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Monseñor Romero

María López Vigil, conoció a monseñor Romero meses antes de que lo mataran. LA PRENSA/U. MOLINA.

“Romero fue el padre de una sociedad sin padre”, dice María López Vigil

Monseñor Oscar Arnulfo Romero, que fue asesinado en 1980 por los escuadrones de la muerte en El Salvador, será próximamente santo. La escritora María López Vigil analiza su legado.

La teóloga María López Vigil llora cuando le recuerdan el día en que los escuadrones de la muerte asesinaron a monseñor Oscar Arnulfo Romero en El Salvador. Fue un 24 de marzo de 1980.

En una oficina de la Universidad Centroamericana de Managua, donde edita la Revista Envío, esta escritora y periodista está rodeada de recuerdos de Romero, libros, afiches, vivencias…

Recuerda particularmente aquella noche de 1979, cuando Romero le buscó a su paso por Madrid, España, y le contó que el papa Juan Pablo II no lo quiso recibir y no tomó en serio la denuncia que él le había llevado desde El Salvador: que estaban matando curas, acusándolos de subversivos, que los calumniaban, que los amenazaban.

Esa noche, López Vigil miró llorar a Romero después de su relato. Meses después el arzobispo de San Salvador era asesinado por un escuadrón de la muerte, al servicio del mayor Roberto d’Aubuisson Arrieta, fundador de Alianza Republicana Nacionalista (Arena).

López Vigil dice que el lazo que la une a la Iglesia católica es Romero, de quien en 1992 publicó un libro: Monseñor Romero, piezas para un retrato, sobre la vida del religioso.

Esta semana, el papa Francisco anunció que Romero sería convertido en santo, ocupará un lugar en el santoral católico donde ya está Juan Pablo II.

Sin embargo, el obispo mártir todavía genera reacciones encontradas en El Salvador. En esta entrevista López Vigil nos analiza las posiciones sobre Romero, narra  a trazos generales la vida de éste, las causas de su transformación y profundiza también en la posición que la Iglesia asumió con él.

¿El anuncio del papa Francisco de la santificación de monseñor Romero es un mensaje para Arena precisamente dos días después que ganaron las  las elecciones legislativas y municipales?
Los pasillos del Vaticano son herméticos y entonces uno no sabe. No creo, fíjate, creo que los tiempos coincidieron, creo sí que el desaliento que ha creado en algunos sectores del pueblo salvadoreño al ver que nuevamente Arena va a gobernar, sí ha sido como un bálsamo. Incluso (el cardenal) Gregorio Rosa Chávez dijo algo de eso, pero yo no creo que el Vaticano lo haya hecho por algo, ni que el papa Francisco maneje ese tipo de intenciones. Arena tiene para siempre en su historia el haber sido fundada y dirigida por el asesino intelectual de Romero.

¿Esta decisión del papa es una reivindicación para aquellos religiosos asesinados por dictaduras en América Latina?
Es un desagravio, es una restitución, es un reconocimiento, es una disculpa, son muchas cosas y yo creo que monseñor Romero es santo desde el mismo día de su muerte, fue proclamado santo por el mismo pueblo salvadoreño y por el obispo de Brasil Pedro Casaldáliga, que lo proclamó San Romero de América.

¿Hay sectores en la Iglesia que no quieren de santo a monseñor Romero?
Sí creo que hay muchos y creo que ahora se lo tienen que tragar porque no les queda otro remedio, creo que esos sectores están en El Salvador y en el Vaticano y en toda América Latina, creo que quienes enfrentaron a monseñor Romero durante 35 años en el Vaticano, toda la etapa de Juan Pablo II, Benedicto XVI, que nunca pudo tragar a monseñor Romero, ahora lo tienen que tragar. Romero crea mucho inconformidad en los obispos salvadoreños y eso salió, fue público que el papa Francisco en una reunión les dijo a los obispos: no solo fue mártir cuando lo mataron, también entre ustedes algunos lo martirizaron después de muerto… y esa gente está viva lo que pasa es que ahora disimula o no le queda más remedio…

Mucha gente creyó que cuando el papa Francisco nombró cardenal a Gregorio Rosa Chávez, cercano a Romero, también era un reconocimiento al obispo mártir.
Sí, pero yo creo que eso va más allá, lo que hay en el nombramiento del cardenalato de Gregorio Rosa Chávez (obispo auxiliar de San Salvador) es un reconocimiento a esa etapa. Yo aprecio a Gregorio Rosa, tuve la ocasión de coincidir con él hablando de monseñor Romero en un evento hace años, pero él le tenía temor a monseñor Romero, él sacó a muchos chavalos progresistas del seminario y eso me lo contaron esos muchachos, porque monseñor Romero generaba miedo en la gente más cobarde. Monseñor Romero era cobarde, tímido, era confesional pero su cambio fue algo tan impresionante para el sector institucional de la Iglesia que tuvieron miedo y creo que monseñor Rosa Chávez era uno de los que le temía, pero lo quería.

