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La mujer y la brecha económica

En celebración del Día Internacional de la Mujer parece oportuno evaluar la brecha de género en el mundo, definida por el Foro Económico Mundial (FEM) como la diferencia entre mujeres y hombres en esferas vitales de la sociedad. Desde 2006, el FEM ha utilizado un índice global de brecha de género para comparar a 144 países en cuatro áreas clave: educación, salud, política y economía. Aunque el progreso es innegable, no todas las áreas han avanzado con la misma celeridad. Al contrario, por primera vez en la década, la brecha entre mujeres y hombres se volvió a ampliar en 2017, pasando de un 31.7 por ciento a 32 por ciento.

Porcentualmente no parece mucho, pero cuando se tiene en cuenta que el índice funciona en base a la población total de estos 144 países y que considera las cuatro áreas mencionadas, ningún retroceso puede constituir buenas noticias.

El análisis por regiones identifica a Europa occidental (75 %) y a Norteamérica (72 %) como los líderes en paridad de género alcanzada, mientras Asia del Sur (66 %) y el Medio Oriente/África del Norte (60 %) aparecen de último en la lista. Sorprende que ninguna de las naciones industrializadas del llamado G20 aparezca en los diez primeros lugares, lo que demuestra que la riqueza no se traduce en igualdad de mujeres y hombres. En vista que el índice de paridad funciona al margen del Producto Interno Bruto (PIB) algunas naciones pobres pueden aparecer en puestos altos en la lista, ya que la paridad política, educativa o de salud de una nación pueden ser alcanzables independientemente del tamaño de su economía. En otras palabras, un país puede ser pobre o rico, pero sus habitantes lo son por parejo, tanto sus mujeres como sus hombres.

Es así como los cinco primeros lugares del índice muestran en orden descendente a Islandia (87.8 %), Noruega (83 %), Finlandia (82.3 %), Ruanda (82.2 %) y Suecia (81.6 %). ¿El sexto lugar? Nicaragua (81.4 %), por encima de economías mucho más grandes como Francia (77.8 %), Canadá (76.9 %) y Estados Unidos (71.8 %); y muy lejos de Pakistán (54.6 %) y Yemen (51.6 %) que ocupan los dos últimos lugares de la lista. Aunque la brecha de género no equivale a brecha entre riqueza y pobreza, la brecha económica entre mujeres y hombres es alarmantemente la más marcada. La paridad económica, con un promedio mundial de apenas 58.5 %, se muestra muy distante de los promedios de paridad educativa (95.3 %) y de salud (95.6 %). ¿Y cuáles son las sub-áreas que más inciden en esta brecha económica? La brecha salarial y la participación en la fuerza laboral.

La brecha salarial se explica por el hecho que los puestos de liderazgo y control en las empresas —los mejores remunerados— siguen siendo ocupados mayormente por hombres. En 2015, solamente 14.5 % de los miembros de juntas directivas de 4,218 compañías consultadas globalmente eran mujeres. El mismo porcentaje se traslada a los puestos de gerencia. Aunque el FEM señala que 60 % de los actuales egresados universitarios alrededor del mundo son mujeres, solo una minoría se gradúa en campos de remuneración elevada como matemáticas, ingeniería o informática. La mayoría lo hace en carreras de menor valor agregado.

La participación en la fuerza laboral obedece abrumadoramente a la concentración de la mujer en su vida familiar, más que en la laboral. Incluso en la progresista Europa, solo el 65.8 % de las mujeres con hijos pequeños trabajan, contrario al 89.1 % de los hombres, y solo 68 % de las mujeres laboran tiempo completo, contrario al 92 % de los hombres.

En Nicaragua, a pesar del creciente empoderamiento político de la mujer, el 55.1 % de paridad salarial continúa por debajo del promedio mundial de 63.4 % y en el puesto #111, mientras que la paridad en participación laboral cae al puesto #115. Parece evidente entonces que cualquier intento de igualdad de género deberá pasar inexorablemente por el área laboral y económica. Según el FEM, al paso que vamos, tomará 217 años alcanzar la paridad laboral en el mundo. Suena desalentador, pero el progreso en esta área es la única forma auténtica de hacerle justicia a la mujer y donde vale la pena seguir enfocándose.
El autor es educador.
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Opinión Brecha económica FEM mujeres archivo
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