían “Cacarra”, que es un pajarito que se ve por esos lados y es un pajarito muy inquieto.
¿Cómo sería su viernes por la noche ideal?
Yo no me imagino días ideales porque no los tengo. No soy muy bohemio en el sentido de irme a trasnochar, me gusta más irme a mi casa a leer.
¿Sería modelo por un día?
No creo que tenga tanta vanidad para ser modelo (ríe).
¿De niño tenía amigos imaginarios?
Sí. Yo aprendí mis primeras letras con un libro que no me acuerdo del nombre… Y allí había un niño aviador que se llamaba Juanito. Me acuerdo que un par de veces soñé con él.
¿Practicó algún deporte?
En la escuela practiqué futbol, beisbol y también baloncesto.
¿Se arrepiente de algo?
No. Es difícil que me arrepienta de algo. Hay un argot que dice: “No hay mal que por bien no venga”.
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¿Invierno o verano?
Invierno. Me fascina la lluvia.
¿Cuál es su grupo o cantante favorito?
Me encanta todo lo relacionado con la Sonora Matancera.
¿Cuál es la peor noticia que ha recibido por teléfono?
Estaba donde mi mamá y recibimos una llamada. Era que a un tío mío —que era como mi padre— lo habían asesinado en Siuna y a mí me tocó recibir la noticia.
¿Practica algún pasatiempo?
Me gusta todo lo relacionado con la cocina y la aviación. Leo mucho de eso.
¿Ha tenido experiencias con fantasmas?
Particularmente no creo. Pero un día estábamos como a las 2:00 o 3:00 de la mañana y sentí un escalofrío, pero ojo no estoy diciendo que fuera un fantasma, sino el hecho de verte a vos en un lugar tan solo, tan oscuro, silencioso, sentí algo en mi cuerpo. Son energías.