Mujer fantástica (2017), del chileno Sebastián Lelio, ha sido galardonada con el premio Teddy de la Berlinale (para películas con protagonistas lesbianas, gais o trans), el Goya (España) al mejor filme iberoamericano y nominada al Óscar al mejor filme no hablado en inglés.
Como en sus filmes anteriores, Lelio, nacido en Argentina, utilizó tecnología digital que produce gran nitidez de imagen, pero con apariencia luminosa por el poco matizado de los colores.
Lea además: Lady Bird y El hilo fantasma: dos caras de distintas monedas compiten por el Óscar
El trabajo de cámara en Mujer fantástica, es funcional, puesto al servicio de la narración, con algunas escenas de gran impacto visual (la protagonista, con una sombrilla, tratando de avanzar contra un viento fuerte).
La trama arranca con la muerte repentina de Orlando, amante de Marina Vidal (Daniela Vega), después de hacer el amor con ella.
Orlando es un hombre de medios, treinta años mayor que la joven, con una exesposa, un hijo (el villano de la pieza) y un hermano (comprensivo). La muerte del amante genera una serie de crisis en la vida de la protagonista.
Lea además: Heredera del viento, la película sobre la revolución se estrenará en Nicaragua
Los choques de Marina, camarera transexual que aspira a ser cantante (Vega es cantante lírica y trans en la vida real), con los familiares del difunto, culminan con la decisión de asistir a los funerales de su amante.
Marina es el centro del filme, pero el director se abstiene de condenar a sus antagonistas. Los presenta como criaturas humanas atrapadas en sus propias circunstancias.
El tema central es la entereza moral con que la protagonista enfrenta los embistes del entorno, luchando estoicamente por afirmar su dignidad como ser humano.
Las horas más oscuras
Igual que Denzel Washington en Malcolm X (1992) o Javier Bardem en Antes que anochezca (2000), Gary Oldman domina totalmente el filme de Joe Wright, Las horas más oscuras (Darkest Hour, 2017).
Con un proceso de tres horas de maquillaje que incluyó aditamentos prostéticos, Gary Oldman (el estrafalario Drácula de Coppola; el Lee Harvey Oswald de Oliver Stone) literalmente desaparece, convertido en Sir. Winston Churchill. Su actuación es un reto para la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas.
El guionista Anthony McCarten logra una atmósfera de confrontación interna al centrar la acción en las discusiones en torno a una posible capitulación del Reino Unido ante Hitler.
La película hace mancuerna con Dunquerke de Christopher Nolan, ambas nominadas para mejor película de 2017.
Winston Churchill
La elocuencia de Churchill, nuevo primer ministro, vence la insistencia del vizconde Halifax (Stephen Dillane), secretario para Asuntos Exteriores, y el Rey Jorge VI (Ben Mendelsohn), en la necesidad de una rendición, opción que, en aquellos momentos, no parecía tan descabellada por no estar el Reino Unido preparado para una guerra de dimensiones imprevisibles.
“Imaginemos las suásticas ondeando en el Palacio de Buckingham o en la Abadía de Westminster…” clama Churchill, haciendo temblar el parlamento…
Puede leer: El quiróptero desplumado, nuevo libro de Abelardo Baldizón escrito entre dos países
El filme incluye una curiosa secuencia en la que el primer ministro entra en un vagón del metro y pide a los pasajeros su opinión sobre la tensa situación política.
Si bien este episodio es ficticio, le da al filme un necesario ángulo populista que contrarresta la atmósfera aristócrata del resto de la narración.
El próximo domingo 4 de marzo se celebrará la 90 edición de los Premios Óscar 2018.