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Nicaragua, Venezuela, Daniel Ortega, Hugo Chávez

El expresidente de Venezuela, Hugo Chávez, colaboró con Daniel Ortega desde su regreso al poder. LA PRENSA/ARCHIVO

Nicaragua heredó de Hugo Chávez deudas millonarias y promesas incumplidas

A partir de 2014, tras la muerte de Hugo Chávez y con la caída del precio del crudo, inició el descenso de la relación  comercial con Venezuela

Una deuda de aproximadamente 3,200 millones de dólares, el cierre del que se había convertido en el segundo mercado para las exportaciones, proyectos inconclusos, promesas incumplidas y el mantenimiento anual de una fuente luminosa con el rostro del benefactor Hugo Chávez, es lo que a cinco años de la muerte del líder venezolano queda de la fructífera relación que despuntó con el ingreso de Nicaragua a la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba).

La historia de la cooperación venezolana inició en el 2007 con la firma del acuerdo del Alba, pero inició en 2008 tras una visita de Chávez en la que se firmaron acuerdos para el envío de petróleo y de plantas generadoras de energía.

Promesas de Hugo Chávez

En esa visita de enero del 2008 el entonces presidente de Venezuela Hugo Chávez también se comprometió a construir una refinería, que se llamaría El Supremo Sueño de Bolívar. Junto a su homólogo nicaragüense Daniel Ortega, colocó la primera piedra de ese complejo industrial que a la fecha ha quedado reducido a un complejo de distribución y almacenamiento.

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Entre las promesas de aquella visita también quedaron la construcción de un ferrocarril, un puerto en Bilwi (Región Autónoma de la Costa Caribe Norte), estudiar la posibilidad de construir un puerto de aguas profundas en Monkey Point, entre otras cosas. Estas son algunas promesas que no se hicieron realidad.

Lo que sí se cumplió fue el compromiso de un intercambio comercial que inició ese año con la apertura del mercado venezolano a seis mil vaquillas y alcanzó su auge en 2012, cuando Nicaragua envió a ese mercado 444 millones de dólares en diversos productos, entre estos, leche, carne, frijol, maní y café. La mayoría de estos envíos eran intermediados por Albalinisa.

Relación comercial en declive

Pero las estadísticas del Banco Central de Nicaragua (BCN) revelan que a partir de 2014, las transacciones económicas con Venezuela comenzaron a disminuir sustancialmente, “en línea con la caída los precios del petróleo y la evolución económica de Venezuela”. La relación comercial venía en declive y llegó a su fin a raíz de que en agosto del año pasado Estados Unidos impusiera sanciones a Petróleos de Venezuela SA (PDVSA).

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La negativa de los bancos —por temor a las sanciones— de establecer relaciones comerciales con Alba Alimentos de Nicaragua (Albalinisa), empresa miembro del grupo Albanisa de la que PDVSA es dueña del 51 por ciento de las acciones, dificultó el envío de productos a ese mercado. Según el Centro de Trámites de las Exportaciones (Cetrex), desde el 1 de enero de este año hasta la fecha los envíos a Venezuela se mantienen en cero.

Menos petróleo

Pero el intercambio comercial ya venía en retroceso. El economista Adolfo Acevedo señala que desde 2016 se evidenció la merma en la importación de petróleo de Venezuela, de manera que el país pasó de importar treinta mil barriles a diez mil barriles de petróleo por día.

“La mayor parte de petróleo ya no se importa de Venezuela, sino de Estados Unidos, la ventaja que teníamos con Venezuela es que Nicaragua pagaba la mitad, era un crédito a 25 años con una tasa de interés del 2 por ciento y el otro 50 por ciento de la factura se pagaba en especies, lo que dinamizó las exportaciones”, afirmó Acevedo.

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El petróleo proveniente de Venezuela se comercializaba internamente y con ese dinero se compraba café, carne, azúcar, frijoles, entre otros productos que se exportaban a Venezuela para pagar el 50 por ciento de la factura.

De acuerdo con reporte completo del Fondo Monetario Internacional (FMI) sobre la Consulta del Artículo IV de 2017, producto de ese esquema de importación petrolera, desde el inicio de la relación hasta finales de 2016 Albanisa acumuló una deuda de 3,200 millones de dólares, que representan el 24 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB).

“Según se informa, un tercio de estos fondos se utilizaron para financiar programas sociales, mientras que dos tercios se invirtieron con un rendimiento promedio del 8 por ciento, que se consideró suficiente para pagar la deuda bajo los términos iniciales del acuerdo que eran una tasa de interés del 2 por ciento y 25 años de vencimiento con dos años de gracia”, detalla el informe del FMI.

Según el organismo multilateral, a finales de 2016 aproximadamente el 20 por ciento de los activos totales de Albanisa eran préstamos a empresas públicas y municipalidades; y la disminución de la cooperación petrolera venezolana plantea desafíos a la sostenibilidad fiscal y externa.

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Además, según el informe, la disminución en el volumen de la cooperación podría aumentar las presiones para absorber algunos gastos cuasifiscales en el presupuesto. De hecho, desde 2014, los programas sociales que alguna vez fueron financiados total o parcialmente por la cooperación venezolana han sido transferidos al Presupuesto General de la República, pero no está claro si absorberá los que todavía no se ha presupuestado.

Mario Arana, gerente general de la Asociación de Productores y Exportadores de Nicaragua (APEN), señala que a raíz del cierre del mercado venezolano se ha hecho un esfuerzo por encontrar nuevos mercados. “Uno escucha la preocupación, sobre todo en los sectores de lácteos y de carne, tienen un mercado algo deprimido en este momento, yo creo que este año y el próximo podrá resolverse”, dijo Arana.

Las estadísticas del Banco Central de Nicaragua (BCN) reflejan la drástica reducción de los envíos al mercado venezolano. Por ejemplo, el año pasado según el BCN se enviaron únicamente 116.8 millones de dólares en productos, monto que refleja una caída del 73 por ciento con respecto a los 444 millones de dólares que se enviaron en 2012, año en que el intercambio comercial entre ambos países alcanzó su punto máximo.

También soberanía energética

Otro proyecto de la cooperación venezolana muy cuestionado fue la soberanía energética, que de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional y a los Informes de Cooperación Externa Oficial del BCN, al año 2016, a través de este esquema Caruna-Albanisa había otorgado en préstamos a la Empresa Nicaragüense de Electricidad (Enel) y la Empresa Nacional de Transmisión Eléctrica (Enatrel) y empresas generadoras privadas préstamos por un monto acumulado de 670.9 millones de dólares.

El economista Adolfo Acevedo sostuvo que solo el pago de intereses a Caruna-Albanisa por los préstamos otorgados por concepto de “soberanía energética” habría alcanzado en 2016 un monto estimado de 53.7 millones de dólares.

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“No está claro quién y cómo se pagarán estas deudas. Financieramente los deudores solo podrían hacerlo con base en sus ingresos, que provienen de las tarifas, o quizá trasladándolas parcialmente al Presupuesto”, dijo Acevedo.

Lo cierto es que de la soberanía energética surgió la empresa Alba Generación, que actualmente cubre el 50 por ciento de la demanda energética del país. Esta surgió en 2007 con dos ineficientes plantas que generan energía con diesel y que supuestamente fueron donadas por Venezuela; estas plantas son conocidas como Hugo Chávez I y II.

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