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Competencia desleal

Los comerciantes y empresarios turísticos de los balnearios de Nicaragua, han protestado con todo derecho y razón por la medida gubernamental de permitir la entrada gratuita y ubicación desordenada de la competencia informal.

Los empresarios de turismo y comerciantes formales pagan impuestos y otras obligaciones, y se aguantan durante la temporada baja en espera de recuperarse en los días de Semana Santa. Sin embargo, el Gobierno por su política populista les impone la competencia desleal de los comerciantes informales, los que no pagan ninguna clase de impuestos ni se someten a controles de calidad.

Los días de Semana Santa son, con mucho, los de mayor oportunidad para la industria turística de balnearios en Nicaragua. Y no solo por la afluencia del llamado “turismo de alta gama”, o sea la gente pudiente nacional y extranjera que visita los balnearios en estos días, sino también por los muchos nicaragüenses de clases media y baja que vacacionan en distintos lugares y sobre todo visitan a los balnearios de mar, lago, lagunas y ríos.
Según las estadísticas oficiales más de la mitad de la población nicaragüense se mueve hacia el interior del país durante la Semana Santa, en gran parte hacia los balnearios. Sin embargo, los comerciantes y empresarios turísticos formales (grandes, medianos y pequeños) no pueden aprovechar bien esta oportunidad porque son afectados por la política populista del régimen que protege y de hecho alienta la informalidad.

El orteguismo se jacta de lo que llama su modelo de alianza público-privada, que inclusive lo han constitucionalizado. “El Estado debe cumplir a través del impulso de políticas públicas y sociales un rol de desarrollo del sector privado, que permita mejorar la funcionalidad y eficiencia de las instituciones públicas, simplificando los trámites, reduciendo las barreras de entrada a la formalidad, avanzando en la cobertura de la seguridad social y las prestaciones sociales, y facilitando el desempeño de las empresas formales existentes”, dice el artículo 98 de la Constitución reformada en el año 2014 a la medida del orteguismo. Y agrega que ese compromiso constitucional “se impulsará a través de un modelo de alianza del gobierno con el sector empresarial pequeño, mediano y grande, y los trabajadores, bajo el diálogo permanente en la búsqueda de consensos”.

Sin embargo, contrariando su propia disposición constitucional y el discurso oficial, el régimen promueve de hecho la informalidad y la competencia desleal en perjuicio de los empresarios normales y formales.
Todos los nicaragüenses tienen derecho a ganarse la vida y el Estado debe facilitarles oportunidades para que lo consigan. Pero esto se debe hacer como dice el artículo constitucional antes mencionado, que es hechura del mismo orteguismo. Es decir, facilitando la formalidad, promoviendo la responsabilidad económica sin atentar contra los empresarios formales que cumplen todas las obligaciones que les impone el Estado.

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