¿Por qué alguien tan  como usted dice tímido, pero además muy amigo del gobierno de entonces en El Salvador, y según varias fuentes además perseguidor de curas progresistas, tiene esa conversión?
Es algo humano, no era pistero (amante del dinero), no era mujerero, era un hombre que no buscaba su propio privilegio, era un hombre bueno que si no le hubieran dado tanto poder, porque para mí ahí está la clave, era un hombre de poder, no fue un milagro, había buena materia prima pero yo siempre he dicho que él era un hombre del poder y no sé qué pasó, lo que yo recogí en mi libro que más se acerca a encontrar una explicación a esa conversión es una conversación que él tiene en Roma con el padre César Jerez, que fue rector de la UCA. En esa conversación de noche le dice César: ¿Qué le ha pasado a usted? ¿Por qué usted no es como era antes? Y dice Romero: yo he regresado a donde yo era, yo fui un niño pobre, nací en la pobreza y, no lo dice así, pero es lo que se interpreta, en la Iglesia me cambiaron la mente, yo no he cambiado, yo he regresado de donde yo era y de donde él era, era de la gente más humilde de El Salvador. Muchas veces la formación que se les da a los sacerdotes es desclasante, los hacen sentir más importantes y eso a mí me gustó como él lo decía: yo no cambié, regresé a donde yo era.

¿Qué tanto influyó el asesinato de su amigo el sacerdote jesuita Rutilio Grande en su transformación?
Era su amigo y él tropieza en pocas horas con la cerrazón del nuncio que le quiere impedir oficiar la famosa misa única (un oficio realizado en catedral, mientras en el resto de la Arquidiócesis cerraron las parroquias como símbolo de protesta), ahí es donde él cambia, no se puede hacer en un domingo una misa única, eso no está en el derecho canónico, se encuentra con la cerrazón del nuncio, se encuentra con el apoyo de una cantidad enorme de sacerdotes que ya habían evolucionado… y como me lo describió a mí (el sacerdote salvadoreño) Inocencio Alas: hay bautismo de agua, de sangre y bautismo de pueblo y el día que él dijo ‘voy a oficiar esa misa’ y vio a 200,000 personas delante de él, el pueblo lo bautizó. Lo de Rutilio fue sorprendente, en El Salvador mataron a 14 curas, pero Rutilio fue el primero.

¿El Vaticano de Juan Pablo II le dio la espalda a Romero?
Yo soy la única testigo que él buscó y que a mí todavía me sorprende. Yo sin conocerlo le había enviado dinero (como ofrenda a la iglesia salvadoreña) y un texto periodístico que había escrito sobre la conferencia de obispos de Puebla (en el diario El País). Cuando él pasó por Madrid, él le pregunta a un cura: ‘¿Usted conoce a esta periodista? Quiero conocerla’, y esa periodista era yo. Horas estuve con él. Venía con los ojos llorosos, él quería que yo lo ayudara a entender qué había pasado en el Vaticano y yo dije: ‘¿Cómo puedo ayudarle yo a entender?’. Él era arzobispo. Él me contó cómo había pedido esa entrevista con Juan Pablo II y fue al Vaticano, y nadie la tenía preparada y como fue de mendigo, usó esa palabra: fui a mendigar esa audiencia madrugando para agarrarle al papa las manos y fue menosprecio, humillación lo que él recibió. Yo lo que sentí fue que me estaba dando una mochila así de pesada y me dijo: Téngamela. ¿Por qué se desahoga conmigo? Porque eso fue en Madrid y él tenía que llegar a San Salvador sin esa mochila pesada. Yo no puedo olvidar ese día (López Vigil llora en medio de la entrevista). Yo pensé que lo tenía que proteger.

