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Kim Jong-un, Corea del Norte, Donald Trump

Ningún presidente de Estados Unidos en ejercicio se ha reunido jamás con un líder norcoreano, ni tampoco ha viajado a Pyongyang. LA PRENSA/ARCHIVO

Donald Trump cerca de cumplir el sueño de Kim Jong-un

Tras aceptar reunirse con el líder norcoreano, especialistas consideran que Donald Trump podría cumplirle el sueño de que lo“ trate de igual a igual”

Desde hace años Corea del Norte quiere que Estados Unidos lo trate de igual a igual. Al aceptar una posible cumbre con Kim Jong Un, Donald Trump podría hacer realidad el sueño del líder norcoreano sin obtener nada a cambio, estiman los expertos.

El anuncio de una reunión histórica es la última sorpresa hasta la fecha de una serie de acontecimientos diplomáticos en la península, desde que Pyongyang –contra todo pronóstico– decidiera a principios de año participar en los Juegos Olímpicos de invierno de Pyeongchang.

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Si se realiza, la reunión podría conducir a un acuerdo sobre los programas nucleares y balísticos de Corea del Norte, cuyo desarrollo pese a las sanciones ha alimentado las tensiones regionales.

Pero varios analistas estiman que aceptar el principio de una cumbre entre dirigentes, mientras no se ha negociado nada tras bambalinas, significa de alguna manera una concesión a las aspiraciones de Corea del Norte. Especialmente porque para Pyongyang, no es negociable en lo absoluto el arsenal nuclear.

“Corea del Norte busca desde hace 20 años lograr una cumbre con un presidente estadounidense”, recordó Jeffrey Lewis, del Instituto Middlebury de estudios estratégicos. “Eso es literalmente un objetivo prioritario de su política exterior”, apuntó.

“Los norcoreanos quieren hablar”

Washington ha debido negociar, admitió el analista. “Kim no invita a Trump para entregarle armas norcoreanas. Invita a Trump para demostrar que sus inversiones en capacidades nucleares y balísticas han obligado a Estados Unidos a tratarlo de igual a igual”, aseguró.

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Ningún presidente de Estados Unidos en ejercicio se ha reunido jamás con un líder norcoreano, ni tampoco ha viajado a Pyongyang.

Kim Jong Il, el padre de Kim Jong Un, invitó en vano al presidente Bill Clinton a asistir a la primera cumbre entre las dos Coreas en 2000. Pero el exmandatario terminó viajando a Corea del Norte una vez que dejó la Casa Blanca, para lograr la liberación de unos estadounidenses, tal como lo hizo su predecesor Jimmy Carter.

Para los expertos, las sanciones cada vez más duras y las amenazas militares estadounidenses han obligado a Pyongyang a efectuar aperturas diplomáticas, como las que se presenciaron desde el anuncio el 1 de enero sobre su participación en los Juegos Olímpicos de Pyeongchang. Pekín, aliado tradicional de Corea del Norte, comenzó a aplicar “sanciones realmente duras” por primera vez, destacó Andrei Lankov, del grupo Korea Risk.

Desde su punto de vista, Pyongyang intentará ganar tiempo. “Los norcoreanos hablarán mucho sobre la desnuclearización sin ninguna intención de abandonar sus arsenales nucleares”, apuntó el experto.

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El consejero nacional en Seguridad surcoreano, Chung Eui-yong, afirmó el jueves en la noche que Kim Jong Un se comprometió a trabajar en la “desnuclearización” de la península coreana y prometió que “evitaría nuevas pruebas nucleares o de misiles”.

‘La vanidad de Trump’

El líder norcoreano ha declarado que completó el desarrollo de sus armas nucleares. Y la doctrina oficial del régimen presenta el arsenal nuclear como una garantía contra las amenazas de una invasión estadounidense.

Antes, Corea del Norte había dicho, según Seúl, que está dispuesto a hablar de la desnuclearización si desaparecían las amenazas militares y se garantizaba la seguridad del régimen. Aunque se desconoce el significado de esto, puede que las exigencias de Pyongyang sean inaceptables, si Corea del Norte pide por ejemplo la salida de los 30.000 militares estadounidenses estacionados en Corea del Sur.

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Evan Medeiros, un exconsejero de Barack Obama, que colabora en el centro de reflexión Eurasia Group, consideró que la repentina decisión de Trump de aceptar el principio de una cumbre es “una apuesta estratégica mayor”.

Nada indica que el Norte, cuyos dirigentes son maestros en el arte de la manipulación, tenga la más mínima intención de abandonar sus armas prohibidas, explicó.

“Kim probablemente ha logrado obtener una cumbre aprovechando por una parte la vanidad de Trump, que pretende ser el mejor negociador del mundo, y por el otro lado, del sincero deseo del presidente de Corea del Sur Moon Jae-in de lograr la paz con Corea del Norte a través del diálogo”, agregó.

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Ante la falta de expertos en asuntos coreanos, la administración de Trump aceptó una cumbre sin haber hecho los trabajos diplomáticos preliminares.

Kim habrá “cumplido con el sueño de su padre y de su abuelo de haber hecho de Corea del Norte un Estado nuclear, y obteniendo un prestigio inmenso al reunirse con un presidente estadounidense en condiciones iguales”, declaró Abraham Denmark, del centro de investigación Wilson Center.

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