Don José Esteban Mora, tiene 78 años y a pesar de su edad afirma que aún tiene fuerzas para seguir haciendo un trabajo pesado: extraer piedras canteras de manera artesanal en una propiedad privada en el municipio de Diriamba.
A punto de barras, mazos y cinceles, sin usar ningún equipo de protección, se ganan la vida al menos 30 hombres en esa actividad.
Con su mirada triste, don José asegura que inició a laborar en las canteras desde que tenía 9 años y que en su juventud sacaba hasta 60 piedras diarias, ahora con mucho esfuerzo logra apenas conseguir ocho.
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El derecho para la extracción de piedras de construcción en un espacio de aproximadamente cinco metros cuadrados, cuesta entre 3,600 y 4,000 córdobas.
El contrato es de manera indefinida, hasta que se acaba el mineral. Con esa inversión don José garantiza al menos un año de trabajo.
La jornada laboral de este hombre de estatura media, quien se rehúsa a usar calzado, inicia a las 5:30 a.m. y finaliza después de mediodía hasta que saca sus ocho piedras. En una fragua afila sus herramientas.
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Por no usar zapatos cuenta que una vez le cayó una piedra encima del pie y que le fracturó uno de sus dedos. “Una vez también pegué el pie en una piedra y me fui de cabeza y me pusieron siete puntadas”, recordó.
“Nosotros aquí cuando el viento sopla fuerte, comemos tierra, pero gracias a Dios no padecemos de nada”, refirió entre risas el anciano, quien asegura que por insistencia de sus hijas, tendrá que abandonar muy pronto su trabajo.
Una piedra sacada a barras en Diriamba desde la cantera que se ubica en la cuarta calle del barrio San Francisco, cuesta 16 córdobas. Cuando el cliente solicita el servicio de transporte, según la distancia, aumenta de pecio.
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Jairo Josué Rodríguez de 46 años, es sobrino de don José y también trabaja en la cantera sacando piedras. Su tío fue quien le enseñó a que se ganara la vida honradamente.
Asegura que desde los 15 años, empezó a sacar piedras, pero en otra cantera.
La piedra estos obreros, la miden con una regla metálica y para alcanzar su forma cuadrada la desbastan con la misma barra. Producto de las excavaciones en el lugar, en invierno esta gente queda desempleada, por la formación de pozas, lo cual los obliga a dedicarse a otras tareas.
Con don Jairo, trabajan dos de sus hijos que disfrutan lo que les ha enseñado su padre. “Con este trabajo he mantenido a mi familia y ahí vienen aprendiendo mis hijos”, dijo don Jairo, quien asegura que nunca han recibido apoyo de parte de la Alcaldía.