¿Está contenta ahora con monseñor Romero de santo?
Claro, porque siempre lo he sabido, es el hilo de plata o de oro que me une a la Iglesia católica todavía… Yo creo que lo de santo no es lo que más me alegra, lo que me alegraría es que el papa fuera a San Salvador a declararlo santo, porque ¿quiénes irán a Roma? Los ricos de El Salvador y muchos de los ricos de El Salvador eran cómplices de quienes lo mataron, y hubo fiesta ese día, hubo fiesta ese día Ismael, hubo champán, hubo reuniones de los ricos de El Salvador, los ricos de Arena, celebrando el asesinato de monseñor. Y es posible que ellos, tal vez arrepentidos, no quiero juzgar, se vayan a Roma y no, eso tiene que ser en San Salvador como fue la beatificación y fue un momento como para decir aquí estamos, era falso lo que dijeron de él, era bueno.

En El Salvador hay mucha división en torno a la figura de Romero, ¿vos creés que eso vaya a cambiar ahora nombrado santo?
No, no, yo tengo una gran amiga, Margarita Herrera, exlocutora de la YSAX —la radio del arzobispado de San Salvador— y su mamá, una señora buena, murió y no podía oír hablar el nombre de monseñor Romero, ¿por qué? Ella decía que monseñor Romero era el culpable de la guerra y de todos los males de El Salvador. Margarita me decía, no le menciones a monseñor Romero a mi madre. Y ella era una persona buena, monseñor Romero siempre se convirtió en una espada de dos filas, separará a uno y unirá a otros.

Contradictorio porque Margarita atribuye como un milagro de Romero que sus hijas no hayan sido asesinadas por los escuadrones de la muerte cuando fueron secuestradas en los ochenta.
Exactamente, Margarita le reza a monseñor Romero, Margarita le tiene una devoción más clásica, pero su mamá que era una mujer muy buena, de dinero de una clase media cafetalera, y a ella y a los hermanos de Margarita que son de Arena no se les puede mencionar Romero… Los tiempos de monseñor Romero en El Salvador fueron difíciles, yo le escuché una vez a una campesino en 1981 una explicación que daba: hermanos, aquí siempre hemos muerto, a nosotros nos han matado de hambre, cuando empezamos a reclamar moríamos por las balas, pero ahora damos la vida, que es diferente… esa era la historia de El Salvador, primero te mataban de hambre, después te mataban con balas y luego das la vida para que haya un cambio y ese es el momento, diríamos, de monseñor Romero.

¿Cuál irá a ser la reacción de Arena ahora que preparan el terreno para volver al poder?
Se lo tienen que tragar, no les queda más remedio, igual le ha pasado a los obispos de El Salvador, el arzobispo de El Salvador (monseñor José Luis Escobar Alas) quizás ha cambiado, monseñor Escobar Alas era el rector del seminario y tenía prohibido que se hablara de monseñor Romero.

¿Monseñor Romero sabía que lo iban a matar?
Él sabía que lo iban a matar, pero no era de las personas que estaba manos arriba, él tenía esa confianza en Dios,  pero quería más tiempo de vida. Se dio cuenta del poder que tenía para hacer conciencia en el pueblo de El Salvador, para dar dignidad a los salvadoreños. Fue el padre de una sociedad sin padre, como son las sociedades centroamericanas.

Plano personal

María López Vigil es periodista y escritora. Edita la Revista Envío, de la Universidad Centroamericana de Managua.

Nació en Cuba, llegó a Nicaragua en 1981 y se hizo nicaragüense.

Ha escrito los libros para niños Historia del muy bandido, igualado, rebelde, astuto, pícaro y siempre bailador Güegüense, un Güegüe me Contó, convertido en un clásico de la literatura infantil, entre otros.

También escribió Un Tal Jesús y Monseñor Romero, piezas para un retrato, un libro de testimonios sobre el obispo mártir, a quien conoció en Madrid y de quien guarda gratos recuerdos.

Llegó el día

El cardenal Gregorio Rosa Chávez anunció que el 21 de octubre era una fecha probable para la canonización de Romero. El religioso anunció que podría ser en la Plaza de San Pedro, el mismo día que se eleva a los máximos altares de la Iglesia también a Pablo VI. Sin embargo, aclaró que será el propio papa Francisco quien confirmará la fecha el próximo 21 de mayo.

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