Tío rico
Como han cambiado las cosas. Hace ocho años, los Alba eran una pandilla internacional que metía miedo. ¿Se acuerdan como temblaba Miguel Insulza cuando le vociferaban en los foros de la OEA? El mismo Hugo Chávez dijo en 2007 que Insulza era “un verdadero pendejo, desde la P hasta la O”. Estas cumbres eran una pasarela de prepotencia, poder y opulencia. Eran una especie de fiesta de cumpleaños del tío rico. Una repartidera. Nadie salía con las manos vacías. Si comparan las fotos de las cumbres anteriores con la ultima de hace unos días, se verá la decrepitud de esta pandillita. Solo tres presidentes llegaron a acompañar a Maduro en su desgracia. El tío rico se está quedando solo.
Ser o no ser
Que Daniel Ortega aparezca un día negándole su respaldo político al gobierno de Nicolás Maduro, porque digan lo que digan eso fue la abstención de Nicaragua en la OEA, y al día siguiente esté levantándole el brazo al mismo Maduro en la Cumbre del Alba no es algo que me sorprende. Desde hace tiempo Ortega está atrapado entre lo que quiere ser, lo que es y lo que quiere que los otros crean que es. Y así lo veremos por ratos haciéndole los mandados a Estados Unidos y en otros despotricando contra el imperialismo con una retórica revolucionaria más impostada que el copete de Donald Trump.
Querer y poder
Ortega quisiera ser un líder mundial, a lo Nelson Mandela o lo Fidel Castro, pero conservando todos los viciosa de los Somoza o los Duvalier que disfruta tanto. El quisiera liderar cumbres mundiales donde siempre denuesta contra el “capitalismos salvaje” pero vivir como sultán; hacer de los pobres su tema principal, pero rodearse de ricos, viajar en aviones privados, tener empresas y, sobre todo, que la gente crea lo que él dice ser y no se fije tanto en lo que es. Desgraciadamente el mundo ya no está para charlatanes.
Dame que te doy
Cuando Nicaragua se abstuvo de votar a favor o en contra de una moción contra las elecciones que promueve Nicolás Maduro en Venezuela, mucho se especuló si es que Ortega estaba desertando de la “revolución bolivariana”, o si es que fue una pifia, o es que, como en otras ocasiones, apostó a quedar bien con Dios y con el diablo: apoyar de hecho las presiones de Estados Unidos a Maduro al no rechazar la carta de reclamo, y respaldar de boca a Maduro con las retorcidas explicaciones que se dieron después. Para mí, la intención es simple: desde hace rato Ortega quiere venderle a Estados Unidos una especie de pacto en el que le promete servirle deteniendo en la frontera sur a los migrantes que buscan el norte, deteniendo cierta droga que pasa por acá, y que si bien no lo apoyará directamente en los fotos internacionales tampoco le tirará piedras como antes, a cambio de que Estados Unidos se haga de la vista gorda con su manejo de Nicaragua. Un dame que te doy.
Elecciones “a la nica”
Casi toda Latinoamérica y Europa le ha dado la espalda a Nicolás Maduro porque está implementado en Venezuela un modelo electoral perverso y descarado. Es un modelo que escoge a fantoches contra quienes se compite, elimina a todos los opuestos que puedan ganar, y en definitiva garantiza que gane siempre quien controla el sistema, aunque nadie o pocos quieran votar por él, como es el caso de Maduro. No olvidemos que ese modelo electoral fue patentado por Daniel Ortega y se practica en Nicaragua desde el 2008 sin que apenas el mundo se fijara en él. Ahora, gracias a Maduro, se ha hecho visible.
Pobrezas
Si algo demostró la última cumbre del Alba es que la llamada revolución bolivariana fue un sueño de opio. Nació montada sobre la fortuna petrolera de Venezuela, consiguió a sus militantes con dinero en una especie de mercenarismo político, y derivó en una corruptela donde el poder por el poder es más importante que los principios, y donde el enriquecimiento personal se volvió el objetivo último por sobre todos los programas sociales que enarbolaron. Prometieron acabar con la pobreza y la única pobreza con la que acabaron fue con la propia de ellos.
Moneda de oro
En esta Cumbre del Alba hubo un gesto que me llamó la atención. Maduro repartió una moneda a cada uno de los representantes de países. Una moneda. Muy simbólico si se considera que fue el dinero petrolero del pasado el que unió a tantos revolucionarios. Eso sí, hizo una diferencia, entregó una moneda de oro a cada uno de los tres únicos presidentes que llegaron, y una de plata a cada uno del resto de delegados. Fue una especie de mensaje siciliano.