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Doña Elea Valle

Aun año de la muerte atroz de Vilma Trujillo y de otras mujeres, continuamos lamentando y condenando la terrible epidemia de femicidios que azota nuestro país. En enero se dieron cinco casos y en febrero cuatro. Pareciera que fueron los casos más espantosos, detallarlos es terrible, es cruel y doloroso, pero si no entra en la conciencia nacional seguiremos con este mal que tanto dolor causa en las familias y en los niños víctimas.

La familia de la mujer no denuncia el maltrato, hasta que sucede la tragedia todos hablan.

La situación es terrible cuando el gobierno es indiferente al flagelo y no hace ni quiere hacer nada al respecto. En Nicaragua urge el sistema de protección y seguridad hacia la mujer, víctima de violencia, debido a que la reglamentación de la Ley 779 dejó en indefensión a las mujeres respecto a la violencia.

Pero ¿qué sucede cuando la violencia hacia la mujer la provocan las instituciones del gobierno? ¿Será por esto que el gobierno se niega a volver a proteger a la mujer a través de las desaparecidas comisarías de la mujer? O tal vez reactivarlas o algo parecido significaría para el gobierno reconocer que haberlas hecho desaparecer fue otro error. ¿Qué hará el gobierno si las mujeres deciden no trabajar, no asistir a los estadios, no visitar los hospitales, no conducir, no ser policías?

El gobierno dice que este país es donde las mujeres participan parejo con los hombres en el trabajo, pero no dice que esas mujeres no tienen derecho a pensar distinto, a ser escuchadas, a reclamar sus derechos.
Este Día de la Mujer no hay nada que celebrar, la mujer no encuentra respuesta en el gobierno a través de la Policía que se supone la protegerá porque su vida está en peligro.

Los hombres, en solidaridad con las víctimas del femicidio deberíamos llevar un lazo negro en el brazo o usar una camisa negra para que también sirva de advertencia a los que creen ser dueños de la vida de la mujer que le acompaña, que sea un “hasta aquí llegó la violencia”.

La tragedia no la provoca solo el hombre que ha convivido con una mujer, también la institución armada se ha visto involucrada en ello.

Una niña de 15 meses de nacida fue muerta en La Dalia supuestamente porque el padre la utilizó como escudo humano.

El Ejército asesinó a una adolescente de 16 años, se trata de Yojeisel Pérez Valle y su hermano menor, ambos víctimas de la masacre en la comunidad San Pablo 22, en La Cruz de Río Grande. La señora Elea Valle, madre de ambos menores ha manifestado que a la adolescente la violaron y la desnucaron.

Doña Elea Valle es otra víctima, ella está sufriendo un calvario, lo único que exige es que le entreguen los cuerpos de sus hijos para darle cristiana sepultura. La valentía de esta señora humilde, campesina, es el mejor ejemplo de lo que hace una madre por sus hijos. Ella venciendo el miedo vino a la capital a denunciar y a desmentir al poderoso Ejército orteguista solo con su voz quebrada pero firme.
Dos mujeres, una madre y su hija, la hija asesinada y la madre luchando por el cadáver de su hija.
El autor es analista político.

Opinión Ley 779 mujeres Nicaragua violencia archivo
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