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/ J. Eduardo Ponce Vivanco

¿País pesimista o desinformado?

A quienes analizan la política en los medios peruanos no les gustan las buenas noticias, cuando las hay. Tal vez por eso pasó tan desapercibida una información interesante que El Comercio publicó el 15 de diciembre pasado (página 18): “El Perú es el cuarto país que más distorsiona la realidad”. Se resumía en forma concisa la medición de la Encuesta Internacional Ipsos Mori: Perils of Perception 2017, y se mostraba un ranking (infografía) en el que el Perú aparece en cuarto lugar, después de Sudáfrica, Brasil y Filipinas, entre las naciones “con más diferencia entre percepción y realidad”. Los suecos, los noruegos, los daneses y —sorprendentemente— los españoles son los pueblos que menos distorsionan los hechos que ocurren en sus países.

Basta con dar un clic sobre Perils of Perception / Ipsos para ver, lámina por lámina, hasta qué punto los encuestados se equivocan sobre temas tan importantes como los niveles de asesinatos, las muertes por terrorismo, la inmigración, la población carcelaria, el embarazo en adolescentes, la diabetes, el alcoholismo, la salud, el suicidio, los teléfonos celulares, la membresía en Facebook o la existencia del infierno (omito algunos). La gama es amplia y varios rubros tienen especial relevancia en la opinión de los peruanos sobre problemas graves para la sociedad y la eficacia con que se enfrentan.

Es un lugar común que tanto las encuestas como los medios nacionales consideren que la seguridad ciudadana es la lacra más importante que nos aqueja. ¿Cómo podría no ser así cuando todos los noticiarios le dedican diariamente sus mejores espacios? Según la percepción pública medida por Ipsos Mori, el índice de asesinatos en el Perú se ha elevado en 44 por ciento desde el año 2000, lo que aparentemente no sintoniza con las declaraciones del presidente Kuczynski hace un par de días, al entregar más de 250 patrulleros a la Policía Nacional: “Hemos progresado muchísimo en seguridad en el último año y medio. Las cifras lo dicen, la tasa de homicidios del Perú es una de las más bajas de América Latina”. De hecho, esta afirmación es congruente con la gestión del Ministerio del Interior durante su Gobierno, que la mayoría considera exitosa.

Muchos se preguntarán, sin embargo, ¿cuántos peruanos le creerán al presidente? Entre quienes dudan y quienes no quieren creerle es posible vislumbrar una sólida mayoría. No obstante, es ilustrativo observar otro tema de la misma encuesta y preguntarse por qué sería confiable la percepción de los peruanos sobre seguridad ciudadana cuando, respondiendo a otra pregunta, nuestros compatriotas piensan que un 42 por ciento padece de diabetes cuando la realidad indica que solo un 7 por ciento sufre de esa enfermedad. ¿Es coherente confiar en la percepción pública sobre el índice de asesinatos cuando los mismos encuestados han errado tan notoriamente frente a otra pregunta de la muestra?

Asumiendo que la situación en el Perú está mejor de lo que parece, no es difícil identificar algunos factores que determinan las percepciones negativas de la población: comunicación oficial deficiente, información constantemente negativa de los medios, análisis político adverso, interés de opositores en evidenciar debilidad e incompetencia del Gobierno y, por cierto, torpezas en la gestión pública y faltas contra la ética de la dirigencia política.

Es probable que la crisis de gobernabilidad que atravesamos tenga estrecha relación con esta temática, que debería investigarse con interés y seriedad. Ello permitiría enfrentar mejor los problemas que deberemos encarar a raíz de las informaciones explosivas que esperamos en el campo de la corrupción, aspecto que no ha sido objeto de las preguntas de la encuesta Ipsos Mori.

©FIRMAS PRESS
El autor es ex embajador del Perú.

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