“Digitalizar instituciones corruptas o ineficientes, es como poner un motor fuera de borda a una carabela de Colón”, me dijo hace algunos años un empresario chantajeado para obtener una sentencia a su favor. Agregó: “Es para que hagan más de lo mismo, pero más eficientemente”. Y concluyó: “Ya resolví mi caso, pero igual me voy del país pues aquí no hay ni instituciones ni leyes”.
Lo anterior no ocurrió en Nicaragua, pero muchos en Nicaragua podrían pensar lo mismo.
Dos de las principales noticias de esta semana han sido, por un lado el caso de inseguridad jurídica, a propósito de la adquisición de un inmueble vendido por la Central Sandinista de Trabajadores (CST) en Rivas. Por otro, la visita a Nicaragua de una de las más altas autoridades del Fondo Monetario Internacional (FMI), quien ha advertido del deterioro de las finanzas públicas y de la debilidad institucional por la personalización de las instituciones.
El vínculo que une los dos casos es la noticia de LA PRENSA, de ayer, en que la familia que adquirió el inmueble en Rivas dirigió una carta a Ortega y su esposa en la que textualmente dice: “Nosotras esperamos y confiamos en el buen criterio de nuestro presidente y nuestra vicepresidenta, ya que el señor Hernán Estrada (procurador general de la República) está bajo sus órdenes, y que le instruyan que suelte el caso y que nos deje seguir adelante…”
¡Se imaginan un caso igual de personalización de las instituciones!
El dirigente del FMI señaló: “Hay un deterioro en las finanzas públicas, en nuestro trabajo hemos sido repetitivos en resaltar la necesidad de un plan fiscal de mediano plazo, que a través de corregir exenciones fiscales, mejorar la administración tributaria (…) y corregir los desbalances en los sistemas de pensiones básicamente regrese la situación fiscal a una situación más balanceada”, según reportó LA PRENSA.
Hay que recordar que Ortega heredó de Bolaños una situación fiscal sana, incluyendo un superávit primario en el presupuesto y el ingreso de Nicaragua al club de países con drástica reducción de la deuda externa, y que ha tenido desde entonces extraordinarias condiciones favorables de precios de exportación, cooperación externa, aumento de remesas y bajísimas tasas de interés internacionales, de cuya subida también ha indicado el dirigente del Fondo Monetario, entre otras advertencias. Ahora, con relativo menor margen de maniobra, habrá que emprender los ajustes que recomienda el FMI.
El deterioro institucional de Nicaragua tiene un nombre, y no más que un nombre: Ortega y su pretensión de mantenerse en el poder sin elecciones libres, y revirtiendo todo el proceso de institucionalización en el poder judicial, órganos de vigilancia, y fuerzas armadas y de policía. Y esto, lamentablemente, no se soluciona poniendo más computadoras en las dependencias del Estado.
El autor es economista.