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En toda la carrera que forjaron los hermanos Pérez Ortega obtuvieron 16 medallas y 22 trofeos. LA PRENSA/ ÓSCAR NAVARRETE

En toda la carrera que forjaron los hermanos Pérez Ortega obtuvieron 16 medallas y 22 trofeos. LA PRENSA/ ÓSCAR NAVARRETE

Carlos Arturo y Walter, los hijos del fisicoculturismo de Carazo

Los hermanos Carlos Arturo y Walter Pérez Ortega son sordomudos, superan los 50 años, y en su juventud fueron los número uno en fisicoculturismo.

A Carlos Arturo Pérez todos lo respetan en su gimnasio. No porque sea el dueño sino porque es una referencia en el fisicoculturismo. Es alto, delgado, de buen cuerpo, usa el pelo corto y en marzo cumplirá 57 años. Como instructor es exigente, se para frente a sus discípulos y con señas y balbuceos les explica qué deben hacer. Su hermano Walter, quien es un año menor que él, también es instructor y al igual que él nació sordomudo.

En el pasado ellos se ganaron los primeros puestos en todas competencias nacionales e internacionales de fisicoculturismo en las que participaron. Algunos hasta decían que parecían gemelos, usaban el pelo largo y hasta el mismo corte de barba y bigote. Carlos Arturo siempre se robaba el primer puesto. “Es mi hermano. No importa. Es mi hermano”, alcanza a decir Walter seguido de un gesto de alegría. De los dos es quien vocaliza más.

Carlos Arturo y Walter Pérez practican fisicoculturismo desde la adolescencia. Han competido a nivel nacional e internacional. LA PRENSA/ REPRODUCCIÓN / ÓSCAR NAVARRETE
Carlos Arturo y Walter Pérez practican fisicoculturismo desde la adolescencia. Han competido a nivel nacional e internacional. LA PRENSA/ REPRODUCCIÓN / ÓSCAR NAVARRETE

Aunque el fisicoculturismo ha sido su vida, también les ha dejado sabores amargos porque, según ellos, se han aprovechado de su discapacidad. La última vez que Arturo compitió fue cuando tenía 50 años y obtuvo el segundo lugar en el Campeonato Centroamericano y del Caribe de Fisicoculturismo y Fitness. Ahora él y su hermano pasan sus días atendiendo el gimnasio Hermanos Hércules, ubicado en Santa Teresa, Carazo, donde muchas de las máquinas de hacer ejercicios las fabricó el menor de los hermanos.


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Pesas de bloque y tarros

A finales de 1987 Carlos Arturo Pérez participó en una competencia de fisicoculturismo por primera vez. Estaba nervioso. En cuanto vio a la gente que había afuera le temblaron las piernas. Sabía que tenía una desventaja porque no podía oír la música que le indicaría cuando debía cambiar de pose, pero aun así salió, lució su cuerpo y ganó el primer lugar. Su hermano Walter también competía ese día y como luego sería costumbre obtuvo el segundo lugar.

A ellos los descubrió el famoso fisicoculturista Hernán Flores. Los vio por primera vez en Santa Teresa y quedó pasmado al ver la masa muscular que habían formado en su gimnasio improvisado. Les ofreció ayuda para entrar en el deporte de forma profesional y ellos no se la pensaron, pues su ideal era tener un mejor cuerpo. Desde entonces viajaban casi diario desde Santa Teresa hasta Managua para entrenar.

De los cuatro hijos que tuvo doña Marina Ortega los tres últimos son sordomudos. LA PRENSA/ REPRODUCCIÓN/ ÓSCAR NAVARRETE
De los cuatro hijos que tuvo doña Marina Ortega los tres últimos son sordomudos. LA PRENSA/ REPRODUCCIÓN/ ÓSCAR NAVARRETE

De las competencias se enteraban de un día para otro. Flores solo los llamaba y ellos ese mismo día se depilaban, se untaban aceite en el cuerpo y se subían al techo de la casa para broncearse.

“Mi papá era quien andaba con ellos acompañándolos y traduciéndoles. Yo nunca fui, pero me acuerdo que la primera vez que ganaron mi papá lloró de la alegría”, dice Idania Pérez, hermana mayor de los atletas.
Ella todavía recuerda la vez que Carlos Arturo regresó a casa después de salir por las calles a vender periódicos y lo vio amarrando un par de piedras que había en el fondo de la casa a una varilla de hierro.

Según explica Carlos Arturo, por medio de señas y balbuceos, ese día que salió a vender periódico como de costumbre y vio como un vecino ayudaba a mover objetos pesados con poco esfuerzo, él se quedó con la idea de tener un cuerpo como el de él y por eso hizo aquellas pesas improvisadas.

Sin embargo, no toda la carrera de los hermanos Pérez fue dulce. Según recuerda su hermana por la discapacidad que ellos tienen sospecha que se aprovecharon de ellos. En un par de ocasiones usaron a Carlos Arturo para realizar anuncios sin que ganaran por eso.

Infancia en Santa Teresa

De los cuatro hijos que tuvo doña Marina Ortega los tres últimos son sordomudos. Carlos Arturo y otra hermana nacieron así y Walter, el menor, nació con problemas para oír, fue hasta que iba en segundo grado de primaria que dejó de escuchar completamente.

“El día que Walter dejó de oír completamente, vino a la casa sofocado. Le dijo a mi mamá que ya no oía nada de lo que le decía la profesora y como en ese tiempo no había escuelas especiales ya no volvió más al colegio”, recuerda Idania Pérez.

Por esa misma causa Carlos Arturo aprendió a leer y escribir en casa. Su mamá usaba una cartilla que le regaron una vez que llevó a sus hijos a ser examinados por una brigada de médicos en Corinto y les enseñó a como pudo leer, escribir y contar.

“Dicen que en la familia por parte de mi papá había personas así, pero no sabemos. Por qué los tres nacieron así. Incluso, Carlos Arturo y Walter fueron hasta Rusia para ver si los operaban, pero les dijeron que no había nada que hacer”, cuenta la hermana mayor.


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Experiencia agridulce

Carlos Arturo y Walter Pérez aprendieron a comunicarse a través de señas y gestos. Su mamá fue quien les enseñó apoyada con una cartilla de lenguaje de señas que le regalaron. LA PRENSA/ ÓSCAR NAVARRETE
Carlos Arturo y Walter Pérez aprendieron a comunicarse a través de señas y gestos. Su mamá fue quien les enseñó apoyada con una cartilla de lenguaje de señas que le regalaron. LA PRENSA/ ÓSCAR NAVARRETE

Ellos sobreviven con lo que ganan atendiendo el gimnasio Hermanos Hércules en Santa Teresa y Walter además trabaja en otro gimnasio de Jinotepe.

Y aunque hace varios años dejaron las competencias aún siguen entrenando y aun posan el cuerpo torneado que les dio los triunfos. Son alegres y han aprendido a comunicarse bien.

“Nunca pensamos en hacer otra cosa”, explica Carlos Arturo en medio de balbuceos, mientras enseña entusiasmado las fotos, medallas y trofeos que ganó durante su carrera.

En toda la carrera que forjaron los hermanos Pérez Ortega obtuvieron 16 medallas y 22 trofeos. LA PRENSA/ ÓSCAR NAVARRETE
En toda la carrera que forjaron los hermanos Pérez Ortega obtuvieron 16 medallas y 22 trofeos. LA PRENSA/ ÓSCAR NAVARRETE

Datos curiosos

  • En 1988 Carlos Arturo Pérez ganó el concurso de Míster Nicaragua y Walter el segundo lugar.
  • En toda la carrera que forjaron los hermanos Pérez Ortega obtuvieron 16 medallas y 22 trofeos.
  • En el 2011 Carlos Arturo Pérez participó en el Campeonato Centroamericano y del Caribe de Fisicoculturismo y Fitness. Allí obtuvo el segundo lugar.
  • La esposa de Carlos Arturo y su hija aprendieron a comunicarse con lenguaje de señas con su padre. En el caso de Walter su actual esposa también es sorda, por ello puede comunicarse mejor con ella.
  • La historia de los hermanos Carlos Arturo y Walter Pérez Ortega fue rescatada originalmente por un reportaje publicado en El Aventino, un medio digital de periodistas independientes y estudiantes.
Walter Pérez Ortega, 55 años, junto a su hermano Carlos Arturo Pérez de 56 años. LA PRENSA/ ÓSCAR NAVARRETE
Walter Pérez Ortega, 55 años, junto a su hermano Carlos Arturo Pérez de 56 años. LA PRENSA/ ÓSCAR NAVARRETE

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