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Transgénicos, Nicaragua, semillas transgénicas, Acuerdo de París

Unos 150 bancos comunales producen semilla criolla y se trabaja para ampliar dicha producción para enfrentar el cambio climático. LA PRENSA/ARCHIVO

Mantienen rechazo a semilla transgénica en Nicaragua

Mientras representantes de los grandes productores continúan apostando por el uso de semillas transgénicas como única vía para la sostenibilidad de algunos cultivos como el sorgo, la soya y el maíz amarillo, los pequeños productores ven en el ingreso de estas semillas

Mientras representantes de los grandes productores continúan apostando por el uso de semillas transgénicas como única vía para la sostenibilidad de algunos cultivos como el sorgo, la soya y el maíz amarillo, los pequeños productores ven en el ingreso de estas semillas al país una amenaza contra las variedades criollas que garantizan la seguridad alimentaria.

“Vamos a enfrentar la posible llegada de las semillas transgénicas promoviendo los bancos de semilla y rescatando las variedades que están adaptadas a cada tipo de suelo en cada comunidad. Pero no solamente rescatándolas, sino que hay todo un proceso de fitomejoramiento que hemos venido acompañando para que las familias mejoren sus semillas y a la vez puedan enfrentar el cambio climático que es un hecho al que le tenemos que buscar solución para garantizar la seguridad alimentaria”, sostiene Sandra López, del Consejo Nacional del Grupo de Promoción de la Agricultura Ecológica (GPAE).

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Pese a que la economía de Nicaragua depende en gran medida de la agroexportación y que las semillas criollas no garantizarían la producción a gran escala para abastecer la demanda del mercado externo, López asegura que las semillas transgénicas con las criollas no son compatibles. “Por los altos requerimientos de agroquímicos, el daño ambiental que provocan y porque las transgénicas solo pueden utilizarse una vez”, explica López.

Semillas Transgénicas
Ante el compromiso gubernamental de autorizar el ingreso de semillas transgénicas como respuesta a una solicitud de la Unión de Productores Agropecuarios de Nicaragua (Upanic), según López, la única salida que queda es la resistencia.

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“Hemos acudido a la Asamblea Nacional y le hemos explicado al diputado Wálmaro Gutiérrez, presidente de la Comisión de Producción, Economía y Presupuesto, porque hay poca información sobre las amenazas de los transgénicos y necesitamos que se divulguen para que se entiendan”, dice López y añade que con buenas prácticas productivas, fondos de financiamiento y una adecuada política de fomento, las semillas criollas podrían solventar los requerimientos de los productores de gran escala para que el país garantice sus agroexportaciones.

Mario Nayra, investigador del Instituto Nitlapan, de la Universidad Centroamericana, coincide con López en que el rescate de las semillas criollas es clave para la adaptación de los cultivos a las nuevas condiciones climáticas y asegura que con buenos planes de manejo integrado de plagas y agroecológico y una adecuada producción de semilla criolla se podría producir a gran escala para garantizar la agroexportación.

“Eso no significa que estemos alejados de las tecnologías, no creo que los transgénicos sean la solución, pero sí las semillas mejoradas que son otra opción que pueden tener los productores sabiendo seleccionar la semilla en el campo donde producen”, señala Nayra.

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El investigador asegura que no es necesario “traer una semilla extranjera para producir más, puedo hacer una buena selección para tener una mejor semilla y el otro factor fundamental es saber producir semilla que es muy diferente a producir grano. Si logramos que la gente aplique protocolos para producir semilla eso va a dar la sostenibilidad a los sistemas de producción que garantizan la seguridad alimentaria”.

Facilitan la adaptación

Para Mario Nayra, investigador del Instituto Nitlapan, de la Universidad Centroamericana, la adaptación de las semillas nativas o locales es clave para garantizar la adaptación de las comunidades a las nuevas condiciones climáticas y garantizar la resiliencia con algunas especies que no dependen mucho de los agroquímicos.

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“La base de la agroecología es la base fundamental para lograr la resiliencia de las comunidades, la reducción del uso de agroquímicos es fundamental por la reducción de los costos que implica pero también por el daño ambiental que estos provocan y lógicamente la adopción de buenas prácticas también es fundamental para garantizar la adaptabilidad de los cultivos a las nuevas condiciones climáticas”

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