14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.
presos políticos, Nicaragua, crisis, protestas
/ Editorial

De regreso a la Guerra Fría

Cada vez que ocurre un incidente irritante en las relaciones entre las grandes potencias mundiales, sobre todo entre Rusia y los Estados democráticos de Occidente y el Oriente, se dice que la Guerra Fría está regresando.

La Guerra Fría se llamó al periodo histórico transcurrido desde el fin de la II Guerra Mundial, en 1945, hasta la disolución del imperio comunista soviético, en 1990. La característica de esa etapa histórica era el enfrentamiento político e ideológico del bloque de países democráticos por Estados Unidos (EE.UU.), con la Unión Soviética que encabezaba a los demás Estados comunistas y sus aliados tercermundistas.

Los bloques no llegaron a declararse la guerra, pero descargaban sus tensiones generando conflictos bélicos en lugares periféricos del planeta, como por ejemplo la guerra de Nicaragua de fines de los años 70 y la década del 80.

En los últimos tiempos se habla con más frecuencia del retorno de la Guerra Fría, desde que Vladímir Putin —antiguo oficial de los servicios de espionaje y seguridad soviéticos— tomó el poder en Rusia y se ha propuesto recuperar en el marco de las nuevas condiciones internacionales, las posiciones imperiales de los viejos imperios rusos, el zarista y el soviético.

Consecuencia de la política neoimperialista de Rusia impulsada por Putin (que ha tenido sus principales manifestaciones de fuerza expansionista en el Cáucaso y Crimea), es el surgimiento cada vez más a menudo de tensiones en las relaciones rusas con países democráticos de Europa y Asia.

Este es el caso de la eliminación —mediante envenenamiento con sustancias químicas tóxicas—, de exespías y disidentes rusos que se radicaron en Occidente, particularmente en Inglaterra. Los venenos más utilizados para cometer esos asesinatos han sido el polonio 210, el talio, el ácido prúsico y el concentrado de una hierba sarcásticamente llamada “rompe corazones”.

Las víctimas más recientes de ese sistema de eliminación física han sido el exespía ruso Sergei Skipal, y su hija Yulia quien llegó desde Rusia para visitarlo. Este 4 de marzo, las dos personas fueron encontradas en una ciudad inglesa de provincia mostrando claros signos de envenenamiento por sustancias químicas tóxicas. Hasta ahora ambos están todavía con vida, pero con escasas posibilidades de sobrevivir.

Las autoridades de Inglaterra acusan directamente al gobierno de Rusia por el atentado criminal contra la vida de Skipal y su hija y como represalia han expulsado a 23 funcionarios de la Embajada rusa en Londres, sospechosos de dedicarse a labores directas o indirectas de espionaje.

Por otra parte, en un acto político que según los analistas no tiene precedente desde que cayó la antigua Unión Soviética, los gobiernos del Reino Unido, Alemania y Francia, con el respaldo de los EE.UU., suscribieron una declaración de condena al envenenamiento del exespía ruso, acto que califican como un ataque contra la soberanía de Gran Bretaña “que pone en peligro la seguridad mundial”.

La Rusia de Vladímir Putin, como es bien sabido, es estrecha aliada de la dictadura de Daniel Ortega, un anacrónico añorante de la Guerra Fría, lo cual es una de las causas de tensión en las relaciones con los EE.UU.

Editorial Estados Unidos Guerra fría Rusia archivo
×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí