Hoy todos los caminos conducen al Estadio Nacional Dennis Martínez, el teatro del beisbol pinolero, que se levanta imponente en el Paseo Tiscapa y que esta noche desplegará todos sus atributos para acoger la serie entre Cuba y Nicaragua, en medio de llamativas expectativas.
Ojalá podamos apreciar un espectáculo a la altura del escenario. Un buen show requiere del concurso de ambas tropas y la esperanza es que los nuestros se eleven al nivel de las exigencias.
Cuba es amplio favorito, como lo ha sido siempre. A pesar de cualquier circunstancia, los antillanos siempre se las arreglan para vencernos, sin importar el sitio ni el carácter del desafío.
Si no es así, revisemos el hecho de que no se les gana en los últimos 18 partidos de orden amistoso. Y para encontrar el último triunfo ante ellos, hay que irse hasta el 2001, cuando se les ganó 5-1.
Sin embargo, lo esencial ahora será la actitud con que se tomen estos juegos. Claro, la historia no nos favorece, pero el presente no ha sido escrito todavía. Los muchachos tienen la palabra.
Una dificultad ante Cuba, ha sido nuestra mentalidad derrotista. Nos hemos sentido vencidos mucho antes de que inicie el juego. Y eso, se ha transmitido de una generación a otra.
En el pasado reciente, se ha designado al peor lanzador disponible para los cubanos, porque se ha considerado un juego perdido. Así que mejor se emplea a los de más calidad ante rivales al alcance.
Los únicos que han cambiado el curso de la historia han sido los niños. Ellos juegan para ganar y lo han logrado. En el Mundial Sub12 en China en 2015, le metieron dos lechadas como si nada.
Probablemente ellos solo vieron a nueve rivales en el campo de juego y no se detuvieron a revisar el historial exitoso de los cubanos. Fueron y los vencieron.
Tal vez convendría hacerse como los niños. Salir y no prestar mayor atención a lo que nos ha hecho Cuba en el pasado. El presente aún no ha sido escrito. Los muchachos de ahora tienen la palabra.