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Julia Lira alterna su venta entre quesillos y leña, como parte del apoyo al hogar. LA PRENSA/M. RODRÍGUEZ

Mujeres de Cerro Largo, Boaco, se la juegan para llevar el sustento a sus hogares

A diario, un grupo de mujeres camina desde Cerro Largo hacia Boaco para vender sus productos. Son el principal sustento de su familia

Hace 25 años que doña Graciela vende quesillo, para apoyar el sustento de su familia. LA PRENSA/M.RODRÍGUEZ

A diario, un nutrido grupo de mujeres baja desde la comunidad Cerro Largo hacia la ciudad de Boaco. Durante el día recorren las calles de la ciudad con sus panas o baldes sobre la cabeza para vender sus productos y son el principal sustento de su familia y uno de los pilares económicos de dicha comunidad.

Entre ellas camina a paso lento Graciela Paz Vivas, quien desde hace 25 años carga sobre su cabeza una pequeña pana con el quesillo que ella misma produce en su vivienda. “Mi trabajo es el quesillo que vendo, todo eso para llevar el sustento a la casa”, relató la pobladora.

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Según Paz Vivas, las mujeres de esta comunidad son la mayoría de las comerciantes ambulantes de la ciudad de Boaco, quienes ofrecen quesillo, pinol, pinolillo, tamal pisque, pozol, cuajadas, huevos, güirilas, yoltamales y hasta leña.

“Nosotras pasamos muchas dificultades, más en el invierno con los caminos y en el verano con el solazo (…) andamos a pie desde aquí (hasta Boaco) son dos kilómetros que caminamos (4.4 kilómetros en realidad), a veces regresamos en el bus, pero es muy cansado (…), nos toca duro, pero qué le vamos a hacer”, describió la vendedora, cuyo sueño es tener un terreno en la ciudad.

En ese mismo trayecto, que hacen a pie todos los días, camina Julia Lira, quien día de por medio, alterna su venta entre quesillos y la leña que logra cortar junto a sus diez hijos. “Aquí las mujeres ayudamos bastante a nuestros maridos, porque los dos hicimos la familia y el hogar y por eso hay que apoyar, para mí es importante porque todos tenemos esa responsabilidad”, reflexionó.

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Una de las dificultades de estas comerciantes es que el bus que recorre esa ruta solo hace dos viajes a la comunidad, el primero temprano en la mañana, el cual no pueden tomar, porque aún se encuentran preparando sus ventas, por lo cual deben hacer el trayecto a pie; el segundo viaje se hace por la tarde, cuando todas regresan de vender en la ciudad.

Asimismo, esta es una de las comunidades cuyos caminos sufren más afectaciones por las lluvias en el invierno.

De acuerdo con Santos Suazo, profesor y uno de los líderes de la localidad, el 80 por ciento de las mujeres salen de la comunidad a ofrecer sus productos.

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“La mujer es la base fundamental del hogar y la familia y en esta comunidad en particular también es la base de la economía de la comunidad, porque aquí no se depende de la agricultura como en otras comunidades, se depende de los pequeños comercios, los hombres salen lejos a trabajar y ellas son las encargadas del hogar, pero también del comercio”, dijo.

70 casas, aproximadamente, hay en Cerro Largo y de acuerdo con Santos Suazo, profesor y uno de los líderes de la localidad, hay unas 107 familias

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