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Seguro Social nicaragüense. INSS, políticas de desarrollo, instituciones públicas

Para poder conocer las razones subyacentes de los procesos económicos y sociales que vive el país, se requeriría un acceso mucho más abierto a la información pública. LA PRENSA/ARCHIVO

¿Qué se hizo el dinero de las pensiones?

Cuando se observa como los superávits que registraba el INSS se convirtieron en déficit, muchas personas emiten el juicio de que de que esto ocurrió porque alguien “se robó” el dinero de las pensiones

Al observar el gráfico que muestra que el Instituto Nicaragüense del Seguro Social (INSS) arrojaba superávits hasta 2012, pero que estos se convirtieron en déficit cada vez mayores a partir de 2013, hasta llegar estos a alcanzar casi 2,400 millones de córdobas en 2017, muchas personas emiten el juicio de que de que los superávits se convirtieron en déficit porque, sencillamente, alguien “se robó” el dinero de las pensiones.

En realidad, la transformación de los superávits en déficit crecientes, y la propia insolvencia del INSS, si no se hacía frente a los desequilibrios actuariales del Programa Invalidez Vejez y Muerte (IVM), estaba previsto desde mucho antes -de hecho, desde hace casi dos décadas antes-, a partir de las diferentes proyecciones actuariales efectuadas.

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Por ejemplo, la Comisión Interinstitucional establecida por el presidente Enrique Bolaños en 2006 concluía que los superávits operativos que hasta entonces mostraba el seguro de IVM se convertirían en déficit en la siguiente década, como resultado de tasas de reemplazo muy altas en relación a las contribuciones, lo cual se vería agravado por el progresivo deterioro en la relación entre el número de cotizantes y el número de pensionados.

La tasa de reemplazo se refiere al monto de las pensiones a recibir como porcentaje del salario promedio de cierto periodo, que en nuestro caso es de entre cinco y tres años, según el número de semanas cotizadas.

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Al respecto, la Comisión concluía que: “en este momento la tasa de reemplazo establecida en la Ley de Seguridad Social excede los niveles actuarialmente sostenibles en base a las contribuciones del sistema, así como las tendencias demográficas, laborales y macroeconómicas del país. Las proyecciones financieras muestran que la Ley actual establece una tasa de reemplazo promedio del 62.9 por ciento para el período 2005-2075.

No obstante, los ingresos del seguro IVM solamente podrán soportar una tasa de reemplazo del 45 por ciento en el 2025, el 23 por ciento en el 2041 y 13 por ciento en el 2057. En el 2075, la tasa de reemplazo financieramente sostenible será menor al 10 por ciento. La tasa de reemplazo promedio que brinda el equilibrio al sistema para el período 2006-2075 es 14 por ciento”.

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Se preveía entonces, que las reservas acumuladas irían disminuyendo debido a la necesidad de financiar los déficits, hasta que eventualmente se agotarían, con lo cual el INSS ya no podría responder, con sus ingresos y sus reservas, a sus compromisos con los asegurados.

Para asegurar la continuidad de la solvencia del INSS, la Comisión recomendó la implementación inmediata de una serie de reformas paramétricas, entre las cuales se incluían:

  • El aumento gradual de la edad de jubilación hasta los 63 años
  • El aumento de las semanas de cotización de 750 hasta mil.
  • Aumentar de cinco o cuatro años a diez años el periodo de cálculo del salario promedio base de cálculo para la pensión.
  • Reducir el factor básico de reemplazo para los primeros 15 años e ir aumentándolo poco a poco para los subsiguientes años de cotización, de manera que, para alcanzar la misma tasa de reemplazo que antes, se debería trabajar casi 15 años adicionales.

Como puede apreciarse, se trata, esencialmente, de las mismas recomendaciones efectuadas anteriormente, y prácticamente las mismas que serían efectuadas después, en base a los diferentes estudios actuariales.

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Ahora bien, la actual administración es claramente responsable de haber empeorado la situación, y haber acortado en varios años el plazo en que el INSS se tornaría insolvente, debido al fuerte incremento de los gastos administrativos y al manejo discrecional y poco transparente de las inversiones, que produjo un incremento de las erogaciones totales y redujo drásticamente los ingresos derivados del rendimiento de las mismas, mientras se “congelaban” los activos de reserva del INSS en inversiones de difícil liquidación.

Pero esto no hizo más que empeorar las cosas, y acelerar el arribo de la insolvencia. En todo caso, esto enfatiza la necesidad de transformar al INSS es una entidad autónoma y profesional, absolutamente transparente, pero también recuerda que, si se desea evitar el recurso exclusivo a reformas draconianas, es necesario hacer frente a las raíces de fondo, estructurales, del limitado crecimiento de la base económica real del INSS, a saber, el limitado crecimiento del empleo de mayor productividad y sus ingresos reales.

El autor es economista

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Economía Adolfo Acevedo Vogl Economía y Desarrollo archivo

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