La lapa roja y el zanatillo nicaragüense son dos especies que se encuentran en riesgo a nivel nacional, pero en general, la vida silvestre está presionada por la urbanización y el crecimiento de la población sin control.
Así lo considera el biólogo Marvin Tórrez, quien explica que detrás de los problemas ambientales existen problemas sociales que ejercen presión sobre el ecosistema.
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Cada 3 de marzo, desde el 2013, la Organización de Naciones Unidas conmemora el Día Mundial de la Vida Silvestre con el objetivo de sensibilizar, concienciar y señalar que existe un problema y se necesita tomar medidas.
A pesar de que en la región se tienen más áreas protegidas que en otra parte del mundo, no ha sido suficiente “para garantizar el futuro del jaguar, el felino más grande del continente americano”, según apunta una nota publicada en ONU Medioambiente.
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De acuerdo con Naciones Unidas, actualmente existen 64 mil ejemplares de Panthera onca en la vida silvestre, 90 por ciento están en la Amazonía.
En el país, con el costo de la vida, las personas buscan lo más fácil, que se traduce en la caza de garrobos, el tráfico de la madera, la introducción del ganado, incluso en áreas protegidas, explicó Tórrez.
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Según el especialista, en el centro del país debería generarse mayor desarrollo económico y forestal, pero a la falta del mismo, las personas se comienzan a movilizar hacia otras zonas, incluyendo las reservas más importantes del país (Bosawas e Indio Maíz).
Uno de los problemas que también enfrenta la fauna en Nicaragua es la pérdida de la masa boscosa. Al año, según estimaciones del Centro Humboldt, se pierden unas 70 mil hectáreas de bosque.